
Tango Joven, en el Palais
En la jornada porteña del festival, se destacó el Trío Dorado
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El Festival de Tango Joven dio su zarpazo este año y dentro de la semana del tango se animó a salir del centro para instalarse en otros puntos del país. A manera de una troupe itinerante, llegó a Misiones y Bariloche para desembocar en su etapa final en el Palais de Glace en Buenos Aires, el último martes.
La movida, aparentemente orientada hacia el turismo y el público local, mostró la cara más bailable en orquestas jóvenes como la Fernández Fierro y Fervor Buenos Aires, y en algunas presencias novedosas como la del Trío Dorado o el cantor Osvaldo Peredo, que se ganó el mote de joven por la generación que lo sigue en el bar de Roberto y por su actitud. El cruce de estilos y corrientes del festival permitió que el grupo 34 Puñaladas, dedicado al tango lunfardo y carcelario de los años 30, intercambiara público con el de la banda pop Me Darás Mil Hijos, o que el final estuviera dedicado al drum´n bass del DJ Bad Boy Orange.
El evento, con una programación tan ecléctica como caprichosa, un programa con un diseño bien moderno -una forma de buscarse otro público- y sin una identidad muy definida salvo por el título de "tango joven" convocó a una multitudinaria audiencia que copó las despojadas instalaciones del Palais de Glace, apenas ambientado por una muestra de productos fileteados, un bar, un espacio de proyección de letras de tangos clásicos y nuevos, y un reducido lugar para una escuela de tango danza. El calor obligó a que la gente ocupara la calle Posadas, frente al museo, donde estaba instalada una pantalla gigante para seguir todo lo que pasaba adentro. Algunos hacían su picnic de media tarde en mesitas sobre la calle o simplemente sentados en el pasto. Uno de los objetivos parecía cumplido a medida que avanzaba la jornada. El festival era apreciado por un público adolescente y juvenil que se mezclaba con aficionados tradicionales y algún que otro turista. Pero no había un público solamente tanguero. Así el "Tripa" Rosso, bandoneonista de la Fierro, con sus piercings en la nariz, se trenzaba en alguna charla con seguidores de Bob Marley o Pugliese.
El ámbito multidisciplinario fue quedando chico, apenas para una reducida pista de baile para aficionados frente al escenario. La orquesta típica Fervor Buenos Aires encendió el entusiasmo de los milongueros: el mejor gesto de aprobación para una típica juvenil. Después, la aparición del Trío Dorado generó desconcierto, pero se terminó transformando en una de las revelaciones del evento. El grupo de tres actores y un músico (Daniel Cúparo, Diego Jalfen, Sebastián Schor y Juan Pablo Lazo) realizó una performance teatral utilizando el tango como excusa. Su sistema es fácil y complejo a la vez. Los encargados de interpretar a los "cantores" Yanyoré y Zorzalito improvisan tangos a partir de la consigna que tira el público. Un cazatalentos, "locutor" y rabino es quien arenga a la gente para que sugiera una palabra sobre la que se improvisa la letra. El método genera momentos hilarantes con títulos como Abasto, partido, bondiola e Internet. Los intérpretes utilizan el repentismo, la improvisación y una formalidad tanguera para generar un clima tan desafiante como inimputable.
Tras la celebrada actuación, en camarines, Daniel Cúparo, uno de los actores-cantores, integrante del grupo El Descueve, define la fórmula: "Esto no es tango, sino una ficción. Trabajamos desde la impunidad total y nos largamos a improvisar sin saber dónde vamos a terminar. Si surge un bache, siempre tenemos el recurso de jugar con lo teatral. Lo interesante es poder utilizar lo inesperado para generar otra cosa", explica el actor que interpreta a Zorzalito.
El grupo formado hace dos años, recién está saliendo por los barrios, pero no está planteado como una formación tanguera, sino como un juego de tres actores que quieren divertirse con el tango en casamientos, asados y ahora en los escenarios. Sin buscarlo, su inclusión en la programación le dio una vuelta de tuerca al joven festival, para seguir acentuando en el futuro. No tan preocupado por las formas de hacer tango sino por un espíritu más inquieto y libre, que intente reflejarse en este tiempo.
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