
Tanguero y embellecedor de canciones
Una incursión por las obras de Piazzolla, Fito Páez y los postangos
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A mediados de la última década, durante una charla con Gustavo Beytelmann y Gerardo Gandini, este último traía a nuestra mesa de café la idea de que la música erudita y la popular se desarrollaban desde pensamientos y reflexiones diferentes. Gandini lo expresaba desde su formación como músico, compositor y docente, no como una manera de excusarse por incapacidad para una u otra música. Para nada. Porque Gerardo fue uno de los músicos de extracción académica que mejor entendió ciertas músicas populares, especialmente el tango. Y, probablemente, fue quien, hasta ahora, le ha dado el más singular aporte: sus postangos.
Se puede sospechar que el paso de Gandini como pianista del último grupo de Astor Piazzolla haya sido la mejor y más efectiva escuela para ingresar y salir diplomado. Pero, sin dudas, algo más había. Los postangos de Gandini no tuvieron que ver con Piazzolla, sino con un aroma tanguero que venía de mucho antes, quizás incorporado en el ADN musical de este porteño nacido en 1936, sin que él se hubiera dado cuenta. Y el otro factor, que no hay que despreciar, es su talento natural para sentarse al piano, tocar la música ciudadana y hacer esa relectura sofisticada y bella.
Sus postangos fueron una recreación de temas desde la improvisación y a través de procedimientos de la música contemporánea, pero sin desprenderse de los colores, los fraseos y, sobre todo, las acentuaciones, la roña y la melancolía intrínsecas de esta música del Río de la Plata. El folklore, en cambio, nunca fue una música que quisiera ni pudiera abordar desde su esencia.
Gandini se dedicó a los postangos en tres momentos (entre 1996 y 2005) con títulos conocidos, como "La cumparsita" y "El cholo", entre otros. De allí quedaron registros notables, como los que hizo en vivo, que realizó en Rosario. Y cada uno -esto dará cuenta de su evolución- es mejor que su antecesor. Si en los primeros el componente lúdico había sido marcado, con un toque virtuosístico y citas de Lizst o Chopin, en el último sonó más despojado, emotivo o medular. En cada una de estas grabaciones, puso el énfasis en diferentes elementos y sería injusto que quedaran sólo como parte del anecdotario de su carrera o de la historia de la tan ansiada renovación tanguera.
Así describía Gandini su trabajo: "Puedo pensar esas improvisaciones como si fuera un músico popular, que no lo soy; como si tuviera un extraño desdoblamiento esquizofrénico en el que, por un lado, puedo ser un músico culto y, por el otro, pensar como un músico popular. Aunque no puedo evitar que algo de mi formación y la información como músico culto se filtre en las improvisaciones".
Prueba de ese desdoblamiento y, a la vez, de su sensibilidad para algunas músicas populares fue su trabajo junto con Fito Páez. Gandini fue el encargado de la orquestación de la producción discográfica Moda y pueblo, del pianista y compositor rosarino. La placa incluyó temas de Páez y algunos de Charly García, Spinetta y Litto Nebbia.
"En general cuando alguien de la música clásica se mete dentro de la música popular, hay un intento de enrarecer la canción -había dicho Páez, días antes del estreno-. En el caso de Gerardo, en cambio, lo hermoso es que se concentra en ese texto, en esos acordes, y así siempre ganan las canciones."
Será porque Gerardo Gandini entendía la importancia de la melodía en la música popular que no la desechó; simplemente, la reinventó.



