
Una brillante versión de la obra de Berlioz
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Leyenda dramática sinfónico vocal “La condenación de Fausto”, de Héctor Berlioz , con libreto según la traducción francesa de Gérard de Nerval del “Fausto”, de Johann Wolfgang von Goethe, realizado por el músico con Gerardo Gandonniere. Elenco: Cecilia Díaz (Margarita), Carlos Bengolea (Fausto), Marcelo Lombardero (Mefistófeles) y Chistian Peregrino (Brander). Coro Estable preparado por Alberto Banzanelli. Coro de Niños, preparado por Valdo Sciammarella. Orquesta Estable con la concertación de Stefan Lano. Colaboración de la Fundación Teatro Colón y Unilever de Argentina SA. Teatro Colón.
Nuestra opinión: excelente
Alta jerarquía de la dirección musical, excelencia en la orquesta y los coros, hondura en la interpretación del texto, temple, decisión y entrega de los solistas vocales, son algunos conceptos que surgen para calificar la versión ofrecida por el Teatro Colón, de "La condenación de Fausto", en su forma original de concierto.
Con la singular creación sinfónico vocal, una de las más formidables de Héctor Berlioz, se logró plasmar la mejor entrega artística de la actual temporada del teatro.
De todos modos, la circunstancia de no haberse optado por la versión escenificada que no estuvo en los planes del autor, provocó cierto desconcierto y algún disgusto entre los abonados del ciclo dedicado a la ópera.
Pero esta misma razón vino a demostrar los valores de la composición y la calidad de la versión ofrecida porque entre el público se produjo el fenómeno del paso progresivo de una inicial actitud de indiferencia, con mucho de desatención, hacia un estallido de júbilo, luego de una evidente actitud de audición concentrada y despojada de prejuicios.
Como no podía ser de otro modo, la presencia del director norteamericano Stefan Lano en la concertación general, insufló estimulo a los cuerpos estables gracias a sus dotes de maestro claro y preciso en la forma de transmitir sus ideas musicales y de ese modo logró que se exhibiera de manera contundente la calidad de la orquesta y la de los dos coros del teatro, el de adultos y el de niños.
Una vez más, la Orquesta Estable rindió un nuevo examen, una reválida de los méritos individuales de sus integrantes y su ductilidad para obtener y traducir en el más alto nivel obras de magnitud e intrincada complejidad de ejecución.
Así como resultó cautivante la redondez de su sonoridad en los registros graves -sigue siendo la agrupación sinfónica del país más parecida a las mejores orquestas europeas- asimismo se destacó por la disciplinada concentración de sus integrantes, manifestada en la impecable y limpia ejecución de los numerosos pasajes en unísono de las cuerdas, en el fraseo expresivo y hermoso de las maderas, en la coloración aterciopelada de los bronces y en la precisión de la percusión.
En este sentido la versión de la célebre marcha húngara que recuerda a Rakoczy fue brillante desde todo punto de vista, razón por la cual mereció el primer aplauso de la noche, que, con seguridad, frente a un publico preferentemente de conciertos hubiera obtenido una ovación impactante y mucho más entusiasta.
Por otra parte, otro factor del éxito logrado fue la solvencia profesional de dos pilares indudables del Teatro Colón: los maestros Alberto Balzanelli y Valdo Sciammarella, que hicieron, como es una constante en ellos, un eficaz trabajo de preparación, nada fácil por cierto, tanto con el coro estable como con en el de niños, respectivamente.
A propósito de los niños, cabe dejar constancia de la candorosa y notable musicalidad de Carolina Bardas, de tan sólo 9 años, en el momento final de la obra, y de todo el conjunto, cuyos nombres consignados en el programa no coinciden en su totalidad con la realidad.
Entrega y valentía
El tenor Carlos Bengolea fue el valeroso protagonista, porque la parte de Fausto es una trampa a partir del cambio evidente de tesitura que el autor utilizó entre la primera y la segunda parte, al punto que una voz de tenor dramático o "heldentenor" wagneriano se enfrenta a una zona aguda apta para el tenor lírico. Su virtud principal, la que vino a compensar la debilidad de su incontrolable y amplio vibrato en la zona aguda del registro, es su nobleza expresiva, temple y sensibilidad artística para manifestar los estados de ánimo del personaje a través de una forma de declamar con acertada fuerza dramática, de la que emanan honestidad y pasión.
Del mismo modo fue acertado el aporte del barítono Marcelo Lombardero en el personaje de Mefistófeles, cantado con una voz bien timbrada en la zona grave, excelencia en el decir, buena musicalidad e ideal prestancia. Una vez más el dúctil artista argentino avanzó en su carrera incorporando una parte ideal para sus recursos, tanto musicales como actorales, porque fue fácil imaginarlo caracterizado de demonio en una actuación escénica soberbia, para el día en que se resuelva ofrecer la obra con la modificación llevada a cabo por el compositor Raoul Gunsbourg.
El personaje de Brander fue cantado con toda propiedad por Christian Peregrino, integrante del coro estable, dotado de una sólida formación académica e indudable temple para afrontar el cometido, seguramente y por esta muy buena participación, capaz de desarrollar una carrera de mérito como solista.
Se ha dejado para el final una consideración sobre Cecilia Díaz, encarnando a Margarita, empresa que es una de las más difíciles para soprano o mezzosoprano con agudos, en razón de las dificultades extremas que Berlioz le reservó.
El triunfo de la cantante argentina fue rotundo en lo que aparece como una de sus más notables actuaciones de su ya trascendente evolución artística, porque dejó escuchar una voz de amplio volumen, fraseo y afinación impecable, canto acertadamente melancólico y sumamente refinado y, por sobre todo, una formidable capacidad de fiato para entonar las nostálgicas estrofas de la canción arcaica al Rey de Thule y, más aún, las de la hermosa aria "D´amour l´ardene flamme...", donde la voz debe ensamblarse con la cautivante melodía y sonido del corno inglés (formidable Marcelo Baus en su cometido), aporte novedoso del compositor de Francia a la historia de la orquestación de la música occidental.
En resumen, fue excelente la versión de "La condenación de Fausto", de Berlioz, que será ofrecida nuevamente esta noche, a las 20.30, en función del Gran abono, y luego pasado mañana (Abono nocturno tradicional), el sábado (Abono nocturno nuevo) y el martes (Abono especial).





