Yupanqui, el perseguidor del viento y el silencio
Su obra folklórica, donde se destacan temas como "Los ejes de mi carreta" y "El arriero", sigue siendo una referencia indispensable para la música popular argentina
A cien años de su nacimiento, su música sigue brotando como un manantial de dentro de la tierra. Será que la obra de Atahualpa Yupanqui sigue siendo tan inabarcable, perdurable y tan cercana como el cosmos que nos rodea. Había nacido en Campo de la Cruz, en una familia humilde de trabajadores de campo, con el nombre de Héctor Roberto Chavero, el 31 de enero de 1908. Con sólo siete años se cambiaría el nombre por Atahualpa, y en la adolescencia adoptaría el Yupanqui, que lo transformaría en uno de los últimos amautas.
Descubrió su destino del canto de pequeño, a los cinco años, de mirarse "pa dentro" y de escuchar el sonido de la guitarra. "Los dedos solamente caminan; a la guitarra no debe quitársele el sonido, la capacidad de darse. Si usted la pone mucho contra el pecho la guitarra empieza a negarle el sonido. Dele espacio, hágase cóncavo, hágase arco... para que la flecha suelte su mensaje infinito y libre", solía decir con sabiduría.
Tuvo varios maestros en su infancia y adolescencia: el cura vasco Ricardo Rozaens, que le traspasó los rudimentos del violín; el peón Mengucho Sosa, que le enseñó "el puchero y tumba, tumba y puchero" de la milonga, y el guitarrista Rubén Almirón, que le hizo descubrir a Bach y Albeniz. Fue peón, telegrafista y periodista, pero su gran maestro fue el camino, que lo cruzó con paisanos que le transmitieron su filosofía popular. "Los anónimos para mí son gente sagrada -decía Yupanqui-. Son los que aciertan con el meollo, con el caracú de las honduras populares en cuanto a sentimientos, en cuanto a manejar elementos tan sencillos y universales como el amor, el dolor, la vida, la muerte, la esperanza, el llanto, la sonrisa." La otra enseñanza fundamental la aprendió de sus ancestros: "Un viejo proverbio indio dice: «Cuando hables procura que tus palabras sean mejor que el silencio»". Persiguiendo incansable ese silencio en el sonido de la guitarra y en la hondura de sus letras, fraguó toda su obra. Publicó libros de viajes y poemas, como El canto del viento y Del algarrobo al cerezo; editó obras cumbres, como El payador perseguido (el Martín Fierro del cancionero popular), y dejó una prolífica obra compositiva, con piezas inmortales como "Las preguntitas", "El arriero", "Los hermanos", "Los ejes de mi carreta" y "Le tengo rabia al silencio". En esas canciones se puede encontrar el rastro de una sabiduría antigua, que aprendió en una vida trashumante, conociendo y transmitiendo los pesares, las soledades y las alegrías del peón golondrina, el guitarrero y el coplero anónimo. " Yo no sé qué tendrán los yuyitos de mi tierra, que cuando sienten alivio ellos mismos se endereizan. Al tranco los pisotean las mulas y los sotretas y nacen las hojas verdes por entre las hojas secas. Así debe ser el criollo, malo es que tarde se aprienda, igualito y parejito como el yuyo de mi tierra, que nazcan sus hojas verdes por entre sus hojas secas. "
Fue prohibido y torturado. Vivió en el exilio errante. Deslumbró a París y se deslumbró con Japón. Pero las cenizas de su cuerpo y su espíritu quedaron para siempre al pie de un roble en Cerro Colorado. " Celebro mi destino de sentir como siento, de vivir como vivo, de morir como muero. Y porque lo celebro y soy, al fin, la nada de la sombra de un verso, os digo muchas gracias. Mil gracias, sí, señor de la vida y de la muerte, de ser apenas esto, brizna efímera y leve. Y de pasar los días finales de la vida con las manos vacías y el corazón profundo. " Don Atahualpa murió el 23 de mayo de 1992 en Nimes, Francia, acompañado por el silencio de guitarra, pero sus canciones siguen soplando en el viento.
SUMA PAZ
Etica y estética
"Fue el maestro en el más amplio sentido de la palabra. Porque maestro no es sólo aquel que está para ser seguido como modelo, sino el que muestra el camino. No lo fue sólo para mí, sino también para los artistas interesados en mostrar la cultura de nuestra América. Yupanqui tuvo una conjugación de valores éticos y estéticos. Pero no sé si todavía le llegó el verdadero reconocimiento. Como digo siempre, frente a las grandes montañas hay que tomar distancia para verlas bien."
MANOLO JUAREZ
Letra y música
"Atahualpa es una importante conjunción de cosas. Porque hay gente que compuso mejores músicas que él y hay otros que escribieron mejores letras. También hay duplas de autor-compositor muy buenas, pero la conjunción de ambas cualidades que se dio en Yupanqui fue muy importante. Yo tuve una buena relación con él. Era muy ácido, un tipo difícil, pero abrió muchos caminos. Fue un referente del pensamiento popular."
JAIRO
Una personalidad
"Para mí es como el centenario de Gardel. Yupanqui ha dejado un legado. Fue un sostén fuerte para mí en lugares como Cosquín, donde había cierta resistencia a cualquiera que no fuera folklorista. Era gran conversador, memorioso, con facilidad de palabra, culto y mordaz. Cuando lo conocí, al llegar a Francia, era una personalidad argentina en Europa. Lamentablemente también pasó por problemas económicos y momentos dolorosos, como la muerte de su esposa."