El actor, que protagoniza la obra El botones en el teatro Provincial de Mar del Plata, en una extensa charla con LA NACION reveló aspectos desconocidos de su intimidad
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MAR DEL PLATA.- “Me encanta pensar mucho y programar lo que hago, pero siempre termino a las corridas”. Darío Lopilato comienza la charla con LA NACION recordando cómo transcurrió su inicio de temporada, antes del debut de la comedia El botones, que encabeza en el teatro Provincial de esta ciudad.
El actor se refiere a los continuos viajes que realiza a Canadá para encontrarse con su hermana Luisana, radicada en Vancouver junto a su marido, el cantante Michael Bublé, y los hijos del matrimonio. Darío prioriza a su familia, aún cuando deba recorrer miles de kilómetros para poder permanecer tan solo un puñado de horas junto a los suyos, como le sucedió durante las últimas fiestas de Navidad y Fin de Año, periplo que también incluyó un descanso en Miami junto a su novia, la modelo y actriz María Irigaray.
“Cuando hicimos Casados con hijos en el Gran Rex, estaba toda la familia con nosotros, hermanas, sobrinos y mi cuñado, que es muy integrador, de hecho, antes de venirme a Mar del Plata, quería que me quedara más días con ellos”, asegura. Lopilato también encuentra en Bublé a un consejero: “Me alienta permanentemente a continuar con mi profesión a pesar de los sacrificios. Siempre me dice que me entiende perfecto, dado que él también, dadas las enormes giras que realiza, debe sacrificar momentos junto a su familia”.
-¿En qué idioma se hablan?
-Él me habla en castellano y yo le respondo en un inglés malísimo.
-¿Se entienden?
-Sí, sin ningún problema.
Hace dos décadas, Darío Lopilato realizó su primera temporada en Mar del Plata, a partir de una propuesta del productor Aldo Funes, con quien luego trabajó en varias oportunidades, incluida la experiencia actual. Aquella primera vez en esta ciudad balnearia, la obra en cuestión fue la comedia Compasión, donde compartió la escena junto a Germán Kraus, Claudia Albertario, Luly Drozdek y Stella Maris Lanzani. Antes, su debut en el teatro comercial había sucedido en el teatro Metropolitan de Buenos Aires, cuando integró el elenco de la comedia El tenor, encabezada por Germán Kraus y Rodolfo Ranni. “Hoy siento que hago un spin off de aquello, porque mi personaje actual, como en esa obra, es un botones”.
En la presente temporada, Lopilato juega sus escenas de la comedia El botones, escrita por Fernando Schmidt, junto a Viviana Saccone, Laura Novoa y Fabio Di Tomaso, dirigidos por Roberto Antier. Su labor fue reconocida con la nominación en el rubro actor de Comedia en la reciente edición de los premios Estrella de Mar.
“Un matrimonio de recién casados se hospeda en la suite nupcial de un hotel sin saber que contarán con la presencia del botones dentro de la misma durante toda la estadía, como un servicio más del lugar”, describe el actor sin querer adelantar demasiado sobre los cuatro momentos que plantea el material.
Infortunios
Ya transitando la última parte de la temporada marplatense, el actor se apresta a desnudar algunos aspectos poco conocidos de su vida, como su profunda fe religiosa y cómo esa convicción atraviesa cada minuto de su día, incluidos los momentos previos a salir a escena.
A la hora de pensar en momentos adversos no duda en referirse al cuadro de salud vivido por Noah, uno de sus sobrinos -hijo de su hermana Luisana y de Michael Bublé- siendo muy pequeño. “Son esos cachetazos que te da la vida y que te hacen entender que uno no se tiene que enganchar con cualquier pavada, que hay temas que son realmente importantes. Hoy tiene diez años, pero cuando pasó todo, uno sentía que lo iba a perder siendo muy chiquitito, pero sucedió el milagro de Dios. Las cosas más importantes son las que tenemos al alcance de la mano, las esenciales, y no las que no se poseen. El nene hoy juega conmigo a la lucha y eso es lo que importa”.
-En general, la vorágine de lo cotidiano hace perder de vista la escala de valores.
-Podés tener toda la riqueza, pero si no están tus viejos, tus hermanos al lado, no tenés nada.
-De todos modos, la partida de los padres se encuadra dentro de un orden natural, cuando la pérdida puede acontecer en torno a un niño, hay algo allí que se rompe, que genera un desacuerdo en el equilibrio de la vida.
-No hablo de ninguna religió en particular, pero si se cree en Dios y en sus milagros, el de mi sobrino fue un milagro. Nosotros siempre hemos sido una familia de fe.
-Son evangelistas.
-Sí, aunque eso ni siquiera es una religión, sino que tiene que ver con el Evangelio de Dios. En tal caso, en términos de religión, tendríamos que pensar en Cristiano Católico Apostólico no Romano.
-¿Sos practicante?
-Siento que semanalmente, de una u otra forma, tengo que estar ejerciendo esa fe de manera puntual. No es una obligación, pero necesito mis momentos a solas, leer la palabra de Dios. Antes de venir a Mar del Plata, cuando pasé por Buenos Aires, busqué mi Biblia y me la traje.
-¿Llevás adelante una práctica cotidiana de la lectura de la Biblia?
-Sí. Lo hago porque lo siento. Cuando tengo un mal día, dedico un momentito a orar y toda esa carga se me va. Tengo versículos marcados para releer. El Salmo 91 dice “el que habite el abrigo del altísimo, morará bajo la sombra del omnipotente. Diré yo a Jehová, castillo mío y esperanza mía, mi Dios en quien confiaré”. Es un versículo de protección, hay que leer esas cosas.
-¿Cómo lo aplicás en lo cotidiano?
-Antes de cada función que me toca hacer, me arrodillo y me encomiendo a Dios. Sé que todo lo que va a pasar, estará bien. Son formas.
-Eso no significa dejar todo en manos de Dios sin apelar a la libertad de ejercer la vida.
-Es que las decisiones las toma uno, nadie te obliga a nada.
-Más allá del credo que se profese, ¿con fe se transita mejor la vida?
-Es la fe en Cristo, hoy en día están pasando demasiadas cosas negativas, así que es necesario. A veces decís “no puede suceder esto”, sin embargo, sabés que, del otro lado, hay alguien que te está protegiendo. Cuando una persona me dice que tiene que cumplir con algo imposible, siempre respondo “no hay imposibles para Dios”. Hay que buscarlo. Además, uno lo vivió, lo de mi sobrino fue algo imposible para la medicina del hombre.
-El pronóstico médico, ¿llegó a ese grado de gravedad?
-Sí, fue a ese extremo. Ahí es cuando entendés que ni toda la plata del mundo hace nada. Como lo viví, lo entiendo. Por eso, cuando alguien tiene un imposible delante suyo, siempre le digo “andá a la Iglesia en busca de Dios”.
-Cuando sucede una tragedia muy grande y muy difícil de soportar, mucha gente se aleja de Dios.
-Y es lógico, uno se enoja, te preguntás por qué te sucede; pero lo que hay que entender es que todo tiene un propósito.
-¿Todo tiene un propósito? ¿Todo es un plan divino?
-Todo está planificado. A veces, te vas alejando de esa fe, pero es bueno volver.
Se ríe cuando se le sugiere que en el “plan divino” aún no están contemplados ni el casamiento ni los hijos: “Me traje a la ´flaca´ a Mar del Plata”. Con María Irigaray se conocieron cuando ambos compartieron el elenco de la comedia Vamos a contar mentiras. “Ya tengo 43 años”, confiesa, casi con un dejo de culpa -o no tanto- por no haber formado aún la propia familia.
-¿Conviven?
-Se van dando las cosas, no sé bien qué situación es. Lo que me doy cuenta es que antes entraba toda mi ropa en el placard y ahora no.
-¿No existe el deseo de la paternidad?
-Tengo cuatro sobrinos de parte de Luisana y dos de parte de mi hermana Daniela. Son todos hermosos y, aunque no tengo un vínculo de padre, los disfruto mucho. Hubo una época que decía que iba a tener siete hijos, hoy creo que tendré uno y medio. Cuando uno se convierte en papá comienza a comprender a sus propios padres. Me pasa como tío, les digo las mismas cosas que mis viejos me decían a mí. Ser padre es un trabajo, un hermoso trabajo, pero hay que saber hacerlo. Mis hermanas son madrazas y mis cuñados son excelentes, siempre presentes.
Trascender un suceso
-¿Qué tiene que tener un proyecto para que te decidas a hacerlo?
-Es muy difícil, generalmente no me gusta nada de lo que me ofrecen.
-¿Qué te gusta?
-Me interesa el teatro vivo, el tono de la sitcom.
Indudablemente, no se puede separar al actor de su vínculo con Coqui Argento, el personaje que le tocó interpretar en la serie televisiva Casados con hijos y también en su puesta teatral. Si bien la versión local de la sitcom no causó mayor efecto al momento de su estreno -durante la temporada 2005-, lo cierto es que las constantes repeticiones a las que Telefe sometió a esta producción terminaron convirtiéndola en un formato “de culto” con muy buena audiencia. “Es muy loco lo que sucede con Coqui. Estando de viaje me ha parado gente de Venezuela, Chile, Colombia para comentarme el personaje, en los aeropuertos me preguntan ´¿vos sos Coqui?´”
-Cuando un personaje se inserta tanto en el público, ¿puede convertirse en un ancla para el actor?
-No reniego de lo que sucede con Coqui, me encanta. Es un trabajo de hace veinte años y sigue dando vueltas.
Algo de la historia de los Argento, una típica familia venida a menos y enroscada en las desavenencias, encendió la empatía del público. Guillermo Francella, Florencia Peña, Érica Rivas, Marcelo de Bellis y Luisana Lopilato conformaron un elenco perfecto en el que Darío Lopilato encontró el espacio de pertenencia con su construcción de Coqui Argento, un eterno adolescente sin vocación por nada, más allá que por profesarle amor a las mujeres, pero sin mayor éxito.
“A la hora de trabajar soy obsesivo y me doy cuenta que, a medida que me pongo más grande, todo eso se profundiza. En cambio, cuando hice el programa quizás no tenía tan clara las herramientas que hoy sí manejo a conciencia”, reflexiona.
-En aquella época, ¿aparecía la intuición a la hora de interpretar?
-Sí, y me sirvió para el rol, pero hoy me acerco desde otro lugar, con más oficio y técnica.
Luego de una temporada de verano récord en el teatro Gran Rex, Casados con hijos se dio durante las vacaciones de invierno del año pasado en la Plaza de la Música de Córdoba, logrando igual repercusión de público.
-¿Es real que estás enemistado con tu compañero Marcelo de Bellis?
-No, para nada. Es el primo que siempre está. Con todo el elenco somos familia. Podemos no vernos durante un tiempo y cuando nos encontramos es como si hubiésemos estado cenando la noche anterior.
-El famoso “decíamos ayer” que se le atribuye erróneamente a Fray Luis de León apresado por la Inquisición.
-A nosotros nos pasa igual, siempre es como si la charla la hubiésemos interrumpido el día anterior.
-¿Volverá Casados con hijos?
-No lo sé.
-No lo negás.
-Siempre nos despedimos con un “hasta siempre”. Hoy en día es tan terapéutica la comedia que, justamente por eso, no puedo decir ni que no volverá jamás y mucho menos que renegar de ese trabajo. El otro día, cenando en un restaurante, una señora se me acercó y me comentó que le alegrábamos la vida a ella y a su esposo. Luego que le agradecí, me remarcó “es muy importante lo que hacen, mi marido tiene una enfermedad terminal y cuando vemos el programa nos olvidamos de eso”. Por supuesto, dejé de comer, me puse de pie y la abracé. Es un laburo muy difícil el de hacer reír.
Darío Lopilato es licenciado en Ciencias Ambientales, una primera vocación que nada tiene que ver con la actuación. “Antes me había recibido de técnico electrónico”, aclara. Sin embargo, como toda la vida le había gustado “jugar al teatro”, incluso en el colegio, comenzó a estudiar con diversos maestros, entre ellos Raúl Serrano y Norman Briski. “Me formatearon las herramientas que yo aplicaba por intuición, pero ellos te explican cómo uno llegaba al resultado, te explicaban el proceso”, asegura.
Fraternidad
-Nunca es sencillo trabajar en familia y, en el medio artístico, no fueron pocos los hermanos que compartieron la vocación y, competencia mediante, terminaron enemistados. No sucede eso entre Luisana y vos.
-Yo no peleo jamás un cartel, mi forma de trabajar es ponerme a disposición del proyecto y que mi compañero se pueda lucir, porque si el otro está bien, yo también voy a brillar y la comedia se va a contar bien.
-Pero yo te hablaba de tu hermana, más allá del vínculo como colegas se suma lo sanguíneo.
-Luisana y yo somos de la misma escuela, de estar al servicio de lo que se quiere contar. Es una bendición trabajar con ella. Es muy hermoso trabajar juntos, se produce como una simbiosis. Si bien tenemos un libro, hay cosas que no se ensayan, algo que no sucede con cualquier compañero, pero sí me pasa con ella, porque nos conocemos mucho. Te voy a blanquear algo…
-A eso vinimos.
-Casados con hijos casi no se ensayó.
-¿Te referís a la sitcom o a la versión teatral?
-Lo digo por el teatro, solo tuvimos una semana de ensayos presenciales, porque Luisana estaba en el exterior, así que hicimos mucho por videoconferencia.
-Si bien, imagino que deben ser diferentes a los hermanos Argento que interpretan, el vínculo real debe haberlos ayudado a construir ficción.
-Seguramente, pero también me sucede con (Marcelo) De Bellis o con Laurita Novoa.
-A propósito de la postura de Érica Rivas y su decisión de no participar de la versión teatral por no estar de acuerdo con los guiones y lo que ella entendía que era una mirada poco condescendiente con las mujeres, lo cierto es que los personajes femeninos de Casados con hijos no dudan en tomar las riendas del vínculo con los hombres, siendo un material con una mirada muy poco patriarcal.
-Cuando hicimos el programa, el personaje de María Elena, que interpretaba Érica (Rivas), fue uno de los primeros de tono feminista.
-Al menos en el plano del humor.
-No era lo habitual en esa época.
-Luego de sus declaraciones negativas sobre el programa, ¿tuviste trato con ella?
-Erica ha sido una persona y compañera hermosa. Si bien, luego de Casados con hijos no nos cruzamos más, compartimos un par de mensajes por Instagram, alguna felicitación de ambas partes por algún trabajo. Respeto las decisiones de los compañeros, su visión fue no estar, aunque, cuando te llama la Selección Argentina, uno siempre quiere jugar el partido.
-Entonces, ¿vuelve o no vuelve la sitcom o la obra de teatro?
-En Estados Unidos hubo un spin off que mostró cómo siguió la vida del que fuera mi personaje. Acá sería mostrar qué sucedió con Coqui Argento, si formó familia o no, qué hizo con su vida. Estoy detrás de eso, de qué manera se podría hacer. De todos modos, antes hay que ver qué sucede con Casados con hijos.
-La serie está subida a la plataforma de Netflix, ¿existe la posibilidad de rodar nuevos episodios con la participación de todos los personajes?
-Sí, puede ser, se está hablando. Con Casados con hijos nunca se sabe qué puede suceder, está muy vivo en la gente. La primera vez que se decidió hacer teatro, se vendieron 70 mil entradas anticipadas que tuvieron que devolverse cuando se frenó todo por la pandemia.
-Regresaron con más fuerza.
-Cuando superamos la pandemia, se arrancó de una manera muy tímida, dado el contexto, pero esa temporada explotó la obra y se vendieron 200 mil entradas. De todos modos, sé separar las cosas, conozco cómo son los vaivenes de este trabajo.
-Disfrutar si también se hace una obra para cincuenta espectadores...
-Exactamente.
-Aunque se gane menos.
-Llegamos a hacer tres funciones con el Gran Rex repleto. Salía en auto del teatro con policías rodeándome. A veces, abría el techo, me paraba en el asiento y saludaba a la gente tipo los Beatles. Había un cariño de la gente muy fuerte, que tenía que ver con haberlos acompañado durante veinte años.
-De todos modos, es sano para quien lo vive entender que es algo excepcional.
-Desde ya que sí. Y uno renueva las expectativas con cada proyecto. Como dice (Carlos) Rottemberg, una vez que se montó una obra, hay que sentarse a esperar como cuando se compra un billete de lotería.
-Más allá de Casados con hijos, con tu hermana Luisana, ¿contemplan algún proyecto para hacer juntos?
-Tenemos muchas ideas, pero ella es muy madraza y ahora está dedicada a sus hijos. De todos modos, cuando nos llegan proyectos de manera separada, cada uno le pide consejos al otro. Nos leemos los guiones, opinamos. Incluso mi cuñado suele opinar.
En 2019, fue Michael Bublé quien lo alentó a aceptar trabajar en Hello, Dolly, ya que el actor desconocía la obra. “Tuve que cantar y bailar, es un género hermoso”. Hoy cuenta con varios proyectos para hacer en teatro, varios de ellos vinculados al público infantil: “Es el más difícil para comunicar, pero muy hermoso”. Y adelanta que “sería un metaverso sobre el universo del bosque con varios cuentos clásicos adaptados”.
-Hablando de niños, no me respondiste sobre el deseo o no de la paternidad.
-Ser padre es un deseo, ahí se cierra el ciclo de hijo y comienza otra etapa.
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