Marcela Feudale es mucho mas que la clásica risotada de ShowMatch. La "enana", como le dicen en el programa de Marcelo Tinelli, tiene varias vidas en una y todas vinculadas a la radio. Después de pasar por muchos programas en diferentes emisoras, los sábados conduce Feudale Café, en FM Cielo. También es panelista en Implacables y produce videos sobre historia en YouTube. Hace de grande lo que soñaba de chica, cuando jugaba en su casa y el sonido ambiente era la voz de Hugo Guerrero Marthineitz. En esa época, su padre tenía un laboratorio de química y cosmética y una parte del trabajo la hacían su mamá y su abuela en su casa: mientras metían sombras y polvo volátil en las cajas, escuchaban la radio. "Un día me puse a hacer radio, casi inconscientemente", recuerda. "Mi hermana hacía móviles y mi mamá se ponía la mano en la boca y simulaba que transmitía desde un helicóptero".
-¿Grababas todo en un cassette?
-En un grabador que le habían regalado a mi hermana. Hacíamos libretos, radioteatro y la comunicación con uno que nos hablaba de deporte, de fútbol... Así arrancó y me acuerdo que un día fuimos con mi abuela a tomar la leche a un lugar frente a Radio Belgrano, yo tenía once años y vi que entró alguien con una capa verde muy larga y un sombrero. "Yo quiero eso", pensé.
-¿Quién era la de la capa?
-Debe haber sido Nucha Amengual. En ese entonces era muy común que la locutora sea una figura y cuando a los 14, 15 años empecé a pensar qué podía estudiar, surgió esto. Tenía un tío que era periodista de Perfil, que me dijo: "Marce, vos tenés una voz muy linda, ¿por qué no te anotás en locución?" Yo no sabía que ese juego que yo hacía era una carrera.
-¿Fuiste al ISER?
-Fui dos veces. La primera me dijeron que leía muy bien, pero que tenía fea voz. La segunda, que tenía muy linda voz pero que leía muy mal. Era la época de los militares y había mucho acomodo. Entonces fui al Cosal, donde también me dijeron que no y me mandaron a hacer un curso de foniatría. Lo hice y al año siguiente entré.
-¿Nada de eso te tiró para atrás?
-No, no, al contrario, tenía a mi viejo que me acompañaba mucho.
-¿Te apoyó desde el principio?
-Me dijo: "¿Estás segura? Mirá que te vas morir de hambre". Le dije que no. Al tiempo me lo volvió a decir y le repetí: "No, papá, no me voy a morir de hambre".
-¿Cómo estabas tan segura?
-Porque tenía mucha fe. Yo sabía que no me iba a ir mal. Lo sentía. No sé si fue la inconsciencia de cuando uno es joven, qué se yo. Yo iba a las pruebas de locución y decía: "Yo soy la que va a quedar". Y quedaba.
-¡Qué autoestima!
-Terrible. "Yo soy la mejor que hay acá, yo soy la que va a quedar", pensaba. Las miraba a todas pero no se los decía y era tal cual.
-¿Y cuál fue tu primer trabajo importante?
-Cuando me recibí fui a buscar trabajo a Canal 7 y me encontré con Luis Albornoz que me dijo: "Andate a Talcahuano y Santa Fe, que están tomando pruebas a minas nada más para una radio que va a salir que va a ser una bomba". Fui y como cualquier hijo de vecino hice lo que ahora llaman casting. Era la Rock and Pop y entré. Me recibí el 18 de diciembre y el 23 ya tenía trabajo. Arranqué el 25 de enero, que fue el primer día que salió la radio al aire.
-Sos del equipo fundador de la Rock and Pop.
-Sí, sí, tuve una carrera muy linda ahí. En ese momento, los hombres anunciaban los temas musicales y las mujeres hacíamos la parte publicitaria. Después, con el tiempo, llegó Daniel Grinbank, cambió todo... Yo seguí y tuve un programa a la noche que se llamaba Rescate emotivo. Antes, había entrado a Radio Del Plata donde hacía un ciclo de rock, Submarino amarillo.
-¿Eras rockera?
-Norberto Verea me decía que era la metalera más chiquita del universo. Yo andaba con tachas. Iba a Cemento, a Palladium, a los recitales...
-¿Sabés mucho de música?
-Bastante. Después me alejé un poco porque cuando entré a funcionar con Tinelli en Videomatch y era como que chocaban los productos. Era una época donde había mucha división entre lo que era el rock, la vanguardia y lo que era el show business. Entonces me lo plantearon como una posibilidad y no había mucha vuelta para darle.
-¿Cómo llegaste a trabajar con Tinelli?
-Me llamó Claudio Villarruel para ver si me interesaba hacer la locución del programa. Le dije que trabajaba en Rock and Pop y me dijo que fuera al canal. Ahí hablamos, me convenció, arreglamos la plata y listo.
-¿Dejaste la radio?
-Seguí un tiempo, pero medio como que no tenía mucho que ver un producto con el otro porque el rock no tenía nada que ver con lo que era Marcelo.
-¿Alguien te hizo ese planteo?
-No me lo plantearon pero no funcionaba. En esa época era muy común: o estabas en el rock o anunciabas a Ricardo Montaner.
-Un prejuicio.
-Pero en la Argentina nos manejamos con prejuicios, todavía hay un montón. Por suerte, después pude seguir trabajando en radio porque me llamó [Juan Alberto] Mateyko para hacer un programa en Radio Rivadavia.
-Tinelli y Mateyko tenían más que ver.
-Claro, eran productos afines. Ahí, Marcelo me ofreció un espacio en Radio Uno. Entonces, estaba con Mateyko y tenía lo de la Uno. Económicamente también me convenía muchísimo más, era un combo más interesante.
-¿Nunca te arrepentiste de ese cambio?
-Había que digerir no poner un Fito Páez y poner un Ricardo Montaner. Al principio me costó un poco.
-¿No te gustaba Montaner?
-No me gustaba.
-¿Te terminó gustando?
-Lo terminé aceptando como parte de mi profesión. Hay algunas cosas que me gustaron, otras que no. Después las radio latinas se abrieron un poco más al rock. No te pasaban Los redondos pero bueno... Yo amaba a Los redondos, a Sumo...
-¿Lo viviste como algo traumático?
-En el momento me costó porque era como traicionar un poco lo que yo era. Era traumático en el sentido que vos decías que ibas a hacer algo por plata y no porque te gustaba. Entonces, te enroscabas al pedo. Con el tiempo, gracias a Dios, cambió eso.
-La gente que te critica que lo hacés por plata después termina haciendo cosas por plata.
-Es que esto es una forma de vida, es para comer. Quizás cuando sos más pendejo, sos más idealista, pero la bocha giró para ese lado y yo no la podía torcer. Fue lo que tenía que ser y nada más. No me arrepiento, la pasé bárbaro.
-¿Te sirvió abrirte?
-Sí, me llamaron de otras radios, trabajé en Radio 10, tuve mi propio programa.
-¿Siempre fuiste una locutora que iba más allá de decir lo obvio?
-Yo quería conducir programas. No quería ser la locutora de turno. No lo denosto porque hay mucha gente que quería vivir de eso, pero yo quería conducir.
-¿Por eso estudiaste Periodismo también?
-Sí, porque admiraba mucho lo que hacían Enrique Vázquez y Eduardo Aliverti. Ellos eran locutores, pero habían logrado hacer sus programas periodísticos y esa era mi idea.
-¿Te sirvió estudiar?
-Me sirvió, pero después sentí como que necesitaba algo más y me metí a estudiar Historia.
-¿Por qué?
-Cuando estás conduciendo, el programa te pide cosas, te pide conclusiones y si no tenés recursos, el naufragio es seguro. A mí me iba muy bien, pero sentía que necesitaba más recursos intelectuales. Me parece que hoy en día los periodistas, los conductores, los panelistas tienen que saber. Tienen que entender, conocer de leyes, estar muy actualizados. Ya en aquel momento era de rigor porque vos tenías gente que había hecho historia en la radio y que no eran cuatro de copas. Eran gente con un intelecto muy alto y me parece que, si bien hoy en día estamos un poquito más abajo, para mí es necesario que la gente tenga conocimiento. No se puede decir cualquier cosa. Es muy riesgoso y lamentablemente sucede. A veces yo discuto que la gente tiene que estar preparada para los medios y me dicen: "No es lo mismo que un médico". Y yo creo que sí, puede matar de varias maneras.
-¿Cómo fue trabajar en Rock and Pop siendo mujer?
-Era un sistema patriarcal cien por cien. Nosotras acompañábamos al hombre. Está demostrado. Me costó muchísimo. Muchas veces me he ido puteando y cerrando puertas, pero tuve siempre mucho carácter. Eso me protegió. Y nunca fui a buscar amigos a los medios. Entonces, si surgió la amistad, surgió casualmente. Yo me iba a mi casa, no estaba de caravana, contando mi vida, ni nada por el estilo. Eso me protegió de todo.
-¿Y en el Videomatch de los 90?
-La pasé muy bien. Es cierto que con el transcurso del tiempo uno se da cuenta cuántas cosas tiene metidas en la cabeza que parecen normales y a la luz de lo que hoy es el feminismo y de las pautas que estamos imponiendo para vivir en una próxima sociedad, te das cuenta que eran cosas horribles, espantosas, pero eran asumidas como eso: el chiste a la mujer, al gordo, a la enana... Creo que todos los que estábamos en Videomatch hoy en día lo podemos evaluar. En aquel entonces era muy normal y, en honor a la verdad, los chicos me protegieron siempre, me cuidaron. Si alguno pensó que podía tener algo conmigo y yo le dije que no, no avanzó más.
-¿Te invitaron a salir...?
-Sí, pero yo no quería tener parejas dentro del medio, siempre las tuve afuera. Por eso nadie se enteró.
-Tenías otra vida.
-Que nadie supo nunca.
-¿Por qué?
-Porque mi trabajo es éste. Después, todo lo demás es mío.
-Hay una movida de mujeres que reivindican el hecho de no querer ser madres. ¿Te sentís identificada con eso?
-Yo nunca quise ser mamá. Es mi derecho. Una vez lo comenté en un programa en la década del 90 y fue un escándalo. Era como que el mandato social tenía que cumplirse. Entonces no me entendían. Tampoco nunca me quise casar. A mí me gustaba trabajar. Amaba esto y quería hacerlo las 24 horas. Tenía un compromiso muy grande con la profesión.
-¿Te daba satisfacción?
-Sí, mucha. Tuve novios, tuve amantes, tuve de todo, pero siempre en secreto. Es muy gracioso porque todos te preguntan. Todos suponen de la vida de uno... Pero está bien, que hagan lo que quieran.
-¿Qué suponen?
-Y, como no presentás un novio, tienen para decir cualquier cosa. Fantasean.
-¿Que salís con una chica, por ejemplo?
-Sí, claro. "Es torta". Y en aquel entonces era problemático el tema, pero si lo hubiese sido, no importaba, no pasaba por ahí. La cuestión es que yo, particularmente, no tenía esos mandatos en mi cabeza. Disfruté muchísimos de mis sobrinos y no quería atarme. Nunca quise tener un marido que me esperara en casa para cocinar. No quería un hijo para llevarlo al colegio y no lo quiero hoy.
-¿Qué decían tus padres de esto?
-Mi viejo era muy particular. Muy, muy, muy especial. Desde chicas nos metió en la cabeza que teníamos que estudiar, que teníamos que tener un título, que teníamos que ser profesionales. Porque la vida era compleja.
-Quizás el mandato era ése.
-Puede ser. Yo creo que los padres te marcan absolutamente.
-Por lo que contás, tu papá era espectacular.
-Mi papá era un genio. A veces demasiado sobreprotector, se extralimitaba. Yo por eso empecé a separar. Solamente entraba un novio a mi casa cuando yo creía que la cosa iba en serio. En el mientras tanto no lo llevaba sino era un drama familiar si me separaba. Mi papá siempre me decía que no me pusiera de novia y menos que me casara joven. Siempre me decía eso.
-¿Llegó a verte trabajando?
-Sí, llegó. Estaba muy orgulloso de mí. Después de que dejó sus empresas, se dedicó a enseñar física y química en los colegios del Estado y de eso vivió hasta que falleció. A veces me encuentro con alumnos de él. Era muy querido mi papá. Ocho colegios tenía. Siempre me decía que estaba orgullos de mi y me traía hojas y me decía: "Tomá, firmá autógrafos".
-¿Alguna vez hablaste con él esto de que no querías tener hijos?
-No, no, me parece que le quedó claro. Además como no tenía algo que se perfilara para el altar, mis relaciones pasaron a estar ocultas para ellos. Yo salía a la calle y ellos no sabían si estaba trabajando o viéndome con alguien.
-Ahora también tenés bajo perfil, incluso trabajando en ShowMatch, en donde siempre hay polémicas.
-A mí esas polémicas no me cierran, me incomodan. Si tuviera que trabajar hoy en un programa muy polémico, no podría.
-ShowMatch es re polémico.
-Sí, pero la estructura del programa es distinta, no requiere de mí, yo quiero otras cosas. Por eso me completa mucho mi programa de radio, el que hago en Canal 9 con Susana Roccasalvo. Implacables es de espectáculos, pero no es tan polémico.
Las polémicas de ShowMatch no me cierran, me incomodan. Si tuviera que trabajar hoy en un programa muy polémico, no podría
-Hace algunos años trabajaste en Infama.
-Y lo disfruté muchísimo, pero está allá. Esa polémica de Infama no sé si hoy me la bancaría.
-¿Te bancarías irte de ShowMatch? ¿Alguna vez lo hablaste?
-En algún momento lo pude haber hablado, pero hoy para mí ShowMatch es como un relojito. Yo lo tengo tan concebido, tan armadito...
-Ya saben que no querés líos...
-Igual, si surge la polémica la enfrento, no soy temerosa, soy combativa, pero también pienso que hay momentos que la pelea es muy dura porque pasa por lo personal.
-¿Cómo te sentís cuando empieza el programa y estás ahí, al lado de Tinelli?
-Es algo que quedó como histórico. Marcelo es re cabulero. Me parece que tiene que ver con eso. Yo lo quiero mucho a Marcelo. He discutido, me he peleado, he tenido diferencias. De todo ha pasado porque decir que no ha pasado nada en 27, 28 años sería muy gracioso. En honor a la verdad, lo que siento es que lo quiero mucho. Marcelo me divierte y yo siento que del otro lado viene una jeringa de amor. Es un tipo presente. Yo le mando mensajes y él me contesta estando en Europa, Estados Unidos, invierno, verano, siempre contesta.
-Vos sos muy fiel, también.
-En Infama yo hablaba porque tenía la autorización de él. Le escribía y le decía: "Marcelo, vamos a hablar de esto, ¿qué hago?" Siempre. Obviamente al programa le convenía esa línea directa. Era poder jugar el juego que jugábamos con Marina Calabró, que ella lo odiaba y yo lo quería.
-¿Tenés objetividad?
-Sí, nunca fui chupamedias. Yo no estoy obsesionada con Marcelo.
-¿Hay gente que es así?
-Creo que él también lo sabe. No tiene mucho futuro el chupamedias con Marcelo. Hay días que llega y hay que dejarlo y hay otros días que está más cariñoso. Yo creo que su vida no debe ser fácil y hay que saber manejarlo. Yo llevo muchos años al lado suyo. La sorpresa de los primeros años de trabajar con una figura, ya no la tengo, pero lo sigo reconociendo como tal. Tinelli es un divo, una figura de la televisión que no se va a repetir nunca más.
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