Cambió las finanzas por el diseño hace catorce años, y ahora nos muestra su última y mejor "obra": su departamento en Plaza San Martín que es un reflejo de su estilo
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Su vida dio un giro en 2000 cuando abandonó el mundo de las finanzas para dedicarse por completo al diseño y a su marca, Airedelsur. El éxito no tardó en llegar y en muy poco tiempo entre su lista de clientes se encontraban la reina Rania de Jordania, la presentadora Joan Rivers, la diseñadora Tory Burch y la afamada estilista de Hollywood Rachel Zoe. Así, en doce años Marcelo Lucini amplió sus horizontes y hoy está volcado al diseño de interiores, una nueva faceta que encara en su carrera. De hecho, su departamento en Plaza San Martín se convirtió en un auténtico reflejo de su estilo ecléctico y en él conviven piezas de arte contemporáneo con antigüedades y muebles de reconocidos diseñadores.
Junto a Ariel Estanga –su compañero de vida desde hace doce años y head designer de la línea de zapatos de Karl Lagerfeld–, abre para ¡Hola! las puertas de su departamento, ubicado en un edificio de estilo francés de fines del siglo XIX, y habla de su vida y su compromiso con el diseño argentino. "En cuanto entramos en esta casa y vimos la luz, las paredes y los techos altos, no dudamos en que era el lugar que siempre estuvimos buscando", cuenta.
"QUERIAMOS UNA CASA ANTIGUA Y MODERNA A LA VEZ"
–¿Qué los enamoró de este departamento?
–Hacía tiempo que queríamos mudarnos, algo que me costó porque por más de quince años viví en Palermo y en el fondo no quería dejar el barrio. Pero Ariel, muy silenciosamente, se puso a buscar y un día encontramos esta maravilla. Al mismo tiempo, apareció un interesado que quería comprar mi anterior departamento, así es que ya no tenía excusas. Además de que siempre me gustaron los edificios antiguos, tuvimos la suerte de que el matrimonio que vivía en esta casa tenía todo impecable: las boiseries, los pisos, los detalles originales... Y aunque todo estaba muy bien conservado, tuvimos que hacer una remodelación profunda en la cocina y los baños, además de implementar un sistema central de aire acondicionado y cambiar toda la instalación eléctrica. Tratamos de respetar la mayor cantidad de detalles originales, pero al mismo tiempo queríamos ponerle nuestra impronta. Por ejemplo, decidimos no poner cortinas y así lograr una casa moderna y no tan afrancesada.
UN SOLDADO DEL KAISER DE LA MODA
–Ariel, ¿cómo ingresaste al equipo de Karl Lagerfeld?
–Desde hace mucho tiempo estaba buscando nuevos horizontes en mi carrera como diseñador. A finales del año pasado llegó a mis oídos que Lagerfeld estaba buscando un diseñador para su línea de zapatos y decidí mandar mi porfolio: a la semana me llamaron para decirme que querían que viajara a Holanda para entrevistarme con el presidente de la compañía. La oferta llegó al poco tiempo y en quince días ya estaba en Amsterdam trabajando en el equipo creativo de Karl Lagerfeld, quien hace un par de años relanzó su firma con miras a expandirse por todo el mundo, ya que antes era lo que se conoce propiamente como una "marca de nicho".
–¿Qué significa trabajar para una leyenda de la moda como Lagerfeld?
–Fue un cambio radical, ya que tengo que viajar mucho a París, que es donde están las oficinas centrales, y a Italia, el país donde se fabrica la mayoría de los calzados de la marca. Además, debo interactuar en tres idiomas distintos y la cultura de trabajo es completamente diferente a la que viví en Zara, la compañía en la que trabajé anteriormente.
–Hablemos de tu primer encuentro con Karl...
–Por un lado, estaba nervioso, ya que tuve que diseñar en pocos meses mi primera colección, que fue la de Primavera-Verano 2015. Recuerdo que me llamó a su oficina en París porque quería conocerme y ver lo que sería la nueva colección de calzado. Cuando nos presentaron me encontré con un hombre muy cálido y educado; el encuentro fue muy fluido, y para mis adentros pensé: "Voy a empezar con buen pie". Es un hombre que tiene una cabeza increíble. Ya estoy por terminar mi segunda colección y lo que más me sorprende de él es su buena educación y su prudencia, ya que es muy respetuoso con el trabajo de sus colaboradores y si tiene algo para decirte siempre lo hace como una sugerencia y jamás como una crítica.
–¿Y para vos, Marcelo, cómo fue ver a Ariel crecer profesionalmente?
–Fue muy importante, porque, aunque estuvo en Zara, una de las compañías más grandes de indumentaria del mundo, no todos los días llega la oportunidad de trabajar con uno de los hombres más influyentes del mundo de la moda. Ariel es muy bueno en lo que hace y sabía que en algún momento le llegaría una oportunidad como esta. Yo sigo viajando mucho haciendo trabajos de decoración y promocionando mi marca, Airedelsur, por lo que cuando tenemos tiempo para estar solos nos organizamos y pasamos algunos días juntos.
–Los dos son diseñadores… ¿Se consultan?
Ariel: Sí, y tenemos gustos bastante similares…
Marcelo: Totalmente, y aunque yo soy un poco más clásico, creo que entre los dos hacemos un buen equipo.
UN ARGENTINO EN HOLANDA
–¿Cómo es ser argentino en Holanda?
–Hay una gran curiosidad por Máxima. Apenas llegué mucha gente me preguntaba por ella porque, si hay un país que ama a su reina, ese es Holanda. La respetan mucho y se intrigan por la que fue su vida en Buenos Aires antes de que se convirtiera en la mujer del príncipe heredero. Porque con su carisma ella renovó la Corona y eso es evidente siempre que aparece en un acto público. Ser argentino solamente me ha dado satisfacciones, ya que aunque no sea holandés puedo decir que siento que tengo una reina.
–Tengo entendido que están pensando instalarse definitivamente en Amsterdam…
Marcelo: Paso ocho meses al año en Amsterdam, y mi idea es abrir pronto una oficina en Holanda para expandir mi marca a Europa, porque la mayoría de mis clientes están fuera de Argentina. Además, quiero estar cerca de Ariel, que es lo más importante en mi vida.
Ariel: Creo que Marcelo, ahora que está incursionando en el mundo del diseño de interiores, tiene mucho para explorar en Europa, ya que cada vez más se buscan decoradores que tengan un estilo ecléctico como el de él.
–Ariel, ¿qué es lo que más extrañás de Argentina?
–A Marcelo, a mi familia y a mis perros. En Amsterdam la vida es más tranquila, por lo que con el tiempo me di cuenta de que extraño la imprevisibilidad de una ciudad como Buenos Aires. Y aunque los holandeses son simpáticos, cultos y educados, en esta ciudad siempre hay algo para hacer cualquier día de la semana. Aunque con los tiempos que corren, vivir en un país tan seguro y ordenado como Holanda es realmente un privilegio.
Texto y producción: Rodolfo Vera Calderón
Fotos: Tadeo Jones
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