La modelo y actriz, en pareja con Luciano Castro, abre las puertas de su intimidad para ¡Hola!
Alos 15 años, Sabrina Rojas (36) viajó desde su Mendoza natal a Buenos Aires para empezar una nueva vida y cumplir sus sueños. Hoy, veintiún años después, dejó su carrera de modelo y actriz en stand by –empezó de la mano de Pancho Dotto– para vivir a pleno su amor con Luciano Castro (41), con quien tuvo a Esperanza (2) y Fausto (1). "Ser madre es lo más lindo que me pasó", dice, mientras mira de reojo a sus chicos, que corretean sin parar.
–¿Cómo empezó tu historia de amor con Luciano?
–Nos conocimos en 2010, cuando hicimos Valientes en el teatro en Mar del Plata. No tenía una buena imagen de él, pensaba que le gustaba mucho andar de fiesta... Pero nada que ver. Él también creía que yo era una femme fatale, pero cuando nos conocimos en serio nos descubrimos. A los tres meses nos enamoramos y todo fue rápido y consistente. Muchos pensaron que mi amor por Luciano duraría un verano y finalmente armamos la familia de nuestros sueños.
–¿Costó mucho armar la familia?
–A Esperanza la buscamos durante dos años, hacíamos todos los deberes pero no lograba quedar embarazada. Después de una crisis entre nosotros, nos reconciliamos y quedé. Cuando nació, enseguida nos pusimos a buscar a Fausto porque queríamos que no hubiera mucha diferencia entre ellos, y cuando Espe tenía 11 meses ya estaba embarazada de nuevo. Al final vino antes de lo que esperábamos, pero fue increíble.
–¿Qué clase de padres son?
–Muy presentes. Desde que nacieron hasta hoy dejé de trabajar para estar pura y exclusivamente para ellos. Luciano los baña y les da de comer. Con Esperanza tiene una conexión única; Fausto es más pegado a mí.
–¿Son muy cuidadosos?
–Al principio, con Espe sí, pero siempre le digo a Luciano: "Menos mal que tuvimos otro, porque la íbamos a terminar perjudicando". Con el segundo ya no salís corriendo a la guardia por cualquier cosa. Somos responsables y cancheros, queremos que disfruten cada momento de la vida.
–¿Planean casarse?
–Tal vez en algún momento pasemos por el Registro Civil y listo, pero fiesta no haríamos. Sería algo muy íntimo. Me estreso de pensar en organizar una fiesta.
–¿Cómo fueron los embarazos? ¿Los llevaste bien?
–Me dediqué a vivirlos. No me cuidé con las comidas, dormía todo el día y dejé de trabajar. Sólo estuve para mí y mi panza. Engordé treinta kilos en cada embarazo.
–Pero no hay rastros en tu figura...
–Ya no. Entreno tres veces por semana, uso máquinas y no hago nada aeróbico porque me pongo muy flaquita. Ahora voy a tener que fijarme más en la alimentación para estar con energía para el certamen [N de la R: va a participar de "Bailando por un sueño"], pero no hago nada raro.
–¿Querés más hijos?
–En la fantasía me encantaría, siempre tendría un bebé en casa, pero hoy quiero estar con ellos a pleno. Ser mamá con 34 años fue ideal porque hice todo de manera más consciente y creo que no tengo pendientes.
–¿Te cambió mucho la maternidad?
–Completamente. Cambié mi actitud, con mi marido, con la gente que trabajo... La paciencia sólo la invierto en los chicos. Elijo qué quiero hacer y cuándo. Ser mamá es lo más lindo que me pasó en la vida. Hacemos "colecho", y a pesar de que a veces no es cómodo, es muy lindo. Crecen demasiado rápido.
–¿Siempre quisiste ser mamá?
–Sí, y sabía que iba a dejar todo para estar con mis hijos. Con mi trabajo hay que correr el ego de lado y jugarse a que tal vez cuando volvés ya no le interesás a nadie, pero es un riesgo que vale la pena. Cuando empecé a trabajar de lo que me gustaba quedé embarazada, pero sola decidí frenar y dedicarme a pleno a la maternidad. Era una cosa o la otra, y no lo dudé. En este último tiempo cambiamos y nos animamos a mostrarnos más.
–¿Qué pasó?
–Con el tiempo madurás y empezás a entender que las cosas no son tan graves como uno se las imagina, y por eso dejamos de ser celosos de nuestra intimidad. Por más que tengas una medida cautelar, igual te muestran a los chicos. De esta manera, decido cómo mostrarlos, cuándo y dónde. Fue una charla larga que tuvimos, pero por ahora no nos arrepentimos. Me da orgullo mostrar a mis bombones.
–¿Te queda algún sueño por cumplir?
–Mi sueño es ser feliz, no importa dónde ni cómo; sólo pido mantener esta armonía familiar que logramos. No soy pretenciosa, con lo que tengo no me importa nada más. Me gusta trabajar cómoda y ocuparme de mi familia, que es lo que más amo.
- Texto: Sofía Kotler
- Fotos: Matías Salgado
- Producción: Victoria Miranda
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