Separada de Wanlee Young, su joven novio afroamericano, la Miss Mundo 1978 y ex mujer de Julio Ramos proyecta la nueva vida como artista y empresaria hotelera
Los últimos años de la vida de Silvana Suárez (54) estuvieron marcados por dos grandes acontecimientos. El primero ocurrió en diciembre de 2009, cuando sancionaron la nueva Ley de Mayoría de Edad en Argentina y sus dos hijos, Julia (24) y Augusto (22), recibieron repentinamente la herencia de su padre, Julio Ramos –fundador del diario Ambito Financiero– y se fueron a vivir solos. Y el segundo fue su relación de un poco más de un año con Wanlee Young (46), un afroamericano oriundo de Ohio que conoció en Punta del Este, con el que convivió en Buenos Aires y hasta soñó que fuera su marido. Separada de él hace siete meses, Silvana cuenta que finalmente consiguió rearmar su vida y hoy vive un presente pleno.
"Superé el síndrome del nido vacío, algo que fue tremendo para mí y que casi me destruye, porque estaba muy pendiente de mis hijos, y ya no siento la obligación social de estar en pareja. Soy feliz con mi vida tal cual está", asegura.
Desde su loft de Puerto Madero, la Miss Mundo 1978 cuenta que está dedicada full time a desarrollar la faceta de artista y a la construcción de un hotel boutique en el campo que tiene en Nono. La idea de invertir allí surgió hace varios años atrás, mientras buscaba la manera de pasar largas temporadas en su Córdoba natal sin dejar de lado la vida que había construido en Buenos Aires. "Siempre soñé con tener una ocupación en Traslasierra para estar más cerca de mis padres, que ya son grandes. Y finalmente me animé, quiero que sea una ampliación de mi casa, poder compartir ese lugar tan lindo y especial con la gente", asegura.
–Pasaste diez años trabajando en Ambito Financiero y ahora elegís proyectos más creativos. ¿Extrañás moverte en espacios de poder?
–Por suerte ya no. Al principio fue muy difícil, pero ahora lo tengo superado. Soy una persona a la que le cuestan mucho los cambios pero, una vez que los asimilo, puedo dejar el pasado atrás.
–¿Cuándo empezaste a pintar?
–Durante toda mi vida soñé con dedicarme al arte, pero me costó mucho dar mis primeras pinceladas porque mis padres son artistas muy talentosos y me sentía intimidada. Empecé hace quince años y pasé por diferentes estilos. Hoy estoy haciendo obra abstracta de grandes dimensiones.
–¿Qué buscás comunicar a través de tus cuadros?
–Siento que es algo más fuerte que yo. Trabajo con telas en el suelo, caminando a su alrededor, dando grandes pinceladas, y también con aerosoles. Es un tipo de arte que tiene que ver con el cuerpo, hay mucho movimiento y eso me da una sensación de libertad total que es muy nueva y linda. Cuando me paro frente al canvas no pienso, no hay una idea premeditada, simplemente hago y ahí siento un compromiso muy grande. No son manchas al azar, es algo que viene muy de adentro.
EL FINAL DEL AMOR
–¿Por qué te separaste de Wanlee?
–Al poco tiempo de haberse mudado a Buenos Aires cambiaron las leyes de importación, que era a lo que él quería dedicarse, y ya no tuvo un panorama profesional claro. Además, hace algunos meses murió su padre, viajó a Estados Unidos para el entierro y nos resultó difícil volver. Cada tanto hablamos por Skype y nos mandamos mails, terminamos bien.
–¿Como viviste la separación?
–Toda ruptura es triste, porque se desvanecen algunos sueños. En un momento hasta pensamos en casarnos pero, a esta altura del partido, aprendí que en la vida no hay que forzar situaciones. Está bueno jugarse por lo que uno siente sin hacerle daño a nadie, pero no imponer. Estoy bien con la decisión.
–¿Tenés ganas de volver a enamorarte?
–Siempre tengo la ilusión de conocer a alguien, pero la verdad es que en este momento no estoy pensando en establecerme con una pareja. Empezar una relación te lleva toda la energía y hoy prefiero volcarla en mis proyectos. Aprendí que una persona tiene que estar en tu vida para sumar, no puede restar porque así no va a hacerte feliz. Quizá es utópico, pero me gusta pensarlo así. Algunos dicen que las parejas que duran años lo consiguen con mucho trabajo… Pensar que tengo que trabajar un montón para que alguien me quiera me resulta una idea agotadora.
–¿Qué te gustaría encontrar en un hombre?
–De estar con alguien quisiera que sea un par, que la tenga clara, que sepa lo que significa estar en una relación. Ya no quiero remarla más sola. Tengo los mejores recuerdos de los hombres que pasaron por mi vida, incluso estoy en paz con Julio. A pesar de lo mucho que sufrí en su momento y de que me llevó varios años metabolizar la ruptura, me quedo con lo mejor y más valioso que me dejó mi matrimonio, que son mis dos hijos.
–¿Cómo definirías esta nueva etapa de tu vida?
–Estoy pasando por un momento muy lindo, de gran tranquilidad. Hoy siento que ya me adapté a vivir sola en Buenos Aires, sin mis hijos.
–¿En qué ocupaste las horas que antes dedicabas a ellos?
–En un principio aproveché para viajar, me gustan todos los destinos exóticos, como Myanmar, Indonesia y Marruecos. Suelo ir sola, porque es difícil coincidir con alguien. Me llevo la cámara de fotos, camino y me siento en cafés con mi cuaderno para anotar todo lo que me inspira. Además, pasé bastante tiempo en Córdoba junto a mis padres, desarrollé todo el proyecto del hotel boutique y estuve con una búsqueda espiritual más trascendental, haciendo constelaciones familiares y también algo de Cabalá. ¡Fue muy productivo!
–¿Por dónde pasa esa búsqueda?
–Intento cambiar el paradigma, que la vida transcurra de adentro hacia afuera y no al revés. Empecé a practicar yoga a los 11 años, siempre hice mucha meditación y es algo muy importante en mi vida, porque me centra. Cada vez necesito dedicar más tiempo a parar, respirar profundo y estar en contacto con mi ser. Quizá también tenga que ver con la edad, con tantos cambios…
–¿Cómo te llevás con el paso del tiempo?
–A veces muy bien y otras no tanto… Hago lo posible para conectarme con mi alma, creo que es la manera de ser feliz. Esto es algo que lo aprendí de mi padre, que acaba de cumplir 96 años y se pasó la vida meditando. El me introdujo a maestros como Krishnamurti y Osho, me enseñó a maravillarme con la existencia, con el simple hecho de poder estar vivo. Y, en definitiva, de eso se trata, solo estamos de paso.
Texto: Julia Talevi
Fotos: Pilar Bustelo
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