Para Valmaggia, una época riesgosa y maravillosa a la vez
La periodista conduce a diario el ciclo Con nombre propio, por Radio América (AM 1190), y afirma que "la sociedad y la política viven un momento diferente"
lanacionarA los 53 años (de los cuales ha pasado 33 en la radio), Luisa Valmaggia se define como periodista por vocación. Actualmente, por Radio América (AM 1190) lidera el ciclo periodístico Con nombre propio (de lunes a viernes, de 15.30 a 16.50). Cuenta con el background de haber trabajado en todas las emisoras junto a grandes del micrófono, como Antonio Carrizo, Llamas de Madariaga y Badía, entre otros. Si bien hace largos años también tiene su ciclo de cable en América 24, ama la radio y sostiene que "la sociedad y la política viven un momento diferente"
-¿Te definís como periodista política?
-Sí, porque creo que la política es esencial para construir una sociedad democrática. En este momento de la Argentina, además, lo disfruto enormemente. En los treinta y tres años que tengo de periodismo, nunca viví una época como ésta. En cierto sentido, es riesgosa: así como la sociedad está partida, dentro del periodismo se produjo lo mismo. Es un proceso interesantísimo. Nunca viví una época tan riesgosa y maravillosa al mismo tiempo. Cuando hablo de riesgo, que quede claro, el riesgo es que te encasillen en un lugar y que algunas empresas periodísticas jamás te vuelvan a llamar o convocar. No debería ocurrir eso en un sistema democrático. Así como los medios, los periodistas también tenemos nuestros posicionamientos. Por supuesto que uno trabaja siempre más cómodo en un medio que comparta la visión que uno tiene sobre la realidad, pero esto no debería ser impedimento para que no te convoquen a trabajar.
-Has trabajado en casi todas las radios...
-Desde el inicio, me acreditaron, por ejemplo, en Casa de Gobierno. Esto me dio la posibilidad de que, cuando tuve mi programa propio, pudiera levantar el teléfono y llamar a un dirigente político. Antes no ocurría esto. Sólo unos pocos periodistas tenían acceso a los dirigentes políticos. Creo que a partir de la década del ochenta se empieza a dar esta tendencia y el periodismo cambia en la manera de ejercer el periodismo político.
-¿Creés que en un momento que la sociedad está dividida?
-Lo que está siempre en la superficie es la discusión: adónde vamos, qué es lo que queremos, qué tipo de políticos y de gobierno queremos. Más allá de que muchos hablan de crispación, me parece saludable. La sociedad argentina es una sociedad crispada, y nuestros dirigentes son un reflejo de una sociedad. Muchas veces se dice que el Gobierno crispa, pero, en realidad, el Gobierno refleja a los argentinos. Siempre estamos divididos, cuestionando todo, y el Gobierno es parte de esta sociedad. Otra cosa que es muy rica e interesante de esta época es que se cayeron las caretas. Basta de hipocresías. Hay gente que empezó a mencionar ciertas cosas con nombre y apellido, y eso molesta. Eso perturba; no estamos acostumbrados. Me parece que es un proceso al que deberemos acostumbrarnos. Tendríamos que estar menos enojados y empezar a escuchar los argumentos que se usan de un lado y del otro, porque eso seguramente va a enriquecer el proceso democrático. Tenemos que aprender a reflexionar. En ese sentido, los periodistas que hacemos política tenemos muchísimo para aportar. También me parece interesante plantear desde qué lado habla cada uno, porque no existe el periodismo independiente. Lo que sí se puede hacer es decir: "Yo hablo desde este lugar, ésta es mi posición". La gente después te podrá acompañar o no. Nos cuesta decir que no somos independientes y que hemos tomado partido, y eso el oyente lo percibe.
- ¿Cómo es tu ciclo en Radio América?
-En 2011, empiezo mi segundo año. Es un programa que tiene un poco mis características: la informalidad y la forma de comunicarme con el oyente. Soy absolutamente desacartonada; comparto lo que está pasando en el estudio con mis compañeros; contamos anécdotas personales y nos metemos en los temas políticos del día. No tengo tanto tiempo, y a las dos y media, tres de la tarde, ya se han tocado todos los temas de la agenda. Lo que tiene la tarde es que hay que generar temas y noticias. En general, también hay una mirada de género sobre los temas. Tengo un eficaz equipo que me acompaña: en la locución, Hernán Garciarena; en deportes. Carlos Stroker; en espectáculos: Martín Adaro; en la producción, Romina Ruffato, Antonio García y Cristian Kapun, y en la operación técnica, Jorge Rosier y Juan Carlos Maidana. Hacemos tres notas por programa, y siempre trato de que una tenga que ver con el cuidado de la mujer, con tener una mirada de género. Siempre trato de poner esta cuestión al aire. Si uno hace un análisis de lo que pasa con las mujeres en la Argentina, sobre todo en el tema de violencia, las cifras son pavorosas. Hablar de esos temas crea conciencia.
-Vos ponés en el aire todas las voces...
-Sí. Pero como ésta es una radio, [que pertenece a Sergio Spolski] ligada al kirchnerismo, me ha pasado que muchos dirigentes no quisieran salir al aire. Me han preguntado, incluso, cómo era que yo estaba trabajando en América. Se autocensuran, porque yo quiero que salgan todas las voces. Así, la radio queda sesgada, pero no porque la radio censure voces, sino porque ellos se autocensuran. Pueden decir que es una radio cercana al Gobierno, pero tiene varias voces. Está Antonio Laje, que, si lo escuchás, no es un periodista que aparezca con posiciones cercanas al Gobierno. También está Gabriel Michi, de Fopea, que tiene una mirada crítica respecto al tratamiento del Gobierno para la prensa. Hay cantidades de prejuicios, porque la gente puede pensar lo que quiera. Ratifico: es un momento distinto. En muchos sentidos, es como si se hubiese corrido un velo que abarca a todos los sectores: al oficialismo y la oposición, al periodismo, la colonia artística y demás. Es saludable. Creo que tenemos que sacarnos el enojo y debatir y explicar. No se trata de enojarse y decir frases descalificantes hacia colegas. Al que está escuchando lo va a enriquecer, aunque quizá no coincida. De esa forma, se construyen sociedades más tolerantes, mejores. Podemos no coincidir, pero sí podemos convivir y trabajar por un país mejor.
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