
Rubinstein y un alumno muy fecundo
- En esa película maravillosa de Ken Russell que es "La otra cara del amor", Anton Rubinstein aparece como un maestro desaprensivo, malhumorado y cáustico cuando remeda la apertura acórdica del célebre "Concierto para piano N° 1", de Tchaikovsky, manoteando aparatosamente sobre el teclado y burlándose groseramente de su alumno. El concierto sólo cosechó reprobaciones, así en Austria como en Estados Unidos. En el Wiener Fremdenblatt de Viena, Piotr Ilich fue acusado de padecer una enfermedad musical "caracterizada por convulsiones disonantes", y un cronista del Evening Transcript de Boston afirmó que la música de este "gran concierto" era de aprehensión tan dificultosa como el nombre del compositor.
Sin embargo, luego de que Tchaikovsky falleció, en 1893, el gran pianista y director del Conservatorio Imperial de San Petersburgo recordaba a su alumno de otro modo. A principios de 1894, Rubinstein estaba en su último año de vida. En una larga carta, rememoraba algunas peculiaridades: "Una vez lo vi escribiendo variaciones contrapuntísticas sobre un tema dado. Le dije que en este tipo de trabajos no sólo la calidad era importante, sino la cantidad. Yo intentaba motivarlo para que hiciese algo así como una docena de variaciones. Pero me equivoqué. En nuestro próximo encuentro, me entregó más de doscientas. Mi castigo fue tener que revisarlas. Pero hay algo más que hasta hoy me mortifica aún más. Estoy convencido de que el tiempo que yo invertí en corregirlas fue inmensamente superior al que él empleó para componerlas".
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