Fargo: las claves de la cuarta temporada de una serie que vuelve a reinventarse
La misma serie, pero totalmente nueva cada vez. Aunque la afirmación resulte en esencia un contrasentido, esa es la apuesta que el showrunner Noah Hawley maneja con cada nueva temporada de Fargo.
Como buena serie antológica (y esta es de las mejores), todas las entregas de Fargo tienen un espíritu similar (léase humor negro, personajes absurdos y en muchos casos con rasgos psicopáticos, patetismo pueblerino, estallidos de sangre) y conexiones directas o indirectas con el clásico homónimo de 1996 escrito y dirigido por los hermanos Joel y Ethan Coen. Tras la primera temporada (ambientada en 2006 y protagonizada por Billy Bob Thornton, Martin Freeman, Allison Tolman y Bob Odenkirk), la segunda (que transcurre en 1979 con Kirsten Dunst, Patrick Wilson y Jesse Plemons en los papeles principales) y la tercera (que se desarrolla en 2010, con Ewan McGregor en un doble papel junto a Mary Elizabeth Winstead, Carrie Coon, David Thewlis y Michael Stuhlbarg), ahora es el turno de una cuarta parte que se remonta a la Kansas City, Missouri, de 1950.
Los dos primeros episodios fueron dirigidos por el propio Hawley y arrancan con una sucesión de disputas entre bandas de mafiosos irlandeses, judíos, italianos y afroamericanos por el manejo de negocios legales y de los otros: desde mataderos de vacas hasta apuestas y préstamos (usurarios). Si ese inicio ligado a las corrientes migratorias remite de forma inevitable al género de gánsteres en la línea del cine de Martin Scorsese, Francis Ford Coppola y Brian De Palma (léase El Irlandés, Buenos muchachos, El Padrino, Los intocables), en el tercer episodio dirigido por Dearbhla Walsh va ganando cada vez más espacio el humor (por momentos delirante) a-lo-Quentin Tarantino y, claro, las referencias a distintos títulos de la filmografía de los Coen, desde Educando a Arizona hasta El gran Lebowski.
Como en todas las creaciones de Hawley, la apuesta es decididamente coral con una multiplicidad de personajes y subtramas que, por supuesto, se van conectando y entrecruzando. Aunque ninguno es en sentido estricto un protagonista ni tampoco un personaje secundario, quienes dominan la narración son Loy Cannon (Chris Rock), jefe de la familia criminal afroamericana; Josto (Jason Schwartzman) y Gaetano Fadda (Salvatore Esposito), dos hermanos que luchan por el poder dentro de la mafia italiana tras la muerte de su padre; y Patrick "Rabbi" Milligan (Ben Whishaw), un joven que traicionó a su propia familia para servir a los italianos.
Pero si alguien piensa que la cuarta temporada de Fargo se limita al enfrentamiento entre bandas mafiosas, deberá saber que la galería de personajes principales incluye también a un matrimonio interracial (Andrew Bird) y Dibrell Smutny (Anji White) que maneja una funeraria y cría a una hija adolescente (E’myri Crutchfield), que es quien además va narrando la historia; a Dick "Deafy" Wickware (Timothy Olyphant), un policía mormón que investiga los crímenes que se van acumulando; a dos ladronas de armas tomar que acaban de escaparse de la cárcel (Karen Aldridge y Kelsey Asbille); y a Oraetta Mayflower (Jessie Buckley, la revelación de Pienso en el final, de Charlie Kaufman), una enfermera de doble personalidad: encantadora y querible en la superficie, perversa y extrema en la realidad.
Aunque las críticas, en su mayoría positivas, resultaron menos entusiastas que en las tres primeras entregas (disponibles en Netflix) por ser en apariencia una historia más convencional y accesible, la cuarta temporada de Fargo no deja de ser un ensayo desgarrador e impiadoso sobre la lucha por el poder económico, las diferencias de clase y raciales, los dilemas morales, el cinismo y la hipocresía en la sociedad estadounidense.
Tras una ausencia de más de tres años (acentuada por problemas en la producción en tiempos de pandemia), se trata de un regreso que mantiene inalterable la impronta y esa capacidad única de -al mismo tiempo- provocar y entretener, de incomodar y fascinar, que a esta altura ya constituyen el sello inimitable de ese cultor y referente del noir llamado Noah Hawley.
La cuarta temporada de
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