La casa de papel: la tensión crece y el encierro se hace sentir
Si los episodios 1, 2 y 3 habían sido una montaña rusa de eventos y golpes de efecto, los siguientes capítulos de La casa de papel no se quedan atrás. Aunque bajando un poco el ritmo, pero sin perder la intensidad la serie continúa observando qué pasa con el estado psicológico y físico de los secuestradores dentro de la casa. Atención, si no estás al día, mejor no sigas leyendo...¡hay spoilers!
Si estar sin dormir una noche puede poner a cualquiera de mal humor, imaginemos dos o tres días de corrido, en una situación de tensión máxima y encima con rehenes. Por eso, a esta altura, ya se empiezan a ver las debilidades de los secuestradores, y uno a uno van sucumbiendo, mientras el motín interno pasa de manos. Si el anterior capítulo había cerrado con Nairobi anunciando el fin del patriarcado, esto es, el mando de Berlín, el cuarto episodio comienza mostrando a la inspectora vanagloriándose de la victoria -temporal- de tener a Tokio retenida. Por otro lado, Río, totalmente desequilibrado por la expulsión de Tokio de la casa, es dejado con los rehenes por ser considerado un traidor. Mientras tanto, un nuevo motín entre los rehenes que habían decidido ayudarlos empieza a gestarse, con Allison y Arturo a la cabeza. Sucede que Río ya había confesado a los gritos que a los otros rehenes no los habían liberado, sino que los tenían en el sótano, y que la plata que les habían prometido nunca llegaría.
Por su lado Berlín, ahora con un golpe en la cabeza, no tiene problema en respetar el mando de Nairobi, quizás un poco agotado pero también divertido. Hay que decir a todo esto que Berlín es el único que no ha perdido su sentido del humor, y que ha cumplido el protocolo de descanso estipulado por El profesor. Nairobi le exige que le cuente qué es el plan "Chernobyl", algo que consistía en caso de urgencia hacer volar el dinero en el exterior causando una distracción total ("mil millones de euros cayendo del cielo"). A su vez, Nairobi le pide a uno de los empleados a cargo de la prensa que acelere las rotativas.
A todo esto, Río les explica al resto de los rehenes disidentes que en verdad hay dos clases de armas, réplica y verdaderas, y que si pueden cambiar unas por otras y ellos hacerse de una de las verdaderas, entonces podrían recuperar el control. Así consiguen primero una réplica, que Mónica le intercambia por una real a Denver durante una sesión de curación de su pierna. Cuando finalmente deciden liberar a los rehenes, Nairobi respira aliviada, pero El profesor le dice que no lo van a hacer de cualquier manera, sino trayendo a la prensa para televisar el espectáculo. Se despliega entonces la operación "Camerún", basada en la idea de dar lástima para manipular al público mientras se cumple con parte del trato como liberar a los rehenes. Esto es lo que necesitan para ponerse a la opinión pública de su lado.
La inspectora Murillo, por su parte, sigue enamorándose más y más de "Salva", a la vez que empieza a darse cuenta que el cerebro de la operación está realmente afuera. Por eso convence a sus superiores de tenderle una trampa al Profesor, haciéndole creer que Angel, su compañero que tenía una pista fuerte y conoce la identidad del mismo, ha despertado. O al menos esa es la idea en teoría, ya que como siempre El Profesor se adelanta un paso y se sale con la suya. Pero no nos adelantemos nosotros...
Dentro de la casa Nairobi tiene que elegir quién recibirá a la prensa, primero se baraja que sea Río, ya que tiene que ser alguien que pueda mostrar la cara y despertar empatía, luego piensan que sea ella con máscara, pero después de forma unánime todos se dan cuenta que la persona perfecta para ese trabajo es el sociópata de Berlín. Quien por supuesto, accede gustoso pensando el numerito que va a montar. De esta forma, la prensa ingresa, Berlín actúa a la perfección su rol de víctima contando su enfermedad y diciendo que están cansados, que han perdido y que eligen liberar a los rehenes.
En paralelo la policía monta el operativo en el hospital donde se encuentra el compañero en coma de la inspectora Murillo, el único que logró descubrir al Profesor. Sabe que es una trampa, que hay 99% de probabilidades de que lo atrapen, pero aún así no puede arriesgar ese 1% de que lo descubran. Entonces vestido como payamédico, el cerebro de los secuestradores ingresa en el hospital, usa un niño enfermo con una cámara instalada en un osito para poner en evidencia el operativo, y sale triunfal del hospital sin que lo atrapen.
Habiendo obtenido un arma de verdad los rehenes se sublevan, toman de rehén a Denver y obligan a los secuestradores a abrir la puerta, que previamente vía computadora Río había bloqueado arrepentido (volvió y le contó todo a Nairobi). Justo cuando Arturo le va a disparar a Denver, Mónica le pega dejándolo inconsciente ante la mirada atónita del resto de los rehenes. Y así se pasa oficialmente al bando de los secuestradores, sellando su pacto de amor tácito con Denver, después de varias idas y venidas en la relación. Y hablando de eso, Moscú aprovecha no se sabe bien por qué (quizás el cansancio también le llegó a él) para confesarle a Denver que dejó morir a su madre adicta a la cocaína. Ambos tienen una fuerte pelea.
Hacia el final del episodio cinco llega finalmente el aha moment de la inspectora Murillo -y el público agradecido-, que en uno de sus encuentros con "Salva" se da cuenta de la doble identidad de su amado: mientras están charlando tomando un café detecta a contraluz en el saco de él un pelo largo anaranjado proveniente de la peluca de payaso. Así, mientras su cara se deforma, en su mente se ven distintos flashbacks de todos los momentos clave del caso en que "Salva" justo estaba allí. Tratando de disimular, sonríe y va al baño. Llama a un compañero y pregunta de qué color es la peluca del sospechoso que vieron en el video del hospital. Ante la confirmación se desmorona en el lavatorio. No sin antes llamar a su ex-marido en la jefatura y volver a preguntarle qué sucedió con la evidencia que habían rescatado de la quinta (recordemos que el Profesor la cambió en la pelea) y cómo había sido bien la pelea entre ambos... ahora volviendo sobre las palabras de su ex y creyéndole. Acto seguido, cuando cortan, él también empieza a recordar y entendiendo que su ex-mujer está desconfiando del tipo que lo provocó y golpeó adrede en medio de la ruta, pide que analicen las huellas de todas las bandejas de evidencia (el Profesor las había tocado). No nos cae bien, pero sentimos que es el único, junto con el pobre Angel con algo de sentido común como para desconfiar de "Salva".
Pero no nos olvidamos de Tokio. Mientras tanto ella está siendo trasladada al penal con la esperanza de que, también para esto, el Profesor tenga un protocolo o plan B. Y pues resulta que así es, cosa que vemos en el capítulo 6. Tokio es salvada del camión que la llevaba a la penitenciaría por un grupo de cuatro serbios (los que habían cavado el primer túnel del banco). La visten de policía, le dan una moto, y ella debe comunicarse con el Profesor, que desde luego, no atiende por qué Murillo ya se lo llevo encañonado y lo tiene retenido en el galpón.
Luego del segundo motín fallido de los rehenes, Helsinki le coloca una bomba al hombre responsable no sólo de este segundo levantamiento, sino del primero y la muerte de su hermano. Arturo se desviste y se coloca obligado una bomba que llevará colgada de ahora en más. Nairobi es la siguiente en desequilibrarse, con la falta de sueño y ante la frustración de haber sido amable con los rehenes y obtener nada. Le cede el mando nuevamente a Berlín, quien vuelve a torturar psicológicamente a todos, diciéndoles que cavarán el túnel de escape sin chistar o los muelen a palos. Hay que decir que por más simpática que nos caiga Nairobi, Berlín es mucho más entretenido, desde cómo (mal)trata a los rehenes y a Arturo, a quien dejan atado a una silla vestido con los explosivos, a los comentarios que hace ("Arturo tiene una personalidad explosiva", "Siempre supimos que eras la bomba"). Nuevamente, el público, agradecido.
El tête à tête entre Murillo y el Profesor es sin dudas lo más aburrido y poco creíble del capítulo, aunque supone una situación de quiebre entre ambos personajes, ahora confrontados con cómo él mintió desde el comienzo y todo el mal que le hizo a la inspectora. Con el Profesor encadenado, Murillo hasta tiene tiempo de traer un detector de mentiras para averiguar cuánto miente y si de verdad la ama como dice... aunque todos pensamos que hubiera sido más últil intentar averiguar los próximos movimientos de los ladrones. Al final Murillo sólo logra sonsacarle que la idea del robo no fue de él sino y algo de su historia personal (su padre ideaba robos para pagar el tratamiento de su hijo enfermo), antes de que éste la inmovilice y deje inconsciente.
Mientras una mujer cede el control, muy predeciblemente hay que decir, del otro lado Tokio toma las riendas de la situación. Al no saber nada del Profesor que no contesta el teléfono, llama la celular de Allison (la rehén), algo que Río y ella habían arreglado en caso de que alguno saliera y se quisiera comunicar y pide que abran las puertas. En una escena de "sábados de super acción", tampoco muy plausible, Tokio avanza en moto a toda velocidad entre los policías que abren fuego, salta las escalinatas y entra con la moto al banco. Se baja de la moto y besa a Río. Pero como todos los finales tienen que tener algo de emoción, sorpresa o drama, y éste no es la excepción, en la salidera de proteger la entrada de Tokio, Moscú es herido y yace en los brazos de su hijo.
¿Perderá Denver a su padre? ¿Se encontrará la banda con otro hombre menos? ¿Qué le hará el Profesor a la inspectora Murillo? Algunos de los interrogantes que quedan abiertos para el último tramo de la serie...
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