
Silvio Rodríguez comprende a los balseros
Razones: el autor de "Sueño con serpientes" afirmó que no piensa dejar Cuba, pero dijo entender a los que se exilian.
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LA HABANA (AFP).- El conocido cantautor cubano Silvio Rodríguez desestimó la posibilidad de emigrar de su país, aunque aseguró comprender los éxodos ajenos, en una entrevista publicada ayer por el semanario Juventud Rebelde.
"A los que no puedo entender son a los que, sin nada de candor, se suman al bando de los que persisten en matar a (José) Martí", declaró Rodríguez.
Según la revista cubana, las declaraciones de Rodríguez fueron realizadas al periódico norteamericano El Nuevo Herald, que nunca las publicó.
Rodríguez, de 51 años, es uno de los más controvertidos cantautores cubanos, iniciador del movimiento musical conocido como la Nueva Trova y promotor de la construcción de los modernísimos estudios de grabación Abdala, inaugurados esta semana en La Habana.
Con una nómina incontable de miles de canciones, reconoce que sus composiciones han tenido siempre una crítica social.
"Creo que mis canciones, en cierto sentido siempre han sido una especie de grito, con pocos decibelios, porque la bulla no me gusta", añadió.
Aprender la revolución
Evocó sus años iniciales en la profesión, cuando cosechó incomprensiones políticas. "Aquellos años fueron, en definitiva, los de aprender que la Revolución estaba hecha por hombres y mujeres, y que algunos podían tener defectos, a veces bastante feos, y que aquello era así porque algunos seres humanos eran así, no porque la Revolución lo fuera", valoró.
Rodríguez rechazó ser un artista de la cultura oficial reconocida. "Me permito agregarle que eso de cultura oficial reconocida´ es ponerle apellido a lo que no lo merece: la cultura.
Y, sinceramente, yo me siento premiado tan sólo porque se me considere como parte de ella, a secas".
El cantautor se remontó a una noche, a principios de 1968, cuando "un extraño juez" le hizo fuertes recriminaciones políticas y consternado, de regreso a su casa, llegó a una conclusión. "De pronto, tocado por un rayo, me detuve y grité en medio de la calle: ¿Y quién coño le habrá dicho a ése que la revolución es propiedad privada de nadie? ¡Yo soy la Revolución!. Así de simple", concluyó.




