Talentos. Valeria Lois y Lorena Vega: las nuevas grandes actrices argentinas
Acaparan todas las miradas teatrales y cinematográficas del momento, por talento, trayectoria y por variadas coincidencias que hoy cobran sentido; ambas protagonizan un éxito, La vida extraordinaria, de Mariano Tenconi Blanco; y en marzo restrenarán Precoz, de Ariana Harwicz
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“Si hay un sueño cumplido, es éste”, dijo Gustavo Cerati la noche en que tocó junto con Luis Alberto Spinetta, a perpetuidad, hace más de trece años. A Valeria Lois le pareció la más preciosa de las promesas y se la guardó hasta que el río sonara. Y ni bien empezó a correr La vida extraordinaria, apenas estrenada en el Teatro Nacional Cervantes en 2018, le mandó un guiño a Lorena Vega, el video de aquel recital de Las bandas eternas, con aquel cierre y ese abrazo de cancha.
“Porque yo sé que para las dos, si hay un sueño cumplido es éste: las dos soñamos con esto”, dice Lois. O dice Vega porque en este viaje están fundidas en el mismo estremecimiento: dos actrices estupendas que alcanzan en la obra de Mariano Tenconi Blanco, ahora en El Picadero, su momento de gloria o como se llame a la vibración más alta en el escenario, cada vez que se ponen el vestuario años 50 para darle cuerpo y alma a las amigas Aurora Cruz (Lois) y Blanca Fierro (Vega), una unión que quizá no termine nunca. “No sé cómo voy a soltar esta obra, no está en mis planes, tal vez cuando no me entre más el vestido rojo”, dice Vega que, al lado de Lois, se siente igual que los músicos de una banda que se conoce en cada nota, capaces de zapar hasta el infinito.
Amigas en la obra y en la realidad, juntas preparan el reestreno en marzo de Precoz, basada en la novela de Ariana Harwicz y dirección de Vega que protagonizaron en 2021 y 2022 Julieta Díaz y Tomás Wicz. Como Díaz no puede continuar, el papel será de Lois quien, en un principio, había comenzado los ensayos pero por razones laborales no pudo hacerlo: ahora cumplirá con ese deseo, el propio y el de todos los que quieren ver la dupla en acción.
El sueño cumplido tiene raíces que se prolongan hasta el taller de Nora Moseinco donde se encontraron por primera vez y formaron, con Juan Pablo Garaventa y Martín Piroyansky, el Grupo Sanguíneo, un proyecto que duró alrededor de una década de entrenamiento y experimentación en la que estrenaron tres obras entre 2000 y 2007: Capítulo XV, Afuera y Kuala Lumpur, las dos últimas dirigidas por Gustavo Tarrío. Después pasaron años sin que la morocha y la castaña volvieran a trabajar hasta que apareció la propuesta de Tenconi Blanco sobre amigas de toda la vida con apellidos ilustres de la literatura gauchesca. Fue como hablar de ellas mismas a través del bellísimo texto (que puede leerse como una nouvelle) del autor y director que auspició un reencuentro que no habían imaginado.
Ambas están muy de acuerdo en mencionar a todo el equipo que pone en marcha los 120 minutos de la obra en El Picadero: Cecilia Roth (la voz en off que abre la puesta), Elena Buchbinder e Ian Shifres (músicos en escena y él, compositor de la música), Magda Banach (vestuario), Ariel Vaccaro (escenografía), Matías Sendón (luces), Jazmín Titiunik (coreografía), Agustina Luque (peinados y maquillaje), Agustina San Martín (audiovisual), Blas Lamagni (mapping), Sofía Etcheverry y Ana Schimelman (asistencia de dirección) y Carolina Castro (producción).
Como Blanca y Aurora monologan los sendos Diarios íntimos en la obra, en esta nota están juntas pero por separado. Porque cada una, además de protagonizar La vida extraordinaria en El Picadero y de ensayar Precoz en la sala Dumont 4040, transita un momento único que ubica a ambas entre las mejores actrices no sólo de su generación sino del presente, eso inasible que pasa cuando los sueños bajan a la tierra y nos dan la mano.
Diario de Valeria Lois
“Agarré un bolso, alcé al nene y agarré al perro atado. Tropecé con una silla… y salí. Yo ya no soy más el juguete de nadie. Voy a dar por terminado este diario. Ahora comienzo una vida nueva, que es en verdad la misma vida de siempre, pero nueva. Me vuelvo a Ushuaia. Voy a volver a abrir la librería de mi padre Y además mi mejor amiga me necesita. Así crecen las cosas con el viento. Torcidas pero bien agarradas a la tierra.”
Cuando Aurora dice esta parte, a Valeria se le estruja el alma. Al contarlo, se quiebra su voz aunque quiera evitarlo. Acaba de cumplir 50 años y está rodeada de amigas a las que ama: “Ya sé que parece banal decirlo, me pasa cuando lo leo en las redes pero es así, yo no sé qué haría sin mis amigas. Cuando digo ‘mi mejor amiga me necesita’, el público asiente con la cabeza, comprende al personaje, es hermoso”.
Antes solía declarar que no era una actriz de texto. Ahora cree que ya es hora de corregir esa definición que pertenece al modo en que se formó. Apenas un año duró en el Conservatorio Nacional de Arte Dramático que le pareció demasiado tradicional después de estudiar con Hugo Midón. De ahí, corrió a tirar piedras contra los espejos en el taller de Pompeyo Audivert para luego pasar a la creativa levedad de Nora Moseinco donde conoció a Lorena y al Grupo Sanguíneo y la lógica dominante de la dramaturgia del actor.
La primera obra de “escritorio” que interpretó fue Paraná Porá (2010), de Maruja Bustamante, a quien no conocía. Estaba en pleno puerperio y todavía no vivía de la profesión, por lo que fue toda una decisión salir a trabajar y ponerse a estudiar un texto que la convocaba profundamente, el encuentro entre dos mujeres a quienes un hombre les había pedido que permanecieran juntas, como dos viudas. Pasaron los años pero aún mucha gente se acerca a decirle que vio esa obra.
Tampoco conocía a Santiago Loza ni a Lisandro Rodríguez cuando le propusieron La mujer puerca (2012), el primer unipersonal para la actriz y el último juntos para autor y director en Elefante Club de teatro. “Era un banquete, me resistía a creer que podía hacerlo, Lisandro doblegó mi inseguridad, tenía los peores fantasmas de los actores. Es una fiesta, una misa, es una prueba que hago cada vez, sigo haciéndola, no soy yo ni es un personaje, está en el medio”, dice Lois que ni en verano se saca la polera rosa chicle para interpretar a esta huérfana, es “su chaleco de fuerza, el poder del personaje”. Por esta obra, recibió el Diploma al mérito que otorgó la Fundación Konex a los artistas de la década 2011-2021 en el rubro Unipersonal. En esa misma ceremonia, a Lorena Vega le entregaron el Diploma como Actriz de teatro. El premio Konex de Platino fue para Mauricio Dayub en el primer caso, y para Marilú Marini en el otro.
Estado de ira, de Ciro Zorzoli, en la gira en España cuando suplantó a Paola Barrientos; Cineastas, de Mariano Pensotti, en el teatro Sarmiento; Eufemos o la merienda de los negros, de Matías Feldman, en el Cultural Rojas, son algunas obras, entre muchas otras, que hablan de su recorrido en el off y en el ámbito público, además de las realizadas en el circuito comercial donde directores como Zorzoli la llamaron para La verdad, de Florian Zeller, en el Paseo La Plaza, o para Bajo terapia, de Matías Del Federico, o Invencible, dirigidas por Daniel Veronese, en el Metropolitan y en el Multiteatro, respectivamente.
“Una actriz depende de los maestros y directores que le tocan, los compañeros, las decisiones pero lo más importante, como dijo en los años 90 Charly García, es que haya ‘ambiente’, un buen ambiente que dependerá de cada uno. He tenido una mezcla de suerte e intuición para lo que me interesa. También tomé muchas malas decisiones en mi carrera de las que me río y las llevo conmigo. Trabajar con amigos, con confianza, eso es el mayor disfrute”, dice Lois, admiradora de muchas actrices, de Lorena Vega, de las chicas de Piel de Lava, de Vanesa Maja, Paola Barrientos y tantas más, incluida su debilidad que es Frances McDormand: “Veo todo lo que hace”. Con algunos de esos amigos y amigas, en mayo estrena Las tres edades, de Walter Jakob y Agustín Mendilaharzu, con Patricio Aramburu, Santiago Gobernori y Vanesa Maja, en la sala Orestes Caviglia del Cervantes, una obra que se pregunta sobre el lugar del autor en el cine, el del actor, el de las ideas y cómo se relaciona todo esto con el teatro.
Observar al público aplaudir, muchas veces de pie, La vida extraordinaria la emociona siempre pero aún más después de la pandemia cuando tuvo miedo de no volver a hacer teatro, cuando estaba de duelo, cuando estar vivo se resignificó. Verla actuar a Lorena le provoca cada vez cosas distintas, dice que ella es la actuación sagrada, una especie de “Virgen de la actuación”, algo bestial: “Al principio me pasaban cosas del orden de la bajeza, me parecía que ella todo lo hacía más gracioso que yo, que ella lo hacía bien y yo mal... me parece genial, realmente”.
Otras energías, otras contingencias, el mundo audiovisual le abrió las puertas a Lois. En 2021, ganó el Cóndor de Plata como mejor actriz por Las siamesas, de Paula Hernández, donde exploró con Rita Cortese la relación simbiótica entre madre e hija. En televisión, compuso a dos psicólogas en dos producciones de Pol-ka, una en Guapas y otra, con guión de Javier Daulte, en Silencios de familia.
“Paula Hernández es lo mejor que me pasó en mi vida de actriz de cine. Y a Rita la admiro muchísimo. La película tuvo algo de un encuentro teatral entre las tres, estábamos muy juntas, nadie quería robarle el plano a nadie. La tele me encanta pero es más complicada, hay otros intereses. Las dos psicólogas me gustaría volver a hacerlas, el otro día me miraba en una escena de Silencios de familia y no me gustaba, tendría que haber confiado más en mi rol de escuchar y casi no hablar. Soy muy de criticarme después cuando me veo. Tengo que pensar bien las cosas, sin presión, sin querer pegarla”, dice Lois cuya experiencia ante las cámaras le fascina pero también le genera algunas críticas: “Me sigo preguntando por qué habría que ser jodido para trabajar; eso me aburre, no me gusta el temor al personaje, cómo tratarlo, no es necesario que una figura genere mal clima en un lugar. Pasa menos, se revisa más, pero están. El pagar derecho de piso es una berretada, es algo que esquivo y contra lo que lucho”.
Ciro, su hijo, el bebito que la esperaba a la vuelta de Paraná Porá tiene hoy 14 años y amigos que le dicen que vieron a su mamá en Por ahora, la serie web de Malena Pichot, una reacción que a Lois le hace bien: “Mi vida nunca se modificó por mi trabajo, no hay molestias, la gente puede acercarse a decirme algo pero todo es grato, me reconoce pero a lo mejor no se acuerda mi nombre o no sabe de dónde me tiene. Que me reconozcan los más jóvenes me gusta y me interesa”.
–Valeria, así como a Aurora y Blanca el fin del mundo las encuentra leyendo, a vos ¿en qué momento te gustaría que te pasara?
–Ojalá no sea en el subte. Me gustaría estar en una fiesta con mis amigos y mi familia, con mi hijo, con un whisky en la mano y un pucho en la otra.
Diario de Lorena Vega
“Porque sí. Por las injusticias, por las tristezas, por el dolor, por la rabia. Rompo todo con una furia casi alegre. Más que desmanes lo que yo hago es como una danza fantástica. Vuelan de mi cuerpo los muebles y útiles del Municipio y van a chocar con los cristales. Hay una lluvia de vidrios fabulosa. Es una fiesta de la revancha. Quiero destrozar mi ciudad. Quiero destrozar la nación, y con ella a mí misma.”
Cuando Blanca dice esta parte, a Lorena se le llena el pecho con todos los agites y movidas sociales que la inspiran y, como un músico que sabe lo que vendrá cuando toque la canción punk, explota. “Es que la obra creció un montón desde el Cervantes, Timbre 4, ahora El Picadero, va encontrando sutilezas en ese proceso, detalles preciosos. Es algo angelado que Valeria y yo, amigas desde hace 30 años, trabajemos juntas en una obra sobre amigas que se conocen incondicionalmente: es un lujo y nos permite mucho juego”, dice la actriz que disfruta y le saca el jugo a los reencuentros creativos. Con el autor y director Tenconi Blanco ha trabajado no sólo en La vida extraordinaria sino también en Todo tendría sentido si no existiera la muerte (2017) donde interpreta a una maestra de pueblo que antes de morir quiere filmar una porno, junto con Maruja Bustamante y Agustín Rittano, entre otros, y en Las cautivas (2021), en pareja con Laura Paredes, la Mensajera y la Elegida, repasando uno de los mitos fundacionales del XIX, en escape por las pampas.
“Tres obras con Tenconi Blanco implica muchos factores a favor: el mutuo conocimiento en un proceso creativo, mucha confianza sobre el armado de la obra, comprensión entre ambos. Tener incorporada su poética me convierte en un instrumento actoral más afinado. Con Chachi Paredes encontré una amante escénica, siguiendo la analogía con la obra, es una actriz brillante, con muchas cualidades inspiradoras”, dice la actriz, directora y docente a quien los últimos años le brotaron jardines de satisfacciones.
Además de la tríada con Tenconi, Vega interpretó a la mujer de Juan Manuel de Rosas, en el unipersonal Yo, Encarnación Ezcurra, de Cristina Escofet y dirección de Andrés Bazzalo, trabajo por el fue nominada y ganadora de varios premios como el ACE 2017 a mejor actriz en obra para un solo personaje, estatuilla que recibiría otra vez en 2022 como mejor actriz en drama por Las cautivas (a su vez, Tenconi ganó como autor). Y con el biodrama Imprenteros, del que es autora, directora e intérprete –surgido a partir de la propuesta de Maruja Bustamante de participar en el Proyecto Familia del Cultural Rojas–, no paró desde 2018, de teatro en teatro. El ruido de máquinas y pedales que musicalizó la historia de tres hermanos que crecieron testigos y parte del trabajo paterno continúa en El Picadero: “La gente me pide que no termine porque genera identificación. Es un retrato desde adentro de una familia de clase obrera de esa generación con conflictos comunes, no contados desde afuera por la burguesía. Ese es el poder que tiene la ficción, cuando se logra hilvanar permite navegar en ese mundo, que puedas creer”. Imprenteros tendrá su documental: con la producción de Ajímolido Films y la codirección de Vega y el cineasta Gonzalo Zapico, su pareja.
Aunque no era su intención dirigir, el camino de la docencia desde muy joven, la puso en ese lugar de las decisiones escénicas, un training que afinó al estudiar con Rubén Szuchmacher. Igual que la propuesta de Imprenteros, le llegó la de Precoz, obra que vuelve en marzo con Tomás Wicz y Lois. Acerca de su amiga y cómo se escuchan y observan durante La vida extraordinaria, resalta su agudeza: “Me gusta lo desopilante que es y el nivel de seriedad que maneja, está atenta a detalles que yo no vería, es muy sutil en escena y muy convincente. Me emociona mucho cuando hace el relato del avión aterrizando en Ushuaia, con una voz contemporánea, está entre uno de los momentos más destacados del teatro argentino”, dice Vega que adora a muchísimas actrices “descomunales” con las que trabajó, aunque no pueda nombrarlas a todas. De otras generaciones y de otros países, menciona una larga lista que va desde Libertad Lamarque, Susana Campos, Graciela Borges, Olinda Bozán, Tita Merello, Niní Marshall y Tilda Thamar hasta Gloria Swanson, Faye Dunaway, Lili Taylor, Julianne Moore, Toni Colette, Isabelle Huppert, Marion Cotillard y Kate Winslet.
Quizá por su experiencia docente, tiene un discurso organizado, muy claro sobre cómo intentar salidas ante nuevos desafíos. En todos los casos, apuesta a las soluciones colectivas, a la cooperación y contención grupal como, por ejemplo, cuando fue parte de la creación del colectivo Escena (Espacios Escénicos Autónomos), la agrupación que representa a las salas del off más pequeñas; o desde Actrices Argentinas para unificar voces en el campo laboral; o con Profesores Independientes de Teatro (PIT), nacido durante la pandemia; y ahora Club Paraíso, otra forma de gestación de proyectos artísticos, para no depender de empresarios o de aportes públicos.
En pareja con Gonzalo Zapico (El bosque de los perros, thriller con Vega, Marcelo Subiotto y Guillermo Pfening), padres de Dante, de 9 años, para ella el trabajo y la rutina diaria están fundidas en una única mano: “Puedo decir, haciendo una analogía con Imprenteros, que ‘la máquina está encendida todo el tiempo’. Es un momento en el que recibo mucho reconocimiento de mucha gente, conocidos y no, del público y la crítica, y es conmovedor. Pero cuando ese reconocimiento no estaba, yo le ponía la misma vehemencia a mi trabajo”. Si le hablan de sueños, asume que nada se dio como imaginaba pero ante el viaje inesperado, espera generar creaciones que la enorgullezcan. “A lo que le tengo miedo ni lo puedo decir, no quiero que quede plasmado en un diario”, dice.
–Lorena, jugando con los puntos de contacto con La vida extraordinaria, ¿cómo querrías que te sorprendiera el fin del mundo?
–Viendo un desprendimiento del glaciar Perito Moreno, aunque lo más probable es que me agarre parando un taxi en Buenos Aires. O, mejor, corriendo en la pista de atletismo con mi hijo.
PARA AGENDAR
La vida extraordinaria, de Mariano Tenconi Blanco. Sábados, a las 22, y domingos, a las 21. En El Picadero, Pasaje Enrique Santos Discépolo 1857. $ 4000.
Imprenteros, de Lorena Vega. Viernes, a las 20. En El Picadero, Pasaje Enrique Santos Discépolo 1857. Desde $ 3500.
Precoz, de Ariana Harwicz y dirección de Lorena Vega. Miércoles 1°, a las 21; y jueves 2, a las 17, en el marco del FIBA. Después continuará, a partir del 16 de marzo, los jueves, a las 20. En Dumont 4040, Santos Dumont 4040. $ 3000.
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