Cristina Aroca: gran actriz con muchas facetas y muy bajo perfil
Casi quince años que no se sabía de ella hasta que llegó la noticia de que Cristina Aroca había muerto, el pasado martes, acompañada por sus afectos más cercanos, su hermano, Juan (que vive en Brasil); su única hija, la actriz María Pastur, y los dos exmaridos: Aldo Pastur y el productor y director Lorenzo Juster. Gente de teatro, el mundo donde transitó, brilló y fue amada hasta que una enfermedad neurológica la atacara muy joven. Tenía 69 años.
"Era muy buena actriz, buena compañera, impecable, tengo el mejor de los recuerdos", dice Ariel Bonomi, el director de Valhala, la morada de los héroes, de Patricia Suárez, obra por la que fue nominada al Premio Ace 2004.
Discípula del maestro Oscar Fessler, integró el grupo Taller que realizó obras en el Payró, en el Estrellas, de Héctor Ricardo García, y otras salas que abrieron sus puertas al teatro independiente durante la dictadura. Con Fessler hizo Las brujas de Salem, de Arthur Miller, en 1987 en el San Martín. Años después, en el mismo teatro, fue parte de la recordada puesta de Alberto Ure de Noche de reyes, de William Shakespeare.
Cuando no era tan común, como en la actualidad, la formación integral del actor, Aroca además de teatro de texto, podía cantar y bailar en escena. Fue la protagonista de La loca de Chaillot, un musical estrenado en marzo de 1975 en el Teatro de la Cortada, en San Telmo, basado en el libro de Jean Giraudoux, música de Carlos Kersevan y dirección de Adolfo de Sagastizábal. También probó con distintos géneros del musical: integró el elenco de Veintitangos, dirigida por Santiago Doria, en el Teatro Nacional Cervantes, en 1988, e hizo infantiles en el San Martín durante dos temporadas a principios de los 90: La calle de las cosas perdidas, junto con Ana María Cores y la dirección de Mario Camarano.
En TV trabajó en tiras en Canal 9 como Amada salvaje, con Antonio Grimau y Pastur. Y si bien hizo poco cine, participó en algunas películas prestigiosas: La muerte de Sebastián Arache y su pobre entierro, de Nicolás Sarquis, y Tiempo de revancha, de Adolfo Aristarain, donde actuó de intérprete del "mudo" Federico Luppi. "Tenía mucho talento y, lo principal, era una persona excelente, de bajo perfil", dijo Aldo Pastur.
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