
Ana Wolf y el ayer, en "Semillas de memoria"
El espectáculo se montó en diversos países
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Hace algo más de un año la actriz Ana Wolf está presentando su espectáculo "Semillas de memoria" en los más diversos escenarios del mundo: Nueva Zelanda, Holanda, Alemania, Dinamarca, Italia, Bélgica, Belgrado.
Se trata de una experiencia singular. Fue creado en Holstebro, Dinamarca, a partir de una experiencia de trabajo que la intérprete compartió con Julia Varley, del Odin Teatret.
"Semillas..." -que actualmente está haciendo funciones en el encuentro Mayo Teatral, de La Habana, Cuba- toca un tema muy especial para los argentinos: habla de la ausencia de una persona, habla de los desaparecidos y quien cuenta esa historia es una pequeña de apenas nueve años.
Ana Wolf pasó por Buenos Aires. Apenas unas semanas le permitieron reencontrarse con los suyos y volvió a partir. Luego de Cuba, irá a Israel, Egipto y Polonia y retornará a Dinamarca, donde comenzará a trabajar con un grupo italo-danés, con el que vendrá a Buenos Aires el año próximo.
"En realidad -dice la intérprete-, toda esta actividad es consecuencia de haber conocido al Odin Teatret hace tres años y de que Julia Varley haya aceptado dirigir mi trabajo."
En 1996, Wolf protagonizaba "Asunción", un texto de Ricardo Monti, con dirección de Mónica Viñao. Eugenio Barba y su grupo vieron el trabajo y ese primer encuentro modificó -y mucho- la tarea de la actriz, que comenzó a viajar a Dinamarca a entrenarse con la compañía.
"Encontrarlos a ellos fue encontrar un referente muy fuerte -reconoce-. Y en Julia descubrí a una verdadera maestra. En algún momento sentí que debía concebir un espectáculo. Entonces le pedí a Julia que lo dirigiera. Lo primero que me dijo fue no, pero insistí. No tenía grupo, ni obra, sólo un entrenamiento personal. Había muerto mi padre...Cuando llegué, en 1997, no tenía nada. Y después de discutir y escribir mucho, Julia decidió supervisarme".
-¿Por qué trabajar sobre la memoria?
-En realidad trabajo sobre la ausencia. "Semillas..." es una historia sobre la ausencia de los treinta mil desaparecidos que tenemos en el país, la ausencia de mi papá, la de un hermano del corazón, Marcelo, que está desaparecido. Cuando yo era chica preguntaba por él y me decían: "Sos chiquita, ya vas a entender cuando seas grande". Cuando crecí descubrí que no había nada que comprender, era un desaparecido más. En realidad hay algo que yo no entiendo. Cómo hoy este cuerpo está acá y mañana, cuando extiendo mi mano, donde ese cuerpo estaba hay ausencia.
-El espectáculo surgió en Dinamarca. ¿Cómo operó esa distancia a la hora de hablar de este tema?
-Cuando te vas del país empieza a funcionar la memoria. Aparece un nosotros colectivo que acá no usas. En Dinamarca perdés la lengua porque tenés que hablar en inglés o en otro idioma. Hay un código de comunicación y de sonoridad que desaparece. Empezás a escuchar otros sonidos y a reconocer que los que tenés en el cuerpo no coinciden con los que oís. Y eso se vuelve creativo. Si no, se torna lamento o llanto. Si bien la dramaturgia de "Semillas de memoria" pertenece a Julia Varley, se fue armando a partir de textos que producía la actriz sobre temas como la realidad de una familia inmigrante, la historia de una abuela, un recuerdo de infancia.
Luego desarrollaron un trabajo sobre secuencias físicas. "Fue bueno tener una directora extranjera -comenta Ana Wolf- porque es un tema muy fuerte, emocional y a mi me cuesta tomar distancia. Fue lindo también el proceso de investigación para encontrar quien cuenta la historia. Lo cuento yo, desde mi realidad de nueve años. Creo que la única manera de hacerlo es partir de mi vivencia , de esa pregunta que hacía cuando era chica, "Mamá, ¿dónde esta Marcelo?""
Si bien el espectáculo se representó en la Argentina en muy pocas oportunidades, en el exterior esta experiencia se confrontó con públicos de lo más heterogéneos.
Las funciones más intensas fueron aquellas en las que las espectadoras eran madres de desaparecidos de otros países. "En Bélgica lo presenté en un encuentro internacional de desaparecidos. Estaban las Mujeres de Negro, de Yugoeslavia, las Madres de los Sábados, de Kurdistán, que marchan como las madres de Plaza de Mayo, había mujeres de Ruanda que venían escapando del genocidio. Hacerlo para ese público fue en verdad muy fuerte. Si bien ésta es mi historia, también era la de ellas".
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