Cuando callaba, seguía diciendo
No voy a repetir aquí lo que todo el mundo (y con razón) dirá acerca de su excelencia como actor. Sólo quiero recordarlo en su silencio. Tuve la suerte de trabajar junto a Alfredo (gracias a una idea de Kive Staiff, quien quiso recordar el centenario de la muerte de Ibsen regalándome la posibilidad de armar (junto a Nicolás Schuff) y dirigir un espectáculo que llamamos Recital Ibsen y que tuvo como extraordinarios decidores a Alfredo Alcón y Elena Tasisto). En ese breve proceso de ensayos -una de mis experiencias más reveladoras- yo observaba todo el tiempo el silencio de Alfredo. Cuando Alfredo callaba, cuando no decía, eso seguía diciendo. El misterio. El más profundo y arcano de los misterios. Todo parecía detenerse, todo parecía significar cuando Alfredo callaba. Como si en el silencio se colara, definitivamente, la eternidad y el aire se preparara para recibir la tormenta de la palabra. Así será entonces, desde hoy. Nadie podrá intentar silenciar su silencio. Ni Dios. Quienes amamos el misterio (o la palabra) sabremos escuchar.
Debido a la sensibilidad del tema, esta nota ha sido cerrada a comentarios.
Alejandro Tantanian