
Daniel Veronese en el San Martín
Sus actores cuentan por qué les encanta trabajar bajo su dirección y cuál es su impronta, su estilo
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No, no es el fin de una trilogía. Los actores de Los hijos se han dormido, que hoy se estrena en la sala Casacuberta del San Martín, rechazan esta idea. Daniel Veronese, uno de los directores más prolíficos de la escena nacional, presenta una versión de La gaviota, y regresa al universo de Antón Chéjov, luego de su experiencia con Un hombre que se ahoga y Espía a una mujer que se mata (versiones de Tres hermanas y Tío Vania, respectivamente). Marcelo Subiotto, Fernán Mirás, María Onetto, Osmar Núñez, María Figueras, Carlos Portaluppi, Ana Garibaldi, Roly Serrano, Berta Gagliano y Claudio Da Passano, integran esta propuesta. Sí coinciden en el tema, irónicamente entre risas y en círculo: la soledad y los desencuentros amorosos.
"Vení y hacéte cargo de tus títulos", bromea Portaluppi a un Veronese que está probando el sonido. El actor interpreta al médico Dorn, el alter ego de Chéjov, quien también era galeno. Hace 15 años participé de la versión de Augusto Fernándes en esta misma sala ("era el cocinero, claro", dice).
Es la primera vez que María Onetto trabaja con Veronese. "Le hice a Daniel la pregunta sobre sus títulos, pero no me respondió. Mi opinión es que son versiones intervenidas con mucha inteligencia, con textos suyos y de otros autores, como Tennessee Williams". Veronese tiene en cartel Un tranvía llamado deseo y dirigió Los reyes de la comedia, Gorda y El método Grönholm, entre muchas otras, enmarcadas en el circuito comercial.
El clima de decadencia y tedio de la alta sociedad rusa se muda a nuestros días en esta versión. Los hijos se han dormido es una coproducción con el Festival de Otoño de París, el Teatro de La Bastille y Sebastián Blutrach, y ya están confirmadas las presentaciones que esta obra llevará a cabo en Francia y España.
Núñez, ganador del premio al mejor actor en el Festival de Biarritz (por La mirada invisible) ensaya una respuesta para intentar definir, si es que existe, "el estilo Veronese": "Se trata de poner el alma, el corazón, la cabeza en un trabajo muy coral. El intenta recrear la mayor verdad posible. No sé cuál es su estilo, pero sí te exige despojarte". Núñez es una autoridad en la materia. Este es su cuarta obra junto con Veronese.
María Figueras conoce demasiado bien a Veronese. Además de su pareja y de ser el padre de su hija de 3 años, ésta es la cuarta obra en que la dirige. "El texto es crucial para él. Trabaja muy cerca del actor y te moviliza."
Veronese eligió por tercera vez a Ana Garibaldi para acompañarlo en un proyecto. La actriz admite que esta confianza la estimula: "De repente Daniel cambia una escena. Quizá faltan 15 minutos para que empiece la pasada de un ensayo y tenés que salir a hacerlo. Te mantiene en un lugar de incomodidad, que es muy rico y te obliga a seguir buscando".
Amores cruzados
Kostia ama a Nina. Nina ama a Trigorin. Trigorin ama su trabajo. Irina ama a Trigorin, y él la abandona por Nina. La lista apenas empieza. Todos sufren. Nadie es feliz. "La plena vigencia de esta obra se puede explicar porque a todos nos pasó estar enamorados de alguien y que no nos corresponda", opina Garibaldi.
"Trigorin cree haber encontrado el amor, pero resulta que es algo tan subjetivo, tan incierto e inasible, que se equivoca. Su búsqueda es otra. Es un creador compulsivo", dice Núñez en defensa de su personaje.
La incomunicación define las relaciones entre estas criaturas tan complejas como infantiles. "Son caprichosos y ninguno puede salir de su propio charco de pis, se quedan allí pataleando", opina Figueras. La actriz siente admiración por su personaje: "Perdió un hijo, perdió a su amor. Entonces, lo único que la mantiene viva es luchar por su trabajo. Se convierte en una gran actriz. Ella me enseña mucho", confiesa.
Mirás lamenta que Kostia, a quien encarna, se quede estancado tras el rechazo de Nina: "Vive el rechazo como un tormento. Creo que en algún momento ni él sabe por qué la ama".
Los padres terribles
Dos actrices y dos dramaturgos, a modo de espejo, son el núcleo central de esta pieza. "Nuestra profesión es la que está puesta en relieve. ¿Qué es el éxito? ¿Qué es el brillo?", dice Figueras.
Onetto habla del desafío de interpretar a otra actriz: "Irina es una egocéntrica, una narcisista, muy impune. Está acentuada esta cosa despiadada sobre su hijo. Encuentra en su profesión la única posibilidad de librarse de la esclavitud, porque la vida no tiene sentido".
El rol de la maternidad está puesto en primer plano y el modo en el que se combina la familia con el trabajo. Figueras destaca una frase de la obra que la cautiva: "No se puede escribir Hamlet y tener una familia, esposa, hijos y esas cosas". Cuando inicie la gira en París, Figueras también regresará a la piel de Nora, en El advenimiento de la civilización venidera (versión de Veronese de Casa de muñecas). Al mismo tiempo interpretará en el exterior a Nora y a Nina, dos de los personajes femeninos más emblemáticos del teatro contemporáneo: "Soy un compendio de cosas, no es fácil ser actriz y madre, como no es fácil para ninguna mujer combinar ambas".
Onetto reflexiona: "Una frase que podría ser feliz, «Los hijos se han dormido», tiene acá otro significado. ¿Qué han hecho los adultos que los han apagado. Se han muerto sus hijos". Silencio en la ronda de los actores. Todos la miran. "¿Podés poner que esa frase es mía?", lanza Mirás y comienza una carcajada.
PARA AGENDAR
Los hijos se han dormido: de miércoles a sábados, a las 20, y domingos, a las 19. Sala: Casacuberta, del Teatro San Martín, Corrientes 1530





