El otro rey: interesante búsqueda estética de Lautaro Metral
El otro rey
Nuestra opinión: buena
Autor y director: Lautaro Metral. Elenco: Juan Manuel Besteiro, Sergio Cirigliano, Nicolás Manasseri y Renzo Morelli. Luces: Santiago Muñoz. Sala: Cultural Freire, Freire 1090. Funciones: lunes, a las 21. Duración: 67 minutos
El Cultural Freire tiene una entrada por la calle que lleva su nombre y otra por Zabala, en la que funciona una cervecería. Su espacio escénico es un amplio galpón con gradas, en las que el público, en su mayoría jóvenes, llega con un vaso o dos de cerveza, por lo que la función tiene ese grato aroma de la popular bebida. Esto hace la función más distendida y casi de entrada una sutil complicidad parece apoderarse de público y actores, que entre la penumbra y una máquina que despide humo, le aportan voz y acciones físicas a este texto de Lautaro Metral, un autor con una mirada singular y anárquica, que se inspiró en la historia de Rómulo y Remo, para construir este oratorio teatral, al que subtituló "singular tragedia capitalista".
Metral, director y dramaturgo, eligió el absurdo para referirse a esta cotidianidad de cuatro personajes, que funciona como el coro de una tragedia griega y tiñe de elementos surrealistas y épicos el relato. El otro rey obliga al público a una aguda atención. No solo por los exigidos juegos corporales que realizan sus intérpretes, que les permiten armar y desarmar las más extrañas figuras; también por esas palabras que por instantes parecieran escupir al escenario, o le aportan un timbre melancólico, de pérdida premeditada, que despista al espectador, pero lo incita a querer averiguar más de esta propuesta.
El dramaturgo y director tiene varias piezas de éxito, entre ellas, La mar chiquita, 22.22, crónicas de un mundo absurdo, y la muy premiada –recibió cinco premios Hugo– Cuando callan los patos. A El otro rey le impone una mirada metafórica para referirse a una realidad político-social que nos incluye a todos. Su fórmula, además de lo absurdo y épico, tiene humor. Eso le permite referirse a un rey que parece ir "rumiando" su derrota, quizás imprevista, en la que las palabras que van rotando de un actor a otro, hacen referencia a justicia, traición, testigos, dioses, ideologías y derechos, y hasta menciones político-partidarias. Hay un ajustado ensamble entre la acción y los textos muy bien resueltos por los actores.
La performance es atractivamente válida. Quizá si algunas escenas estuvieran mejor iluminadas, se podría disfrutar mejor de su contenido metafórico. Lo mismo ocurre con el texto, el que al asociar una palabra con otra y jugar tanto con ellas, se vuelve algo confuso. Es válida su demostración de constante búsqueda.