El singular universo de un consorcio
La gente normal. Dramaturgia y dirección: Leandro Arecco. Intérpretes: Federico Buso, Elisa Carricajo, Valeria Correa, Juan Pablo Galimberti. Escenografía: Gustavo Coll. Iluminación: Javier Daulte. Vestuario: Analia Morales. Sonido: Leandro Arecco, Guillermo Krieger. Asistente de dirección: Mia Miceli. Producción: Guillermo Krieger. Sala: Espacio Callejón, Humahuaca 3759. Funciones: miércoles, a las 20.30. Duración: 60 minutos. Nuestra opinión: muy buena
Si hay un terreno que necesita y clama por el sentido común ese es, sin dudas, aquel que incluye a la comunidad que habita un edificio. Porque allí, en pocos pisos encimados, se requiere gente capaz de someterse a normas que se cumplan para que la armonía se instale. Esto no siempre sucede y entonces surgen los problemas. ¿El sentido común es, acaso, algo tan clasificable y estanco que todos los habitantes comparten y acuerdan? Por ese interrogante, y por algunas cuestiones más que se verán a lo largo de la historia que se cuenta aquí, Leandro Arecco, director y autor de esta pieza, la tituló así. Porque se trata de ver de cerca cómo esa convivencia forzosa que implica el edificio puede desatar un sinfín de situaciones hasta disparatadas justamente porque ese sentido común tan preciado, esa norma invisible e intangible que regularía las pasiones y costumbres, no es tan claro para todos.
Los habitantes de un edificio muchas veces pueden pasar sin advertir las opiniones y los modos de vida de sus vecinos hasta que algunos sucesos los acercan. En La gente normal esto mismo sucede cuando a una mujer (la extraordinaria Elisa Carricajo) se le escapa su loro, al que ama con locura y pasión, y queda atorado en el hueco interno del edificio, lo que se suele llamar "aire y luz". Desesperada, con sueño acumulado de días sin dormir, por fin pide ayuda a un vecino y así comienza un periplo que desencadenará todo tipo de conflictos pero que, y esta es sin dudas la tesis de la obra de Arecco, dejará al desnudo lo precario que significa cohabitar en un espacio con gente con la que no se comparte ni un ápice de normalidad. Y entonces se eleva con fuerza algo que todos saben pero callan: las grandes ciudades exponen a sus ciudadanos a compartir un compendio de normas que en profundidad no son las mismas para todos.
El vecino Lisandro (Federico Buso) es el que pone la casa como centro de operaciones para el rescate. Otro vecino, Sebastián (Juan Pablo Galimberti), un bueno para nada, solo y un tanto perdido, se suma a la misión y encontrará en ella un motivo de vida. Por su parte, Noel (Valeria Correa) es la vecina malita que aunque con resistencia terminará colaborando en la causa. Ellos cuatro, sumados a un vecino que nunca se muestra pero que imprime el sesgo más violento y perverso, se vuelven una ejemplar radiografía urbana.
En una puesta sencilla que evoca a este desprovisto departamento de Lisandro, la dirección de Leandro Arecco va en un sentido muy claro: resaltar los prejuicios y las creencias instaladas en las ciudades. Y en ese sentido, Elisa Carricajo y Valeria Correa (ambas integrantes del grupo teatral Piel de Lava; en cartel Petróleo, puede disfrutarse en el Teatro Sarmiento) y los dos actores se prestan muy bien para esta búsqueda. Porque hay un tema que queda instalado aquí y es espeluznante solo de pensar: compartir una dirección postal no implica, en absoluto, compartir una ideología. La gente normal muestra ese instante en el que, de golpe y de improviso, todas las barreras se derriban y quedan expuestos los verdaderos pensamientos de todos.
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