
Fabián Arenillas vive el sueño del actor
Luego de muchos años de trabajo, le llegó el momento de gran exposición en televisión, cine y teatro
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Desde mayo del año pasado es Marcelo –novio de Carolina y acosador de la joven Jimena– en Agosto, condado Osage, la pieza de Tracy Letts que no se cansa de llenar el Lola Membrives. En octubre comenzó también a meterse en la piel de Peter "El Rubio" Silvani, el jefe de redacción poco menos que corrupto (ahora algo redimido) de Lucía, en la tira televisiva Ciega a citas, que todas las noches toma Canal 7. Y desde el último domingo se transforma en cuanto prócer haga falta para apoyar –desde el humor– el trabajo divulgador y literario de Juan Sasturain en su programa Ver para leer, que esta cuarta temporada en Telefé tiene intenciones bicentenarias.
Fabián Arenillas está disfrutando de este momento de alta exposición que tiene tras muchos años de trabajo y preparación; esfuerzo que no tuvo siempre el resultado deseado. Hace cerca de quince años, Arenillas dejó de lado todo lo que tenía que ver con la actuación y decidió enfocase en una salida más redituable a partir de negocios de exportación. Pero si bien, económicamente, obtuvo la ganancia que le hubiera gustado obtener como actor, no estaba del todo contento. Y frente a la primera propuesta de un amigo (que lo invitó a que "le actuara algo" en el Rojas) largó todo los negocios que había emprendido vía Miami y volvió a apostar a su "yo" actor. El riesgo era alto para alguien que reconoce sin pruritos que no le gusta la "cosa bohemia" de los actores, pero todo se dio de tal forma que, al poco tiempo, tenía un contrato por cuatro años con una telefónica para protagonizar cuantos comerciales fueran saliendo. Con ese backup económico, Arenillas no volvió a dudar en dónde veía su horizonte profesional.
En estos diez años participó en doce películas y formó parte de sitcoms como La niñera y Hechizada con lo que ya tenía un pie adentro de Telefé cuando lo convocaron a participar primero de Los exitosos Pells y luego en Ver para leer. "Todas estas experiencias han sido completamente diferentes unas de las otras y todas muy ricas, pero definitivamente el trabajo en Los Pells fue "casi como hacer un master", explica Arenillas que tuvo que vérselas con un personaje chico que estaba más pensado para acompañar.
Allí era Ricardo, el abogado del canal en el que el matrimonio Pells era la dupla estrella de las noticias. "Trabajaba codo a codo con actores con mucha experiencia y eso te pone en un lugar de tener que seguirlos, de adaptarte a sus propuestas, y si bien yo tenía experiencia fue un curso acelerado con un nivel de exigencia alto, muy alto", sigue este actor que compartía escenas con Mirtha Busnelli, Hugo Arana y Andrea Bonelli.
Ahora, con todo ese bagaje, Arenillas se siente a sus anchas en el rol de Silvani, donde ahora "soy el dueño de la pelota" rodeado en general de actores más jóvenes o con menos experiencia televisiva que él.
Experiencia que vuelve a volcar en el programa en el que comparte pantalla con Sasturain, oportunidad en la que sacó provecho también de los años de teatro off en el que solía hacer algo parecido a lo que hoy se conoce como stand up: "unipersonales en los que interpretaba personaje tras personaje solito su alma sobre un escenario". Esa veta multitudinaria fue la que convenció a los responsables de Ver para leer de tenerlo en sus planes. De hecho en las primeras dos temporadas hacía hasta cuatro personajes por capítulo; en el tercer año ganó terreno "el amigo obse" de Juan, y ahora, con este espíritu bicentenario que está tomado forma y color, tendrá que mimetizarse con Sarmiento, Monteagudo y tantos próceres más. Gajes de un buen oficio al que Arenillas supo volver a tiempo.
HOMBRE ORQUESTA
Para verlo estos días. En Agosto, condado Osage, miércoles a domingos, en el Lola Membrives. También en Ciega a citas, de lunes a jueves, a las 22.30, en Canal 7; y los domingos, a la medianoche, en Ver para leer, por Telefé.
Formación. Estudió con Carlos Moreno, Norman Briski, Ricardo Bartis y Augusto Fernandes.
Teatro. Participó de las puestas de La ópera de dos centavos, Rey Lear y Panorama desde el puente, todas producciones del Complejo Teatral de Buenos Aires, entre otros montajes.
Cine. Trabajó con Lucho Bender, en Felicidades; con Juan José Campanella, en El hijo de la novia; con Martín Rejtman, en Los guantes mágicos; en Encarnación, de Anahí Berneri; y en El nido vacío, de Daniel Burman, entre otras.



