Las ideas, una impecable maquinaria escénica
Las ideas / Texto y dirección: Federico León / Actores: Julián Tello y Federico León / Escenografía: Ariel Vaccaro / Música y diseño de sonido: Diego Vainer / Diseño de luces: Alejandro Le Roux / Vestuario: Paola Delgado / Fotografía: Ignacio Iasparra / Cámara y fotografía: Guillermo Nieto / Dirección de arte: Mariela Ripodas / Realización de objetos: David D'Orazio / Diseño: Alejandro Ros / Sala: Zelaya (Zelaya 3134) / Funciones: de jueves a sábados, a las 21, y los domingos, a las 20 / Entradas: alternativateatral.com o por el 15 4477-2732 / Nuestra opinión: excelente
En el último espectáculo de Federico León, llamado Las multitudes, ponía en escena a 120 actores de entre 5 y 90 años. Cuando lo estrenó en Buenos Aires, a veces había igual cantidad de gente de un lado como en el otro. En algún sentido o en muchos, la famosa cuarta pared adquiría las formas de un espejo (o de sita al ilusionismo, según Leandro Erlich).
En Las ideas, la obra que hizo algunas pocas funciones en el marco del Festival Internacional de Buenos Aires y que ahora volvió al lugar en donde nació, son sólo dos actores: Julián Tello y el mismo León. Cada uno, como en otra situación espejada, durante buena parte de la obra está sentado en lados opuestos de una mesa de ping-pong. Una mesa que, como sucede con cada una de las capas que se despliegan en Las ideas, irá adquiriendo distintas transformaciones en un juego de una lógica interna atrapante.
En Las ideas todo lo que se ve, se dice, se huela es esto, pero también aquello. O la duda misma. O la reflexión misma. El whisky que toman puede no serlo. El porro que fuman puedo no serlo. El billete que rompen quizá sea falso. El detector de billetes falsos quizá también lo sea. Hasta el detector del detector de dinero trucho puede también ser trucho. Lo trucho, dentro de la lógica y neológica de Las ideas, pone en tensión a lo real o, en verdad, a la representación en sí misma.
En Las ideas explota un globo que va adquiriendo dimensiones desbocadas, una computadora, el sentido común, la causalidad, la línea de tiempo y hasta los mecanismos habituales de la producción escénica. Las ideas explora tanto la delicada línea entre la ficción y la realidad como las líneas vinculantes entre las artes performáticas y las artes visuales. Las ideas expone un concepto y lo lleva a su propio límite, a su forma más radicalizada. Es fiel a sí misma.
León y Tello hacen de Federico y Julián. O no, porque son ellos mismos. Son, también, los opuestos y complementarios. El primero es el que da algo de sujeto racional, de tipo pensante. El segundo, el de la asociación libre, el volado, el inconsciente. Están en escena en bermudas como si fuera un domingo de una sobremesa interminable bien regada. Claro que también son dos exquisitos y obsesivos cirujanos a los que no les tiembla el pulso.
Ambos construyen una pieza discursiva potente, una maquinaria demoledora que es como un tercer personaje o la obra en sí misma. Una obra que a lo largo de 60 minutos no para de abrir puertas, de desplegar formas hasta que, al final, encuentra su síntesis en un video (potente obra dentro de la obra) que dura menos de un minuto.
Se presenta en la casa de Federico León. Casa del Abasto devenida teatro. Ahí, durante más de un año, uno y otro estuvieron dando vueltas a esta idea escénica. El clima de laboratorio de Las ideas recrea aquel tránsito devenido obra terminada, en la representación de la representación de ese proceso. Las ideas es teatro de ideas. Teatro conceptual. Teatro de las artes combinadas. Teatro total. O -simplemente- puro teatro, su esencia, su ADN, su forma más pulida.
Julián Tello y Federico León son los alquimistas de este engranaje en el cual es imposible dejar de lado la escenografía de Ariel Vaccaro, la música y el diseño sonoro de Diego Vainer, el diseño de luces de Alejandro Le Roux, el vestuario de Paola Delgado, la fotografía de Ignacio Iasparra, la dirección de arte de Mariela Ripodas, el diseño de Alejandro Ross, la realización de objetos de David D'Orazio o la variedad de actores que aparecen en el video final. Ellos todos, y mucho más, son piezas clave de este contundente laboratorio escénico creado por la mente brillante de un tipo brillante: un tal Federico León.
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