Las miserias, vistas con humor

"Des-plazados" . Tres obras de humor de Hugo Bab Quintela, Clara Carrera y Alberto Drago. Dirección: Rosa Celentano. Intérpretes: Cecilia Cenci y Hugo Bab Quintela. Escenógrafo: Rodolfo Pappatico. Diseño de iluminación y banda sonora: Rosa Celentano. Asistente de dirección: Silvia Perelli. En el Taller del Angel, Mario Bravo 1239; 4963-1571. Jueves, a las 20.30. Entradas, $ 10. Duración: 50 minutos.
Nuestra opinión: bueno

Un ladrón con aires académicos, una prostituta cansada, una escritora que dice ser Silvina Ocampo, un exhibicionista más tierno que malo, un bandoneonista demasiado flaco y una cantante que insiste en cantar.

Estos son los personajes que interpretan alternativamente Cecilia Cenci y Hugo Bab Quintela en las tres pequeñas obras que arman "Des-plazados" y que tienen en común el aire perdedor de sus personajes, una ardua búsqueda del amor, el tono naïf y simplón con el que están contadas y una plaza como único espacio escénico.

Lo que cada personaje y su partenaire -se presentan siempre en pareja- hacen por encontrar su lugar en el mundo está teñido por un tono humorístico en el que se cuela cierta melancolía, pero también algunas dobles intenciones que resultan más candorosas que escandalosas.

De las tres piezas, la mejor lograda es la segunda ("Espejos del Rosedal", de Clara Carrera), donde los dos actores alcanzan su mayor punto interpretativo. Hugo Bab Quintela está encantador en la piel de un exhibicionista que lo único que quiere es hacerse notar para, al menos, despertar pavor, nunca indiferencia.

Las otras dos obras, en mayor o menor grado, se presentan un poco más deshilachadas y, por momentos caprichosas en su narración, sobre todo la tercera ("¿Por qué enrejaron la fuente"?). Aun así, el resultado es armonioso.

La propuesta de la directora Rosa Celentano es pequeña, sencilla y directa. Está destinada a que los espectadores pasen un buen momento al verse reflejados en más de una de las caras que transitan las historias. Todas ellas con la mirada puesta en el costado más gris de esas personas que logran brillar por las ganas que le ponen a su existencia. Sin más pretensión que ésa, la puesta logra su cometido.

Por Verónica Pagés

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