
Piñón Fijo, un artesano de la risa
El popular payaso cordobés se presenta a sala llena en Villa Carlos Paz
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VILLA CARLOS PAZ.-"El único capital que no se devalúa ni pueden encerrar en un corralito es la alegría y los sueños de nuestros hijos". Piñón Fijo, el popular payaso cordobés que desde hace doce años viene pedaleando por el noble camino de hacer reír, no permite que el ventarrón de la crisis se filtre por las ventanas de una escenografía de cuento de hadas. O que le arrebate los globos que él mismo transforma en flor, en avión o en la corona celeste que emociona a una tímida madre.
Nada de eso. Cada noche que se presenta en el teatro de Carlos Paz, la función se colma de familias que bailan y entonan de memoria las canciones "del Piñón". Sin más herramientas que algún títere o su saxo cloacal, este personaje que se reconoce como una suerte de "duende urbano", y que es decididamente mágico, campea la realidad, fiel a su nombre.
"Me bauticé así por las bicicletas de piñón fijo, en las que siempre hay que pedalear para adelante, porque en cuanto le das para atrás, la rueda se traba", explica, ahora a cara lavada, un Fabián Gómez de 36 años que pocos chicos reconocerían por la calle.
Sabe que su pequeña lucecita puede iluminar más si se combina con la de otros. "Por eso trato de que los padres que llegan apagados por la desesperanza disfruten de un simple momento de risas y juegos junto a sus hijos", explica. Y recuerda, con sus ojos perdidos en la oscuridad del lago San Roque, las miradas y la "devoción de esas caritas, que son el combustible esencial de la magia del personaje".
Piñón Fijo es consciente de que no puede darse el lujo de equivocarse con ellos; de que en sus corazones está depositando una semilla que va a florecer de acá a algunos años. "Como lo han hecho conmigo Pepe Biondi, Pipo Pescador, María Elena Walsh... entonces, cuando recuerdo cuán fuerte ha calado esa gente dentro de mí, siento que la responsabilidad que tengo es enorme", dice.
Desde el escenario, con su gorro amarillo y sus peculiares zapatos, Piñón Fijo también enseña a cuidar el medio ambiente y a amar a la naturaleza. "Disfruten del aire de la sierra: es todo para ustedes", les dice a sus "piñoncitos".
Mientras los divierte, y ellos copian cada gesto de su ídolo, el "señor Piñón" o "don Fijo", como respetuosamente lo llaman algunos abuelos, les va haciendo guiños a los mayores. Al contarles, por ejemplo, que a Plazo Fijo, su papá, "lo tienen encerrado desde hace un mes y que, según parece, va para rato". O al cantar "otra canción por la salud mental de los padres". "Mi desafío es el de hacer reír, pero sin distraer ni generar una risa boba, ciega o sorda", advierte, sin compararse con nadie.
A causa de la inflación
Piñón Fijo, que había trabajado de peón "en una cantidad de oficios habidos y por haber", nació en medio de la hiperinflación del 89. El mismo día que se planteó si no debería invertir todas esas horas de insatisfacción y de mal pago en algo que le apasionara.
"¿Por qué no?", lo alentó Karina, su mujer.
"Si yo soy el Piñón, mi mujer es el Fijo, mi mitad, con otra compañera no hubiera hecho ni una cuarta parte de lo que hago", confiesa este artista que sueña con llegar a Buenos Aires, "pero defendiendo a rajatabla la esencia del personaje".
De inmediato abandonaron el garaje con baño compartido en donde vivían con sus dos bebés y partieron a Mina Clavero, a dedo, con los pesos contados para pagar una noche de camping. Allí lo contrataron para tocar la guitarra en una parrilla. Pero como la cosa no andaba, la dueña del restaurante, con ánimo valedor, le preguntó qué más sabía hacer. Fabián Gómez, que después del colegio secundario había "picoteado" en varias clases de la Escuela de Arte, le contó de sus concurrencias en un par de talleres de mimo.
"Bueno, pintate, nomás, y salí a repartir volantes", le ordenó la mujer. Y con la cara pintada como lo había hecho tantas veces en la intimidad de su casa, "jugando frente al espejo", salió a la calle, donde aprendió a divertir a grandes y chicos; "porque en cuanto se aburre uno -señala-, te quedás solo".
De una peatonal desierta a una esquina transitada, el talento de Piñón Fijo no tardó en llegar, de boca en boca, a las fiestas infantiles; y, algo más tarde, al teatro y a la televisión.
El año pasado, sus presentaciones en el show del Lagarto, un programa televisivo que se emite por canal 10 de Córdoba, y la edición de dos discos compactos, catapultaron su notoriedad en toda la provincia. Tanto es así, que un mes atrás fue invitado al Festival de Doma y Folklore de Jesús María como regalo de Reyes para los chicos. "Mi mayor éxito lo logré el día que salí pintado de mimo por primera vez. Ese día había encontrado el lugar en el mundo desde el cual se puede dar y recibir."
-Casi todas tus canciones hablan de la libertad, de volar, de "una ventanita sin rejas..."
-Sí. El tema de la libertad es muy serio. Todos los días trato de aprender algo no sólo para mi propia libertad, sino también para la de los demás; especialmente la de mis hijos, a quienes trato de respetar y no encerrarlos con las rejas de los miedos que tiene uno como padre. Y en eso, ¡huy!, hay tanto que aprender.
-¿Y es cierto que terminás llorando casi todas las funciones?
-Sí. Pero no de tristeza. Es de emoción. Por la realización de un sueño, de un acto de amor de ida y vuelta. Y cuando lloro, lo hago orgulloso de mi llanto, sin intención de retenerlo, porque allí está todo mi agradecimiento a la gente y a la vida misma.




