Trinidad Guevara
La vida de una gran actriz, entre los avatares de la sociedad del siglo XIX, con Cecilia Cósero
Texto y dirección: Marianella Morena / Intérprete: Marianella Morena / Arte: Claudia Sánchez / Diseño y tratamiento sonoro: Maia Mónaco / Sala: Elkafka / Funciones: domingos, a las 21 / Duración: 40 minutos
Nuestra opinión: buena
Actriz sumamente versátil y una de las figuras más destacadas de la escena rioplatense en varias décadas del siglo XIX, Trinidad Guevara ingresó de pequeña a la escena, en Uruguay, y sólo logró salir de ella a causa de algunas alternativas de su vida que le valieron el desprecio de cierta parte de la sociedad pacata de la época, en Buenos Aires.
La autora y directora Marianella Morena (que también está presentando en esta ciudad otro de sus espectáculos, Las Julietas , en El Camarín de las Musas) construye una historia breve, aunque extremadamente dolorosa sobre Trinidad Guevara. La muestra en todo su ímpetu. No le interesa hacer un desglose de su actividad escénica, ni exponerla a través de una posible biografía (hay períodos de la vida de esta mujer que, además, se desconocen totalmente). Le importa mostrarla en sus dolores, sus rencores, su desdicha, su infelicidad y de una manera sumamente desgarradora, por momentos.
Dos instantes se imponen en la historia que se cuenta: el nacimiento en Soriano en tiempos del virreinato y su trabajo en Montevideo, mientras la guerra conmociona a la sociedad. Lo descarnado de la época golpea el cuerpo de Trinidad Guevada. El personaje se expresa con la misma violencia con la que muchos hombres y mujeres preclaros la rechazaron por intentar ser una mujer destacada, sobre todo, arriba de un escenario. Claro que su vida disipada siempre fue una carta de presentación que en nada le ayudó a sobrevivir con la misma altura con la que desarrolló su arte.
El texto es extremadamente potente, provocador y, sin dudas, muy atractivo para ser recreado por una actriz. En un ámbito totalmente despojado, en el que sólo la luz irá develando, afirmando u oscureciendo los pliegues del relato, Morena, como directora, le impone un ritmo particular a su puesta en escena y, sin dudas, encuentra en Cecilia Cósero a una intérprete ideal.
La actriz se apropia de ese material con intensidad y, con sus manos y su voz, va generando un ritmo musical que valoriza los acontecimientos que se narran. Sabe afirmar la irreverencia de la conducta de esa mujer que, en igualdad de condiciones, habla de sus relaciones sexuales, de sus hijos, de su trabajo. El suyo, queda claro, es un mundo en conflicto permanente en el marco de una realidad que la lleva a la devastación.
Trinidad Guevara es un trabajo que expone creatividad, riqueza expresiva, hasta sorpresa en muchos momentos, pero esa sorpresa va disminuyendo a medida que la acción avanza. En este sentido, directora y actriz deben reparar que ese cuerpo maltratado de Trinidad Guevara debe atravesar hasta el final de la obra el mundo interno de la intérprete. De lo contrario, mucho de lo que se dice no termina de proyectarse con fuerza en la escena y, sin duda, tampoco en ese espectador que sigue con atención el devenir de un proyecto que, claramente, tiene buena factura.
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