Una trinchera (y se escuchan risas), gran trabajo de dirección y manipulación de objetos

★★★★★ Dirección y dramaturgia: Fernando Ávila. Intérpretes: Lucia Arias, Clara Chardin. Música original: Matías de Stéfano Barbero. Realización de objetos: Valeria Dalmon. Escenografía y vestuario: Compañía Inútil. Sala: Corrientes Azul, Corrientes 5965. Funciones: viernes, sábados y domingos, a las 21. Sólo con reservas a companiainutil@gmail.com.

Dos mujeres y un animal-objeto (bellísimo y magníficamente manipulado) inician el relato. El espacio está, en un principio, vacío pero prontamente se ocupará de manera sorpresiva e imprevista.

Sin duda, la operación del imprevisto es un modo de construcción. Hay dos intérpretes en escena. Sin embargo, tendremos una multiplicación de personajes. Eso es común, lo que no es común es el modo de construcción de esos personajes, ahí se pone en juego la pura diversidad. El nivel de originalidad para construir personajes y los recursos para llevarlo a cabo parecen ser infinitos. Nombraremos uno para solo para ejemplificar: el vestuario (eso que habitualmente funciona de otro modo) en esta propuesta deviene en objeto, en personaje, en escenografía. Podría pensarse que la transformación/metamorfosis es el procedimiento de construcción de este trabajo escénico. Y si bien el tono está cerca de la farsa, se recurre al humor y la música ocupa un lugar central, el planteo temático e ideológico se inscribe en una propuesta profundamente crítica, la hiena es la que sostiene el discurso (cómo se construye el miedo, cuál es el germen del miedo).

Los objetos tienen una presencia central en Una trinchera... y su materia permite la reverberación del movimiento cuando la manipuladora abandona el objeto. La exageración es un recurso constitutivo pero también pueden recurrir al gesto minimalista. “Diga algo, haga algo”, dirigido a un objeto sin manipular. Incisiva pero no panfletaria. Un trabajo increíble de interpretación, dirección, construcción y manipulación de objetos.