El auto fantástico: la serie por la que nadie apostaba, generó millones de dólares y predijo el futuro
Si bien existen fórmulas de éxito que rigen muchas de las ficciones más exitosas, en la pantalla chica también hay espacio para la sorpresa y el delirio. Así se puede explicar el inédito suceso de El auto fantástico, una de las series más populares de la década del 80, que mostraba las aventuras de un policía al que le habían reconstruido el rostro y un automóvil de última generación que podía hablar. A pesar de que pocos confiaban en que una trama así pudiese ser viable, se convirtió en un fenómeno televisivo sin fronteras con episodios que aún hoy muestran su vigencia.
Un creador sin prejuicios
El hombre detrás de El auto fantástico fue Glen Larson, uno de los más prolíficos y exitosos nombres de la televisión estadounidense en aquellos años. Este productor y guionista creó productos como Magnum, con Tom Selleck, y la versión original de la serie espacial Battlestar Galactica, siempre con gran audiencia pero sin contar nunca con el favor de los críticos ni el de los jurados de los premios.
"Me da orgullo haber sabido cómo sintonizar con lo que querían ver los televidentes y, a partir de ahí, crear historias y productos de alta calidad y de manera consistente. Creo que lo logré con trabajo, no fue ni un golpe de suerte ni una golondrina de verano", reveló algunos años antes de morir.
Y es que este verdadero creativo es responsable de algunos de los títulos más populares de la década del 70 y el 80 gracias a un método que consideraba infalible: estudiar la estructura de las grandes obras de teatro universales y las grandes películas y siempre unir tramas con mucha acción, gran despliegue visual en pantalla y gags de humor.
Larson había nacido en 1937 y siendo joven ya sabía que quería ser guionista pero casi por accidente cruzó con la música y terminó formando un quintento folk con el que sonó en las radios de los Estados Unidos con temas compuestos por él, un oficio que mantendría hasta el final de su vida.
Pero cuando la fama del conjunto comenzó a decaer, volvió a su primer amor y escribió un guion que fue comprado de inmediato por los productores de El fugitivo. Así comenzó una carrera en la que su búsqueda de lo popular siempre estuvo por encima de la calidad o el prestigio, lo que le valió el rechazo de parte de la industria, que nunca lo terminó de aceptar: "Nunca busqué la aprobación de nadie más que el público. Siempre fui optimista y nada logra ponerme triste porque sé que he logrado hacer programas que el público parece haber disfrutado, y disfrutado mucho".
Uno de esos éxitos fue Las aventuras de B.J., la historia de un camionero y un chimpancé que tenía como mascota, con quien recorría las rutas de los Estados Unidos viviendo aventuras que duraban un capítulo y siempre involucraban a una joven mujer que caía rendida a sus pies. En uno de los episodios, B.J. enfrentó a un patrullero policial al que se le había sumado elementos tecnológicos que lo volvían más veloz e inteligente.
La trama le había gustado tanto a Larson que decidió unir esa idea con una de sus historias favoritas, El llanero solitario. "No es difícil darse cuenta que estamos hablando aquí de, esencialmente, la misma trama: un hombre que cruza caminos y fronteras yendo de pueblo en pueblo manteniendo la ley y el orden, con un auto que es un poco su fiel corcel", reconocería años más tarde.
Una apuesta fuerte
La historia de El auto fantástico, sin embargo, es un poco más compleja que la del western: Michael Long era un honesto policía de delitos informáticos que, en una misión secreta, es traicionado por alguien de su equipo y termina con un disparo en el rostro, agonizando en una ruta junto a su auto. Es allí que es rescatado por una organización secreta llamada FLAG, liderada por Wilton Knight, que le reconstruye la cara y le da una nueva identidad.
Además de rebautizarlo como Michael Knight (David Hasselhoff), FLAG instala tecnología de última generación en su auto y lo transforma en KITT, el vehículo más avanzado del mundo. La nueva misión del protagonista será descubrir quién lo traicionó y combatir el crimen ahora como miembro de la Fundación para la Ley y el Gobierno, recorriendo las calles con su increíble compañero cibernético.
En los ojos de Larson, El auto fantástico tenía todos los condimentos para ser un éxito, con una historia fresca y diferente que atraería a grandes y chicos. Pero pocos veían ese potencial: los ejecutivos de televisión se reían de la premisa de un galán que dialogara con su vehículo y recordaban Mi madre es un auto, una comedia fallida de la década del 60 que durante años fue considerada la peor de la historia.
Sin embargo, su creador estaba convencido de que tenía un éxito en las manos y logró convencer al canal NBC de que lo aceptara, prometiéndole que lograría mantener bajo el presupuesto y reduciendo su propio salario a cambio de tener el 50 por ciento de las ganancias por derechos de juguetes y otros productos. Era una apuesta fuerte, pues sería Larson el que más sufriría con un fracaso, pero la cadena de televisión aceptó.
El auto que habla
Confirmada la serie, la primera tarea importante era contar un vehículo que fuera distintivo y atractivo pero que no costara mucho dinero. En un comienzo se lo llamó T.A.T.T. (la sigla de Trans Am Two Thousand, un supuesto modelo del auto) pero terminó siendo K.I.T.T. (por Industrias Knight 2000, ya que su creador era Wilton Knight).
Uno de los primeros obstáculos que tuvo la serie era cómo mantener su bajo presupuesto con tantas escenas riesgosas que involucraban al auto. No era posible tener un único vehículo, ya que los requerimientos variaban si iba a saltar, tener alta velocidad o estar fuera del asfalto. A lo largo de sus cuatro temporadas El auto fantástico destruyó 25 vehículos, entre 4 y 9 anuales, así que era simplemente imposible comprarlos, había que encontrar una solución alternativa.
A Larson se le ocurrió entonces cerrar un acuerdo con General Motors para promocionar el modelo deportivo del Pontiac Firebird, volviéndolo popular y mostrando toda su comodidad y robustez. La compañía, a cambio, le vendía cada vehículo por un dólar. El equipo de arte de la serie hacía el resto, modificando su frente y el tablero interno siguiendo indicaciones del diseñador Michael Scheffer.
Para la trompa de K.I.T.T., que debía ser diferente y transmitir la sensación de un producto futurista, los diseñadores se inspiraron en la estética de la serie Battlestar Galactica y la película 2001: Odisea del espacio. La línea de luces rojas eran las mismas que los Cylons de la saga espacial y la voz se parecía a la de HAL 9000.
Listo el vehículo, era necesario encontrar su voz. Tras algunos castings, se eligió al actor William Daniels quien confiaba en el proyecto hasta que leyó el guion: la idea original era ser una suerte de robot sin sentimientos y totalmente automatizado. "¡El trabajo de un actor no es ser una máquina! ¡Renuncio!", dijo en el primer día de trabajo. Como no tenían reemplazo, los productores aceptaron que modificara la personalidad del auto. Y fue un verdadero acierto.
El carácter cercano y por momentos ácido que le impuso Daniels a K.I.T.T. se volvió uno de los sellos del programa y le permitió que su vínculo con su conductor sea más fluido e interesante. El actor tomó una segunda decisión polémica que demostró ser muy acertada: pidió no estar en los créditos, lo que hizo que pocos supieran que él estaba involucrado y ayudaba a que los más chicos creyeran que el auto era real.
Un rostro para Michael Knight
La última pieza del rompecabezas era encontrar al Michael Knight perfecto, alguien con el suficiente carisma y talento como para estar mucho tiempo en pantalla... hablando con un auto. El elegido fue David Hasselhoff , un joven actor que venía de ser parte del elenco de la exitosa telenovela The Young and the Restless, en la que se puso en la piel del doctor Snapper Foster, en un rol que lo había convertido en una suerte de galán pero sin prestigio ni posibilidades de protagonizar.
Sin embargo los ejecutivos de NBC sí habían notado su potencial y cuando Larson les llevó la idea de El auto fantástico, ellos impusieron al protagonista, que sin dudas fue una gran elección. El rol no sólo le dio la chance al intérprete de mostrar sus habilidades sino que lo volvió una cara reconocible para varias generaciones, algo que se confirmaría cuando años después llegara a las playas de Baywatch.
El toque final para el éxito de la serie fue su canción original compuesta por Stu Phillips y el mismo Larson, que se volvió una de las más icónicas de la historia televisión. Aunque es futurista e inspira misterio y acción, el tema está inspirado en "Marche Et Cortège De Bacchus", una composición francesa del siglo XVII escrita por Léo Delibes.
Con un elenco en su mayoría masculino y blanco, la diversidad en pantalla y la representación de minorías nunca le interesó a Larson, lo que haría imposible estrenar hoy una serie así. Sin embargo, en los inicios de los 80 no existían aún conciencia de estas problemáticas.
Un éxito millonario
El clima en las grabaciones siempre fue bueno y cada episodio implicaba algún desafío o reto para el equipo de producción y de efectos especiales. Y es que una de las características de El auto fantástico es que, a pesar de la inverosimilitud de la trama, buscaba realismo en pantalla y los televidentes más chicos terminaban convencidos de que lo veían era real.
Aunque el público no lo sospechaba, en cada episodio aparecían dos o tres K.I.T.T. diferentes, ya que se usaba uno para las tomas en la calle o la ruta, otro para las escenas en su interior y uno o dos "dobles de riesgo" de acuerdo a lo que requiriera la aventura de esa semana. Y para los momentos en los que el vehículo se manejaba solo, había una suerte de cabina escondida en el asiento delantero en donde se ubicaba un conductor.
La química entre Hasselhoff y la voz de Daniels terminó siendo una de las claves del éxito de la serie, aunque nunca compartieron ni pantalla ni espacio de trabajo: las líneas de K.I.T.T. se grababan en una hora semanal de estudio de sonido y luego el protagonista de Baywatch actuaba a partir de ese audio. De hecho, las únicas ocasiones en las que era posible verlos a ambos juntos eran en las fiestas de fin de año de la productora.
A pesar de la resistencia inicial de algunos ejecutivos televisivos, el auto fantástico fue un éxito en rating instantáneo y un furor entre los niños de la primera mitad de la década del 80. Además de darle su primer éxito a Hasselhoff, significó la licencia de miles de juguetes, prendas de vestir infantiles y útiles escolares, el área en el que Larson había negociado el 50 por ciento de las regalías. Se calcula que sólo en el primer año ganó 100 millones de dólares por este concepto.
"El auto fantástico no fue un programa de televisión: fue un fenómeno. Me animo a decir que fue más grande que Baywatch en su época dorada. Supongo que atrajo la idea de salvar vidas en un contexto en el que las series eran policiales y de delincuentes pero enfocadas en eliminar vidas. Esta historia muestra cómo un hombre realmente puede hacer la diferencia frente al delito", reflexionó el protagonista años después.
Larson descubrió pronto que la manera de atraer a la audiencia femenina era mostrar el lado más sensual de Hasselhoff, quien pronto se volvió uno de los solteros más codiciados de los Estados Unidos. Pero todo cambió cuando se enamoró de la modelo y actriz Catherine Hickland. Al hacerse público el romance, el productor televisivo también supo cómo sacarle provecho a la situación: la incluyó como una estrella invitada en una trama en donde también enamora al protagonista y hasta se casa.
Con el paso de las temporadas aparecieron algunos antagonistas, como K.A.R.R. (Knight Automated Roving Robot), una suerte de doble de K.I.T.T. pero malvado. Su voz original era de Peter Cullen, quien algunos años después volvería a transformarse en un vehículo, esta vez en el camión Optimus Prime de la serie animada Transformers. También hubo un cruce de éxitos televisivos en un episodio de Blanco y Negro en el que Gary Coleman visita el set de El auto fantástico e interactúa con K.I.T.T. y Michael.
"Algo increíble de El auto fantástico fue cómo todo el equipo siempre se llevó bien, tanto delante como detrás de cámara. Cuando una serie es un éxito, y más en los 80, es común escuchar historias de dramas en los camarines pero aquí sólo hay historias de confraternidad y del buen humor que siempre tuvo David Hasselhoff, que al ser la cabeza del elenco irradiaba su buena onda en el resto", reveló el escritor Joe Huth en su libro Knight Rider: 30 Years of One Crusader and His Talking Car.
Sin embargo, sí es cierto es que Hasselhoff se enfrentó muchas veces a Larson y NBC por la cantidad de escenas violentas, ya que creía que era importante tener momentos más humanos y en donde pudiese demostrar que además de apuesto era buen actor: "El canal quería que explotara algo en cada episodio y David quería darle más humanidad a su personaje. Entonces en la tercera temporada, por ejemplo, apareció el personaje de la mujer de Michael antes de su accidente y cambio de identidad, lo que hizo que sumara dramatismo pero era evidente que no tenía nada que ver con el corazón de la serie, que eran choques, saltos, persecuciones de autos y todo eso", completó Huth.
La serie que miró al futuro
Los elevados costos de producción y la falta de nuevas ideas en los guiones hicieron que NBC cancelara la serie después de la cuarta temporada pero ya con los ojos puestos en sus repeticiones, que comenzaron en los canales de cable de los Estados Unidos en 1986, acrecentando aún más el éxito. Como los episodios duraban originalmente una hora y muchas señales necesitaban sólo 20 minutos, para poner publicidad y hacer que el segmento dure media hora, en ocasiones las historias eran radicalmente transformadas y perdían sentido. Pero el rating se mantenía firme.
Alentados por un fenómeno que parecía no detenerse, Larson logró desprenderse de NBC y filmó tres películas con el elenco original para ser comercializadas directamente en VHS y cedió los derechos para varios videojuegos para consolas hogareñas.
A pesar de que es inevitable sentir algo hoy de incomodidad frente a algunos aspectos sexistas y violentos de los episodios, su estética y espíritu kitsch sin dudas reflejan los primeros años de la década del 80 y la pasión por lo popular de Larson. Sin embargo, también llama la atención cómo la tecnología de K.I.T.T. se asemeja a la de los vehículos autónomos actuales.
La icónica barra de luces rojas de K.I.T.T. era, en la ficción, "los ojos electrónicos" del auto, de manera muy similar a como se entienden hoy los sensores de modelos avanzados y que, como en la ficción de la década del 80, manejan sin conductor. ¿Quién diría que una serie así se volvería profética del futuro?
El recuerdo de El auto fantástico sigue tan vivo en varias generaciones que hubo varios intentos por resucitarlo, ninguno con éxito. En 1997 Team Knight Rider mostró a una flota de autos como K.I.T.T. combatiendo el crimen, y Knight Rider, de 2008, era una continuación de la historia original pero ninguno duró más de una temporada. Quizá el secreto estuviera en la rara alquimia de la serie original, problemática e insólita pero también con un gran carisma e ingenuidad, que no puede repetirse.
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