
HBO vs. Cuevana, segunda parte
La poderosa señal amplió su demanda contra Escobar, que busca reconvertir su sitio en una empresa legal
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Se trata de una batalla silenciosa, que la gente no percibe, pero que se dirime, por un lado, en los estrados judiciales, con afilados abogados internacionales, y que el otro bando en pugna preferiría resolver en más amables e informales mesas de negociaciones.
En este rincón, Cuevana, el sitio que desde fines de septiembre de 2009 facilita links a sus seguidores para ver lo último en materia de cine y series de TV; en este otro, HBO, que el 22 de noviembre del año pasado denunció penalmente a aquél, y que recientemente amplió su demanda para incluir a los presuntos colaboradores del sanjuanino Tomás Escobar, un estudiante en stand by de ingeniería en computación, de 22 años, que puso contra la pared a la industria audiovisual al convertir de prepo en material gratuito sus más valiosos contenidos.
Rebobinemos: Cuevana nació como un hobby , casi como una travesura compartida por unos pocos amigos recién salidos de la adolescencia que querían verlo todo sin pagar nada. El problema para su creador empezó a incubarse cuando la canción de Roberto Carlos le quedó chica, porque no pasó mucho tiempo para que se colgaran muchísimos más que "un millón de amigos" a su página y aparecieran los primeros banners .
Todo parecía fácil y sin mayores costos, encima con el gran beneplácito social al que le cae simpático y conveniente que Internet sea un espacio totalmente libertario y romántico donde todo sea de todos.
Pero era muy ingenuo creer que las grandes productoras, importantes estudios de cine y señales de TV no iban a reaccionar, tarde o temprano, y defender sus derechos. Aunque tampoco les resulta tan fácil: Cuevana asegura no guardar en ningún servidor propio contenido alguno, limitándose a ser un mero enlace entre los internautas curiosos y los links de acceso a esos materiales que no fueron concebidos para ser regalados.
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En los últimos meses, gobiernos y corporaciones privadas empezaron a agruparse en una incipiente ofensiva, de inusitada fuerza, contra los "Robin Hood" de la Web.
El golpe letal del FBI, el 19 de enero último, contra Megaupload, el principal servicio de alojamiento de archivos y los amagos legislativos norteamericanos para frenar la piratería online (popularizados por sus graciosas siglas, PIPA y SOPA, que quedaron en stand by , no vaya a ser que por defender muy legítimos derechos comerciales privados se terminen vulnerando libertades generales de todos) no son nada si se los compara con los espectaculares operativos que tuvieron lugar en estos días.
En una suerte de "guerra de las galaxias" virtual, al potente operativo de Interpol contra la red de hackers Anonymous, con allanamientos y detenciones en distintos países -cayeron en la redada incluso diez argentinos-, la respuesta no se hizo esperar y la página de la mismísima Policía Internacional recibió un ciberataque.
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Con tantos bombazos cayendo a su alrededor, no es raro que Escobar esté pensando urgentemente en una reingeniería de Cuevana, archivar la etapa Robin Hood, e intentar reconvertirse en una compañía legal.
No es poco lo que tiene para ofrecer: quince millones de usuarios al mes. Frente a eso hay dos posibilidades por parte de los grandes jugadores del negocio audiovisual que fueron sistemáticamente birlados gracias a los links que se ofrecían desde su sitio: una es enojarse y llevar las acciones hasta las últimas consecuencias para desactivar por completo a Cuevana (y no mucho más, porque no parece que Escobar haya exhibido bienes ni cuentas cuantiosas que permitan resarcir los daños y perjuicios por los derechos caídos); la otra es munirse de extremada paciencia y una amplia tolerancia para hacer borrón y cuenta nueva, cobrarle a cuenta y empezar a venderle derechos de exhibición como a cualquier otra pantalla legal. Su cartera de seguidores no es para nada despreciable ni para desaprovechar. Los que puedan dejar de lado un comprensible resentimiento y hagan imperar su espíritu práctico, quizá puedan llegar a encontrar allí una nueva ventana que conecta con una enorme porción de público que es preciso poner cuanto antes dentro del sistema.
Después de todo, si bien es cierto que, desde la mayor irregularidad, Cuevana señaló un camino que, con sensible retraso y todavía no de una manera óptima, las empresas audiovisuales empiezan a transitar al ofrecer sus productos on demand vía Internet.
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Sin embargo, HBO, al parecer, está muy lejos de fumar la pipa de la paz ya que en la ampliación reciente de su demanda puso la mira sobre nueve personas más (una, incluso, radicada en México), sindicados como colaboradores directos de Escobar en su operación clandestina.
El tribunal que lleva la causa, a cargo de una jueza subrogante, estaría por notificar formalmente a Escobar de la causa, en la que hasta ahora sólo husmeó informalmente su abogado penalista, para que ejerza su legítima defensa.
Desde la compañía internacional se informa que "HBO continuará ejerciendo acciones legales en toda la región hasta desarticular la red internacional de colaboradores de Cuevana.tv y de cualquier otra organización que se dedique a lucrar por medio de la violación de sus derechos de propiedad intelectual".
La hipótesis de máxima de la empresa es que el tribunal dicte próximamente alguna medida cautelar que ordene el cierre operativo de Cuevana u otra, de mínima, que, al menos, bloquee en ese sitio los links que conducen directamente hacia la producción de HBO.
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Hasta tanto no haya una más moderna legislación que contemple las particularidades propias de la Red, tan distintas de las del mundo físico, tiene plena vigencia la ley 11.723 (la norma que rige los derechos de propiedad intelectual de cualquier contenido en el soporte que fuera), cuyo artículo 72, inciso a) considera como una defraudación, pasible de ser castigada con una pena de hasta seis años de prisión, al "que edite, venda o reproduzca por cualquier medio o instrumento, una obra inédita o publicada sin autorización de su autor o derechohabientes".
Para curarse en salud, Tomás Escobar -que después de vivir 18 años en Córdoba se instaló en Buenos Aires hace pocos meses- comenzó a tejer acuerdos con directores independientes latinoamericanos para estrenar sus producciones en Cuevana como una manera de empezar a regularizar su presencia en el mercado online , mientras alrededor de un 30 por ciento, o más, de los links que ofrecía están caídos.
Recientemente se vio en su sitio el film Stephanie , dirigido por Maximiliano Gerscovich y protagonizado por Antonio Birabent y Soledad Fandiño, con gran repercusión ya que se calcula que tuvo 200.000 reproducciones en un mes.
¿Cómo sigue esto? No se pierda el próximo capítulo.





