Tori Amos
Tori, sin transpirar
Tori Amos sufre del mismo mal que Prince y otros talentosos músicos extraños: es demasiado inteligente y a la vez demasiado tonta como para encontrar el rumbo. Busca más de lo necesario y al final termina haciendo una música que es demasiado abstracta. En su octavo álbum, hace algo mucho menos esperado: malgasta su talento en un disco blando. Sin piedad, The Beekeeper hace pensar en un John Mayer o un Jack Johnson mujer. Muchas de estas melodías poco trabajadas y poco producidas suenan como si Amos las hubiera compuesto mientras hacía la cola en el supermercado. El dúo que hace con el cantante folk irlandés Damien Rice, "The Power of Orange Knickers", es sorprendentemente directo y pegajoso, pero los arreglos son pobres. Por suerte, Beekeeper mejora en la segunda mitad, momento en el que vuelve el agradable sonido electrónico que escuchamos en From the Choirgirl Hotel, de 1998. "Original Sinsuality" nos devuelve a la cruda austeridad de Little Earthquakes. Lo más frustrante es que con un poco de edición y mezcla, este exasperantemente disparejo disco de ochenta minutos podría haber sido lo mejor de Amos en años.
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