Antes de su tercera visita a Buenos Aires, el vocalista Jim Reid repasa los treinta años de carrera de su banda y la particular relación que mantiene con su hermano
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"Jimloveswilliamhatesjimhateswilliamwilliamlovesjim". Uno de los últimos posteos del Facebook oficial de Jesus and Mary Chain resume a la perfección cuál ha sido y es la dinámica de la relación entre Jim y William Reid en este tiempo. Desde sus inicios a principios de los ochenta, la trayectoria de la banda tuvo que lidiar con la fricción constante entre los hermanos, tanto arriba como abajo del escenario. Pero no todo queda en la enemistad fraternal. En todos estos años, la agrupación que los tiene como únicos miembros estables ha sabido dar con un justo balance entre ruido y armonía, como lo demuestra su debut, Psychocandy, en el que melodías sencillas y agradables conviven con guitarras chirriantes, acoples que ponen a prueba el canal auditivo.
Con el tiempo, The Jesus and Mary Chain se conviritió en el nombre británico con más espalda para medirse con sus pares estadounidenses de la Nación Alternativa en la década de los 90. Discos como Automatic (que los trajo por primera vez a Buenos Aires para tocar en Obras en 1990) y Honey’s Dead los reconfiguraron como un grupo un tanto más lúgubre, lo que les valió un lavado de cara más acústico en su siguiente intento, Stoned & Dethroned. Lejos de aprender a hacer las paces, los hermanos Reid empeoraron su relación. La cosa llegó a su súmmum en Munki, su último disco de estudio, de 1998: cada uno iba al estudio cuando el otro no estaba. La aspereza llegó a tal punto que, como William había compuesto una canción llamada "I Hate Rock ‘n’ Roll", Jim no pudo hacer menos que escribir otra titulada… "I Love Rock ‘n’ Roll".
La separación llegó al poco tiempo, hasta que ambas partes firmaron el armisticio en 2007 para una gira reunión que incluyó parada en el Personal Fest de 2008. Tras seis años de tocar en festivales europeos, The Jesus and Mary Chain vuelve a Buenos Aires (este miércoles 21, en Groove), en lo que es la antesala de la celebración de los treinta años de su disco debut. "No va a haber temas nuevos, así que vamos a hacer cosas de todos los discos", dice Jim Reid desde Inglaterra. "No me gusta ir a ver una banda y que toque algo que no conozco, así que no veo por qué deberíamos hacerlo", adelanta a modo de aliciente.
Desde que volvieron a juntar, sólo grabaron un tema nuevo, "All Things Must Pass". ¿Existe la posibilidad de que hagan un disco, o eso ya no está en sus planes?
Queremos hacer un álbum nuevo, y discutimos bastante con mi hermano al respecto. Es muy difícil porque los dos tenemos familias, yo vivo en Inglaterra y él en Los Angeles. Es complicado: cuando tenemos el tiempo, no nos ponemos de acuerdo en cómo grabarlo, en si tendríamos que hacerlo en un buen estudio o grabarlo con Pro Tools en casa o algo así. Ahora estamos tratando de coincidir en cuál debería ser su línea principal. Yo no quiero ir a grabarlo allá, y él no quiere venir a hacerlo de una manera más básica. Podría terminar ocurriendo, es lo más cerca que hemos estado en mucho tiempo, pero habrá que ver.
Cuando empezaron, sus influencias eran The Velvet Underground, Stooges y The Shangri Las. ¿Cómo eso terminó siendo la base de Psychocandy?
En esa época estábamos muy metidos con dos cosas: la música pop de los 60 y grupos de noise. Mientras escuchábamos a The Shangri Las pensábamos "¿no estaría bueno que su backing band fuera Einstürzende Neubauten?", y ese fue el plano sobre el que edificamos Psychocandy. No era nada nuevo, tampoco. El primero de la Velvet tiene "I’ll Be Your Mirror", pero también tiene "Heroin", así que eso ya existía veinte años de que nosotros lo hiciéramos. La cosa con las influencias es que no tenés que copiarlas y ya, tenés que aportar lo tuyo a la mesa. Si empezás una banda y lo único que hacés es copiar a Iggy & The Stooges, eso no tiene sentido, porque ya ocurrió. Tenés que tomar elementos de todas las bandas que te gustan, reacomodarlos y hacer algo nuevo. La esencia del rock and roll es esa: que la gente pueda tomar prestadas ideas para actualizarlas.
Psychocandy cumple treinta años en 2015. ¿Cuál creés que es su legado?
Para mí, era todo sobre un grupo de pibes que no tenían grandes habilidades técnicas, pero sí deseo y ambición. Podés hacer música hayas tomado alguna vez una clase de guitarra o no, porque si no podés tocarla muy bien eso te fuerza a ser más imaginativo. Creo que ese es el mensaje del disco: hacé lo que te salga, que si hay algo que tenga que mostrarse, se va a terminar viendo.
En 1992 hicieron una gira por Inglaterra en la que compartieron cartel con Blur, Dinosaur Jr y My Bloody Valentine. ¿Qué te acordás de esa experiencia?
Todos estábamos muy borrachos en esa época. Era divertido, estábamos todos compitiendo con el otro para ver quién podía superar al resto. Nos respetábamos entre nosotros, así que fue un buen tour, y a todos les resultó muy bien, sobre todo a Blur. Para esa época, todos nos preguntaban por qué los habíamos incluido porque ellos recién empezaban, y las cosas empezaron a ser cada vez mejores para ellos después de esto, así que salieron beneficiados.
Cuando comenzó, la banda se hizo conocida por hacer shows de no más de veinte minutos que terminaban en un caos tanto arriba como abajo del escenario.
Mucho de eso se exageró con el paso del tiempo. Los shows que duraron eso habrán sido cuatro o cinco en nuestros primeros años. En esa época, teníamos pocas canciones y no cobrábamos mucha plata para que la gente pudiera venir a vernos. Lo de los quilombos fue sólo una vez en la que tocamos en Leeds. Éramos jóvenes y no teníamos experiencia. Nos quedamos escuchando música y tomando algo antes de salir a tocar. Nos terminamos pasando de rosca, mucha gente se enojó y eso fue todo.
Durante todos estos años, la prensa se concentró en la relación conflictiva que mantienen tu hermano y vos: ¿aprendieron a manejarla?
Ya quisiera. Nos peleamos, y no nos hablamos mucho por teléfono. Probablemente sea algo bueno que estemos a miles de kilómetros de distancia el uno del otro, porque es una relación complicada. En el fondo de todo, realmente nos queremos, pero está espolvoreada con mucho odio, ja. Nos toleramos mutuamente pero, para serte totalmente honesto, todavía nos gritamos el uno al otro en el camarín después de los shows.
Entonces no le recomendarías a ningún músico que está empezando que arme una banda con su hermano.
No, no, no. No hagan eso. Ojalá no.
Esta va a ser la tercera vez que toquen en Buenos Aires. ¿Te acordás algo de tus visitas anteriores?
Me acuerdo cosas de ambos, sí. Tengo un buen recuerdo del de 1990, para mí estuvo bastante bueno, si bien estuve bastante borracho, así que me disculpo con quienes estén de acuerdo conmigo, ja. En el otro, que fue en un festival, estaba sobrio, porque estuve sin tomar por un período de cinco años. Fue dentro de ese lapso, y estaba absolutamente aterrado, porque no me gusta tocar sin tomar nada, aunque más no sean un par de cervezas. Ahora estoy bebiendo de vuelta, así que debería poder encontrar el balance adecuado, no para estar tambaleándome por el lugar, pero sí para estar más encendido.
Por Joaquín Vismara
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