
Títulos, un tema de película
Cuesta no confundirse ante el parecido de muchos nombres de films en cartelera.
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La madre recoge el diario, busca bajo la programación de cine y anuncia: "Quiero ver "El placer de estar contigo"". "¿La de Susan Sarandon sobre la pena de muerte?", pregunta el marido. "No, ésa es "Cuenta conmigo"", dice el hijo. La hija, única cinéfila de la familia, los mira con compasión y procede a desatar el nudo que se ha formado, explicándoles que "El placer de estar contigo" es la película francesa de Sautet: "Nelly et Mr. Arnaud", que el film de Sarandon sobre la pena de muerte es "Mientras estés conmigo" (originalmente: "Dead Man Walking"), y que "Cuenta conmigo" es aquel film con River Phoenix que en inglés se llamó "Stand By Me".
Pareciera que hoy en día hace falta ser experto en cine para no mezclar los nombres de las películas. Desde ya que un hecho que juega en contra es la cantidad, cada vez mayor, de films en el mercado. Pero no ayuda tampoco que los nombres de las películas nuevas se distingan cada vez menos de las anteriores. Llama la atención además, la diferencia de significado entre los nombres en castellano de las películas y sus títulos originales. Con tanta confusión cabe preguntarse: ¿quién elige los títulos locales de las películas extranjeras? y ¿alguien regula su uso y selección?
¿Quién pone el título?
En la Sociedad Argentina de Autores (Argentores) explicaron que "la selección de títulos de películas extranjeras corre por cuenta de las distribuidoras de los films", y dijeron no poseer un ente regulador que controle que los nombres elegidos no repitan títulos de películas nacionales ya existentes. "Se supone que las distribuidoras deberían consultar -agregaron-, pero nunca lo hacen."
En el Instituto Nacional de Cine explicaron que ellos tampoco tienen injerencia en la decisión de títulos de films extranjeros, e idéntica respuesta dieron en el Sindicato Cinematográfico Argentino. "Si hay dos nombres iguales, es un problema privado entre la distribuidora y el autor", aclararon.
Habiendo constatado que no existe ningún ente nacional que controle la selección de títulos, La Nación habló directamente con los responsables: las distribuidoras. Así pudo saberse que no todas tienen la posibilidad de elegir sus títulos. Las más "grandes", como Columbia-Buena Vista o Warner-Fox, son, irónicamente, las que menos influencia tienen en este asunto. "No se decide acá", explican.
El método que se sigue es que cada país sudamericano envía al Norte sus propuestas, y de esas se elige una. "El título seleccionado se usa para toda América latina y esto se hace por cuestiones de merchandising, pero, como explica la gente de Columbia, el sistema no siempre es beneficioso. "Cada país sudamericano tiene sus expresiones propias, -dicen- y por eso estamos empezando a evaluar este método.".
A diferencia de las grandes distribuidoras, las llamadas "independientes" sí tienen poder para decidir el título argentino de sus films, lo cual no significa, como pudimos averiguar, que todos usen un mismo criterio de selección. Evidentemente, lo importante para todos es vender su producto. Pero la manera de hacerlo varía: algunos tratan de mantener el título original (o su traducción literal). Otros ni se fijan en eso y en vez tratan de buscar las palabras argentinas que expresen la esencia del film. Un tercer grupo se basa estrictamente en criterios de marketing.
Líder Films, por ejemplo, da prioridad a esto último. "No nos fijamos en el título original porque trabajamos para el público argentino", explican. "Buscamos el título que sea más efectivo". Dicen que, aunque no todos lo admitan, la decisión de nombres se basa, en un 95%, en criterios de marketing y que siempre se trata de resaltar los rasgos más "lindos, positivos y humanos" de cada film. Podría asumirse que esto significaría destacar el aspecto sexual, pero sin embargo ellos aseguran que "en el cine, no todo lo que es sexo vende". En cambio "sí vende el amor, que se usa en 75% de los títulos".
En Eurocine, otra distribuidora independiente, piensan que la elección del título "es una cuestión lógica. La agencia de publicidad nos da una lista de posibilidades, y nosotros elegimos, tratando de combinar el título original con algo que "enganche", pero que no engañe". Aclaran que ellos tratan de no olvidar que el cine es el séptimo arte, pero afirman también que "no deja de ser, además, un negocio".
Otros, que dan prioridad a esto de "no engañar", son Artistas Argentinos Asociados y Filmarte, que buscan "mantener la esencia del título, cuando no es posible hacer una traducción directa o usar el original". Esto último depende, por supuesto, de la simpleza idiomática del mismo. Filmarte explica que cuando no es posible usar un título original o su traducción directa, "se elige alguna frase que se dice en la película como título".
Los criterios de selección varían, pero el resultado sigue igual. ¿Por qué hay tantos nombres parecidos? "Falta de creatividad", admiten algunos. "Son demasiadas películas y es inevitable que esto ocurra", dicen otros. Ante la sugerencia de la necesidad de crear un registro de títulos, la mayoría descartó la idea diciendo que no hacía falta, ya que "nosotros sabemos de cine".
Es posible que esto sea cierto, pero a la vez es indiscutible que los títulos de los films son cada vez más semejantes. Tomemos como ejemplo dos films de Julia Roberts: "Todo por amor" ("Dying Young") y "El poder del amor" ("Something To Talk About"). En ambos casos se cambió el título original en favor de otro que parece figurita repetida. Esto es quizás más evidente en el género suspenso, donde encontramos la siguiente lista de films: "Obsesión", "Obsesión fatal", "Obsesión mortal", "Prohibida obsesión", "Perversa obsesión", "Desnuda obsesión" y "Amor obsesivo", entre otras. También están las películas "pasión": "Pasión diabólica", "Pasión sin límite", "Pasiones peligrosas", "Pasiones latentes"... O las "testigo": "Testigo de guerra", "Testigo mudo", "Testigo en silencio", "Testigo en peligro", "Testigo fatal", etc. Hay incluso películas con el mismo nombre: "El precio del poder" ("Power" y "The Boost"), y "Reencuentro" ("The Big Chill" y "Marvin´s Room"), son dos ejemplos.
Como puede verse, no es exagerado pensar que para distinguir una película de otra hoy en día hace falta ser un experto (o un buen adivinador). Finalmente los que salen perdiendo con tanto "clonaje" de títulos son, además de los espectadores, los films mismos, que pierden con su nombre el elemento que con más fuerza los identifica ante su público.
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