¿Habrá sido 2001 el año del ocaso del nü metal? La partida de Wes Borland de Limp Bizkit bien pudo ser el comienzo. Mientras Korn prefirió recluirse, Bizkit perdió a su alma sonora y ningún otro grupo asomó con la fuerza necesaria (¿Crazy Town..? ¡vamos!) para mantener vivo un estilo que parece durar menos que el grunge.
Gracias a Rock In Rio, en una misma noche de enero pudimos ver en Vélez a Rob Halford con campera de cuero, a pesar de los 30 grados de calor, seguido por Queens Of the Stone Age y su espléndido show (que al día siguiente se repitió en Cemento para unas cien personas); el final fue con Iron Maiden y la vuelta de Bruce Dickinson, quien casi hace que todo se vaya al diablo al hacer flamear la bandera inglesa. Unos días más tarde, mientras Buenos Aires se convertía en Venecia, Deftones tocaba en el estadio de Liniers antes que los Chili Peppers. En Río hizo su fugaz regreso Guns N’ Roses, en un concierto que sembró más dudas que certezas; por quién-sabe-qué-motivo su tour por Europa fue cancelado y Axl Rose volvió a desaparecer: lo único -o lo mejor- que supo hacer durante el último lustro. Hubo regresos mucho más concretos: Ozzy Osbourne, Tool, Slayer y The Cult, todos con discos nuevos bajo el brazo. En el plano local, a.n.i.m.a.l. editó su sexto opus, con banda renovada en dos tercios. Y, sin ningún álbum nuevo, volvieron Rata Blanca, Malón (con formación retocada) y Riff (en Obras, los mismos cuatro de siempre). Para el futuro, Raíz y Cabezones parecen los más firmes candidatos a renovar la escena porteña.
Biohazard y Bad Religion resistieron el terrible calor de Obras en marzo, y a fines de ese mes Dio pasó por el Gran Rex. Gilby Clarke volvió para recordarle a la gente que alguna vez tocó en Guns N’ Roses. Judas Priest conformó a todos con un show plagado de clásicos; Sepultura presentó Nation y Obras le quedó gigante, igual que a Vince Neil. Al menos 150 afortunados se reventaron las manos de tanto aplaudir a Nebula, en octubre, en La Trastienda. Durante 2001 nos quedamos sin At The Drive-In, Terrorvision, Rage Against The Machine y Ministry, que decidieron separarse o hacer un parate en sus carreras. No mucho mejor le va a Anthrax, que, con el nombre menos marquetinero del momento, decidió seguir adelante como fuere. Eso es aguante.
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