
Al “uso nostro”
Al preguntar cuánto de nuestra minería puebla la mesa cotidiana, la respuesta es, al menos, curiosa. Estos son algunos de los casos en que los utensilios nacionales fueron fabricados a base de minerales extraídos de las profundidades de la Tierra
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Cuanta geología hay en nuestras mesas a la hora de comer? Más de lo que imaginamos. El Museo Participativo Minero ( Mumin), que depende de la Secretaría de Minería de la Nación, expone objetos de la vida cotidiana –cacerolas, platos, vasos, botellas, morteros–, todos del mundo mineral. La cultura de lo cocido, en oposición a lo crudo, dio lugar al uso del barro y la técnica de la cerámica para fabricar las primeras vajillas para cocinar. El tiempo incorporó baterías de cocina hechas con hierro, acero, cobre y aluminio, cuya confección requiere de minerales llamados metalíferos. Es difícil pensar hoy en nuestra calidad de vida sin esos enseres. Nuevas costumbres, alacenas pequeñas, un consumidor que cocina pocas porciones, reclaman formas y tamaños acordes con este nuevo perfil. La relación calidad-precio la establecen los fabricantes, cuyas etiquetas deben explicar características y comportamientos según las fuentes de energía, recordando que las microondas no aceptan metales. Los precios, de mayor a menor –dependen del tamaño, el espesor, la calidad y las aleaciones–, pasan por el cobre, luego el acero inoxidable, el hierro y el aluminio, este último cuestionado por la nueva generación de chefs, que prefiere el buen acero inoxidable.
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Agradecemos al Grupo Mumin, del Museo Minero, Avda. Julio A. Roca 651 PB, Capital.
Tel-Fax 4-349-4450/3202 www.segemar.gov.ar
Arcilla-cerámica
La arcilla es un material no tóxico, materia prima de las ollas de barro. Regresaron en diseños clásicos y modernos; van del fuego a la mesa, son económicas y conservan muy bien el calor. Para evitar que absorban grasa, llenar los recipientes con agua hirviendo, dejar reposar una hora, eliminarla, secar y guardar. Aceptan todos los métodos de cocción.
Cobre
En la naturaleza se encuentra como sulfuro, óxido o carbonato. Es un gran conductor del calor. Sin embargo, como reacciona muy fácilmente con los compuestos químicos de los alimentos y puede dar lugar a sustancias tóxicas, conviene elegir vajilla recubierta con estaño o acero inoxidable, salvo para hacer dulces o derretir chocolate. Para su limpieza, se frota con limpiametales o con la pulpa de un limón recubierta con sal.
Acero inoxidable
El acero es hierro al que se le añadió una cierta proporción de carbono. El inoxidable, además, posee cromo. Es bueno saber su aleación y su fondo (si es doble o triple) porque no es buen conductor del calor y conviene elegir esas ollas provistas de un fondo difusor, que ayuda a expandirlo. Son fáciles de lavar, higiénicas y durables. Leer las indicaciones de los fabricantes porque algunas cocinan mejor con una llama de menor calibre.
Aluminio
Es uno de los metales que abundan en la corteza terrestre; la bauxita es uno de sus principales minerales. En vajilla casi siempre se usa puro y es conveniente elegirla gruesa. Es buen conductor del calor. Los alimentos se revuelven con cucharas de madera o de plástico, nunca de metal. No dejar las ollas con alimentos: se alteran. Si se hierve agua, agregar un trozo de limón para evitar que se oscurezca.
Hierro
Las piezas nuevas se "curan" en agua hirviendo hasta que se enfrían, o llenándolas con una taza de aceite más un puñado de sal gruesa y horneándolas 15 minutos a fuego fuerte. Secar con papel. Conservan y distribuyen bien el calor. Hay una tendencia a rescatar las ollas de hierro de las abuelas, en las que guisos y estofados toman otro sabor.






