
Bares
Magia entre las mesas
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Tomar un café, una cerveza, o pedir una tabla mixta para dos personas es sólo una excusa para hacer algo con las manos durante la hora y media que dura el show, o, más directamente, para hacerse el distraído (escondido detrás de un queso) cuando, desde el escenario, el mago busca un indefenso espectador para que lo ayude, al menos, a sostener el mazo de cartas.
Bar Mágico tiene un mucho de lo primero y bastante de lo segundo. En pleno barrio de San Telmo (Carlos Calvo 1631), la Escuela de Magia, que dirige Adrián Guerra (varias veces campeón mundial y latinoamericano de magia con naipes), se convierte, los viernes y sábados por la noche, en refugio de crédulos seguidores del arte de lo imposible.
Y como no todos los magos son iguales, tampoco lo son sus presentaciones: los hay clásicos, hiperkinéticos, graciosos, serios, bonachones, de salón... y de los otros. Quizá en esta última categoría pueda inscribirse a Merpin, el mago bizarro que esta noche cerrará su ciclo de presentaciones con un espectáculo no apto para almas demasiado delicadas, pero sí para aquellas que no buscan pelos en la sopa a la hora de divertirse. Amparado en un humor subido de tono, Merpin hace gala de trucos que involucran billetes (ajenos), cartas, pizarras, hojitas de afeitar, cuando no a la misma gente. En un duelo en donde compiten magia y humor, por momentos gana una y por momentos el otro.
Poco antes del comienzo, con jazz que suena de fondo, y El Gran Houdini desafiando cadenas y cajas de agua desde la pared, Juan Miraz -avanzadísimo estudiante de magia- deleita casi en secreto, mesa por mesa, con un mazo de cartas que mueve al compás de los dedos a una velocidad imposible de seguir, aun de cerca. Los sábados y desde el próximo viernes, hasta que despunte marzo, en reemplazo de Merpin, Michel, un mago clásico que pone el peso precisamente en su arte, presentará un espectáculo al que se puede llevar a la abuela sin riesgos de horrorizarla. Durante marzo, jugará de local Pablo Madini, campeón latinoamericano de mentalismo.
Para que nadie vea lo que no tiene ganas o, mejor aún, nadie se pierda lo que desea ver, una página en Internet informa de todo lo que ofrece el bar, y permite hacer reservas ( cerca del escenario, por favor ). Con el orgullo de ser -según sus dueños- el único café concert mágico de América latina, además de una amplia gama de encantadores e ilusionistas, el lugar propone buenos tragos: Harry Houdini (coñac, licor de chocolate, crema y azúcar impalpable, $ 7), Fu Manchú (ron, jugo de limón y azúcar impalpable, $ 7) y Mandrake (licor de chocolate, baylais, whisky y crema, $ 8).
La magia está en el aire, en las paredes, en el licor, en el escenario, en el teléfono público que se yergue camino del toilette. Todo se complota para que cuando un incauto espectador llegue a él, le dé un cosquilleo en la nuca el solo hecho de cerrar la puerta o encender la luz.
Bar Mágico. Carlos Calvo 1631, 4304-7212 / 1706. Internet: www.barmagico. com.ar. Abre viernes y sábados, desde las 22; espectáculos, a las 23.15. Derecho al show con consumición, $ 12.
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