Bobsleigh. Cómo y dónde se practica el deporte invernal que te lleva a 150 km por hora
Se vive en un mundo donde un creciente grupo de aficionados persigue experiencias intensas y, dentro del catálogo de actividades, debe incluirse el descenso en bobsleigh. ¿Qué significa ese extraño término? Se trata de un trineo, pero un trineo muy especial, preparado para bajar a grandes velocidades por un cañadón de hielo, algo sólo apto para los audaces.
Como en la Argentina resulta imposible encontrar la infraestructura para tripular uno de estos bólidos, es necesario viajar a los Estados Unidos o a Europa para llevar a cabo el descenso. Y fue en este último continente, más precisamente en Suiza, donde se creó esta disciplina que hoy forma parte de los Juegos Olímpicos de invierno .
Un poco de historia
Finales del verano de 1852, St.Moritz, Suiza. Era costumbre que los europeos adinerados, luego de sus prolongados viajes por Grecia e Italia, descansaran en los Alpes. Sí, porque fueron los aristócratas ingleses los primeros en viajar por placer, los promotores del turismo moderno. Realizaban lo que se conocía como el "grand tour", un viaje iniciático por los países depositarios de la cultura clásica que, por lo general, finalizaba con una estadía en las montañas, a fin de reposar luego de la gira. Y St.Moritz, en ese entonces un pueblito con encanto, era uno de los destinos elegidos.
Los británicos acostumbraban a quedarse hasta que terminaba el estío y luego regresaban a sus hogares. Sin embargo, un posadero llamado Johannes Badrutt les apostó que, si prolongaban sus vacaciones y se quedaban durante el invierno, la iban a pasar aún mejor que en el verano, y que incluso gozarían de días más soleados. Los sajones aceptaron la apuesta y pasaron el invierno.
A fin de ocupar las horas, los huéspedes emplearon trineos y esquís, hasta ese momento medios de transporte, para deslizarse por las nevadas callejuelas de St.Moritz. E incluso comenzaron a competir entre ellos. El siguiente invierno regresaron con más amigos y así fue cómo nacieron los deportes de invierno. El problema surgió años después, cuando los entusiastas aficionados se arrojaban con los trineos por las calles del pueblo y atropellaban a los peatones. Fue allí cuando apareció otra figura señera en St.Moritz: Caspar Badrutt, quien era uno de los nueve hijos de Johannes, además de visionario, ya que entre otras cosas creó una pista de trineos "ad hoc", la primera de la historia, con el objeto de evitar el peligro que representaban estos kamikazes británicos.
La pista de Badrutt fue el puntapié inicial para la posterior creación en 1884 del "Cresta Run", el club de "toboganning" más antiguo y exclusivo del mundo, donde actualmente concurren los tataranietos de los fundadores, para practicar "skeleton" (trineo individual que se apoya en el pecho del corredor). Más adelante se fundó en 1897 el St.Moritz Bobsleigh Club, rancia institución que también tiene una admisión restringida. En sus paredes hay acuarelas y fotos de argentinos, terratenientes que hacían temporada en Europa, como los Hope, Gramajo y Santamarina, que participaron de los segundos Juegos Olímpicos de Invierno de 1928, y que dejaron una huella que los suizos aún recuerdan.
Olympia Bob Run
Actualmente, pegado al St.Moritz Bobsleigh Club, con quien comparte instalaciones, se encuentra el Olympia Bob Run, institución fundada en el año 1904. Aquí es donde uno puede realizar la experiencia de descender en trineo.
La pista, llamada tobogán, une St.Moritz con el vecino poblado de Celerina, tramo que se recorre en menos de dos minutos. Esta es la última pista del mundo construida con hielo natural, cuyo recorrido está integrado a los accidentes de la naturaleza. Cada temporada de invierno, un equipo especializado de 15 personas se dedica a construir el trazado cuidadosamente, ya que un error en el diseño puede resultar peligroso. Para ello emplean 5000 metros cúbicos de nieve, 4000 metros cúbicos de agua y mucho sudor, ya que, a su vez, es la mayor escultura de hielo del mundo. El tobogán mide 1722 metros de largo y la diferencia de altitud es de 129 metros, que equivalen a una inclinación del 8,1%.
El bobsleigh es un trineo que fue modificando su diseño con el paso del tiempo. Los últimos modelos, que parecen torpedos, están construidos con acero y fibra de vidrio, en cuya fabricación se utilizan los últimos avances tecnológicos en materia aerodinámica. En la pista del Olympia Bob Run se alcanzan velocidades de hasta 150 km/h y los deportistas sufren hasta 5G, algo que sólo experimentan los pilotos de caza cuando realizan un giro cerrado.
Pero por el tramo no sólo descienden corredores profesionales que hacen la modalidad de louge (un trineo individual en el que el competidor va acostado boca arriba), y bobsleigh de dos, cuatro y hasta seis personas. Lo interesante es que la experiencia está abierta a cualquier persona mayor de edad que esté en buenas condiciones físicas. Porque se puede realizar el curso de piloto de bobsleigh o ir como tripulante de un "bob" de cuatro plazas. Esta última modalidad se llama "taxi bob".
¿Cómo es el debut como tripulante de uno de estos bólidos? El candidato debe pagar una tarifa de 250 francos suizos y firmar un disclaimer. Acto seguido, va a una suerte de pañol donde le dan una capucha y un casco, que debe calzar a la perfección, ya que si el trineo llega a volcar es la garantía de salir con vida. También hay que quitarse todos los objetos de los bolsillos, cosa que no es capricho, ya que calzarse dentro del bobsleigh de cuatro requiere de gran esfuerzo por lo estrecho del cockpit.
A diferencia del bobsleigh de competición, donde los deportistas empujan el trineo mientras corren para ganar segundos en la salida, aquí los invitados se sientan entre el piloto, que es un profesional, y el responsable del freno, que va último, así que una persona los empuja suavemente para poner en movimiento a la máquina. Al principio el "bob" se desliza mansamente y sólo se escucha el siseo de los patines cortando el hielo, pero en cuestión de segundos la velocidad aumenta hasta transformarse en una tromba. Las curvas son brutales, en especial una llamada "Herradura". El trineo se pega a las paredes en un ángulo de 90°, como una araña, y los corredores sienten que la columna vertebral se les comprime y los ojos les salen de las órbitas, algo así como una montaña rusa clase A, pero multiplicada por cuatro.
La sucesión de curvas y contracurvas mantienen en vilo al pasajero, que va agarrotado de tanta adrenalina que se dispara, mientras reza para que el piloto no entre a la siguiente curva en un ángulo incorrecto. Sin embargo, todo dura unos pocos segundos y la emocionante experiencia termina en un playón de Celerina, donde el cuarto hombre tasca el freno. Allí, luego de descender con cierto "tembleque" en las piernas, con el corazón bombeando como un tambor, pero con una sonrisa en la cara, uno se sube a una camioneta que lo lleva hasta el St.Moritz Bobsleigh Club donde lo esperan con una copa de Champagne para "mojar" el primer descenso. Verdaderamente, el "taxi bob" es el "must" de las actividades invernales, algo que el debutante de ocasión jamás olvidará.
Luis Lahitte
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