Vínculos. Cuando ellas les compran la ropa a sus parejas
Siete de cada diez mujeres, según una encuesta, deciden lo que debe ponerse el hombre: ¿regalo o invasión?
Guillermo no daba pie con bola. Podía estar frente al espejo con las peores combinaciones y ni siquiera reparar en la maraña de rayas, cuadros y colores que componían su outfit. Muchos años en la montaña como instructor de esquí le servían de excusa ante su absoluto desconocimiento, y desinterés, por seguir las tendencias de la moda. Su mujer, Josefina Cordovero, diseñadora de indumentaria y directora de la firma Hendy, confiesa: "Con la onda deportiva en la nieve estaba todo bien, pero cuando nos reinsertamos en la ciudad y cambió la pista de esquí por la oficina, no me quedó otra que ayudarlo. Toda la ropa se la compraba yo. Bueno, y se la sigo comprando". Josefina no está sola en esta tarea. Según una encuesta de la Universidad Abierta Interamericana, siete de cada diez mujeres de entre 30 y 39 años les compran ropa a sus parejas. ¿Por qué? ¿Comodidad para el varón ante su falta de interés por los mandatos de la moda o invasión a la libertad de vestirse como quiere y no como a su mujer más le guste?
"Cada vínculo de pareja construye sus propios códigos de convivencia, y hay para todos los gustos –opina la psiconalista Susana Mauer, especialista en temas de familia–. Las variables que intervienen en los cuidados mutuos dentro de la pareja son infinitos. Y para que la modalidad donde la mujer arma el guardarropas masculino sea la que predomine depende, en gran medida, de dos cosas: que haya alguien que desea que le elijan qué ropa ponerse y alguien que, a su vez, quiera sugerir, proponer y decidir qué comprar".
Eso es exactamente lo que sucede casi a diario en los locales de la firma masculina Key Biscayne, y uno de sus dueños, Nicolás Cuño, no tiene reparo en confesarlo.
"Es un comportamiento que veía en forma constante. Primero vienen con la madre, y algunos años después con la novia. Por eso comprendí que las campañas debían estar dirigidas a la mujer. En nuestros locales te cansás de ver las mismas situaciones todo el tiempo. Ejemplo: el pibe elige algo y entra al probador, sale y su novia dice que no, le da de baja, y entonces vuelve a entrar con otra prenda sugerida por ella, sale y ahora sí. Ella es la que cierra el concepto, y la compra", asegura el diseñador de la firma.
"Me aburre"
¿Por qué? Según el estudio de la UAI, que entrevistó en forma telefónica a 500 hombres y mujeres mayores de 18 años, los hombres esgrimen distintos argumentos: para los que tienen entre 40 y 49 años, "son ellas las que conocen más sobre la calidad de las prendas", y este grupo también aseguran que su mujer es la que "sabe qué está de moda y qué no". Otros argumentan que es algo que los pone de mal humor, y la mayoría, definitivamente, esgrime como excusa que le aburre ir a un shopping a comprarse ropa.
"Para las mujeres, ir de compras es como hablar, ya que no exige ningún objetivo específico y se puede prolongar de una manera anárquica durante horas –señala uno de los párrafos del libro Todo lo que siempre quiso saber de hombres y mujeres (editorial Amat)–. Porque las mujeres consideran el ir de compras como una actividad revigorizante y relajante, tanto si acaban comprando algo como si no. Y esta forma indefinida de ir de shopping que tienen las mujeres es lo que desespera a cualquier hombre, ya que ellos para revigorizarse necesitan un objetivo que alcanzar y un programa. Al fin y al cabo, el hombre es cazador de alimentos, lo que quiere es matar a su presa y llevarla a casa cuanto antes. Ellos en una tienda de ropa se agobian, se aburren", escribe Allan Pease, experto en lenguaje corporal y relaciones personales.
En otras palabras, diría Ramiro Gramajo, socio fundador de Bacan –un servicio de delivery de moda para hombres– ellos suelen ir directo al grano, sin fantasías: "Hace frío, esto abriga. Listo. Práctico y previsible. Pero también creo que hubo una evolución en cuanto al cuidado de su imagen, de su bienestar, y de su look. A los hombres les importa verse bien y por eso piden asesoramiento. El que tiene una mujer al lado suele reconocer que su compañera tiene un criterio más desarrollado para saber lo que le queda mejor, lo que se usa. Y valida su opinión por sobre la personal, pero no creo que lo vea como una invasión a su libertad de elegir. Por eso en Bacan, y sobre todo para los solteros, tenemos una asesora de imagen que, guiada por el formulario que el usuario completa, arma las caja de 15 prendas adaptadas al estilo de cada uno. El envío es gratis y sólo paga por lo que se queda".
Nicolás Cuño, agrega: "No lo veo como algo invasivo, porque el hombre acepta pero con ciertos límites. En líneas generales, si algo no le gusta o se siente ridículo, no se lo va a poner. Pero admitamos que uno se viste para gustarle a la mujer. Y me parece que en ese juego el hombre se deja potenciar por la mirada femenina, que es más delicada, más refinada, con mejor criterio".
Una actitud con tradición
Sucede desde tiempos inmemoriales. Pero cada generación le imprime nuevos cambios. Hoy, según opinan los expertos en moda, psicología y duseño de indumentaria, la determinación cultural marca fuertemente los usos y costumbres en torno al cuidado de la imagen y el aspecto físico del hombre. Tiempos modernos para el varón, que hoy se produce y cuida su aspecto con mucha más dedicación que hace un par de décadas; un hábito bien visto y socialmente legitimado. Eso nadie lo discute, si hasta el varón hoy se depila. Pero en el fondo algo sigue latente: porque si de lo que se trata es de componer un estilo y llevar el mejor look posible, quien decide qué debe ponerse el hombre sigue siendo la mujer.
Así las cosas, Josefina Cordovero reconoce que su marido prefiere no perder ni un minuto de su vida en esa tarea, y la dinámica suele ser así: "Yo salgo, recorro, comparo y cuando ya tengo definido vamos juntos; se lo prueba y si le queda bien, listo". Las prendas más básicas, como remeras, medias o calzoncillos, las compra directamente. "A él no le jode, todo lo contrario. Es más, cuando necesita o quiere algo nuevo, me lo pide a mí".
Modelos posibles, hay muchos, asegura Mauer. "Hombres muy autónomos y exquisitos en relación con su vestimenta. Mañosos con baja tolerancia que reclaman y se quejan del cuello de la camisa, la raya del pantalón o el polyester sintético de las medias. Y no es un tema menor, porque a través de la vestimenta también se expresan visicitudes significativas de lo que significa la vida de a dos", dice la experta.
¿Hay una actitud de mujer-madre detrás del hábito de comprarle la ropa al hombre? Puede ser. A muchos hombres no les molesta en lo más mínimo y otros no le dan importancia, pero en algún punto no deja de resultar llamativo. La emancipación parece aún lejana. No es menor que cuando un hombre aparece bien vestido, muchos piensen: "Es que su mujer tiene buen gusto".