Cuatro meses después de su primer beso, una noticia los puso a prueba: “Esto puede salir muy mal”
Sin ninguna expectativa, María y Francisco que vivían en distintas ciudades, decidieron dar comienzo a una relación que no resultaría como lo planificaron
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Florencia había asistido al mismo colegio en el que estudió Francisco. Cuando egresaron ella se fue a Mar del Plata a estudiar y conoció en la universidad a María. Florencia ignoraba que ella sería el lazo que uniría a dos personas que, hasta ese momento, ignoraban la presencia del otro.
Un casamiento sin expectativas
Llegó un verano en que Francisco (26) y María (24) estaban solteros, ambos habían terminado sus relaciones de pareja y tenían todo un verano lleno de juventud por delante.
Llegando al final de la estación del calor, Francisco buscó por Instagram a María. Ambos tenían en común a Florencia, que se casaba en marzo, un detalle que conocía porque le había mencionado alguna vez acerca de su amiga de la facultad. María aceptó la solicitud, hablaron algunas palabras. Nunca habían frecuentado los mismos lugares y nada los conectaba más allá que aquella amiga en común.
En marzo llegó el día del casamiento, los dos sabían que se iban a conocer personalmente pero no tenían expectativas de iniciar un vínculo afectivo, en el mejor de los casos sería una agradable noche con quien divertirse.

“Si te digo que sentí mariposas en la panza te miento”
Un poco como en los cuentos de hadas, Cupido programó el primer encuentro para las doce de la noche. María estaba charlando con el primo de Francisco, que conocía previamente, y su novia, así que no fue extraño que Francisco al verlos se acercara a la pequeña ronda y le dijera: “Hola, vos sos María”. A partir de ahí la charla continuó y si bien todos los integrantes se encontraban físicamente en aquel lugar, María recuerda que sintió que todos habían desaparecido, su foco había cambiado y solo estaba Francisco.
Pasaron toda la noche hablando y no en ese entorno se dieron su primer beso. “Si te digo que sentí mariposas en la panza, fuegos artificiales o lo que sea te miento, porque los dos teníamos un par de copas encima, la noche fluyó, nos divertimos juntos y ya”, admite María.
Pasaron entre dos o tres semanas sin ninguna noticia uno del otro. “Cero expectativas ninguno de los dos de formar un vínculo ni nada por el estilo. Yo estaba muy en la mía, no esperaba nada, además él vivía en otra ciudad”, recuerda María.
La tormenta que casi lo arruina todo
Lo cierto es que Francisco estaba esperando que fuera María quien hablara primero. Y ella no hubiera tenido problema en dar ese primer paso, pero estaba con su mente en otro lugar, estudiando dos carreras a la par y por primera vez, luego de dos relaciones amorosas fallidas, se encontraba disfrutando de estar sola, había aprendido a flotar en esas aguas y se sentía cómoda e independiente.

Con el paso del tiempo fue Francisco el que mandó el primer mensaje, de ahí en más, la cadena no se volvió a cortar.
La primera cita de dos personas que están separadas por 400 kilómetros, abarca el fin de semana entero. Francisco decidió ir para la costa y ella estaba lista para esperarlo y salir juntos.
Pero el sábado que iba a viajar hubo una tormenta torrencial, de aquellas que nadie olvida. María había ido a cursar a la facultad y encontró la entrada inundada, había agua hasta el tercer escalón del palier de su edificio. La ruta estaba fea para transitar con lluvia y Francisco lo dudó, la ilusión de ambos de tener su primera cita se veía amenazada por la fuerza de la naturaleza. Pero con calma y prudencia, Francisco decidió ir igual.
Para ese entonces María vivía con sus padres que no la vieron en todo el fin de semana. El fin de semana siguiente fue ella quien viajó para verlo a él. Para pascuas Francisco la presentó con su familia y la familia de María empezó a sospechar que tantos viajes repentinos se debían a un nuevo amor, así que ella también hizo la presentación formal.
El noviazgo comenzó a fluir, tranquilo, con la calma de dos enamorados que viven en distintas ciudades, que tienen que organizar sus fines de semana y con mucha charla en días de semana. “En el medio yo me había ido de viaje a Nueva York, era un noviazgo reciente, todo muy tranquilo y siguió así hasta el 20 de junio”, declara.
Una noticia inesperada
El 20 de junio María fue a la casa de una compañera de la facultad a estudiar, era su último año y había que poner seriedad al asunto. Pero se sentía rara, había algo que le hacía ruido, se sentía diferente.
Guiada por su intuición y sospecha, compró un test de embarazo, entró al baño, lo hizo y apareció solo una línea, despreocupada continuó estudiando. Pero su compañera ingresó al baño y al entrar vio que eran dos líneas, salió llorando y sin decir una palabra María entendió todo.

Estuvo sentada sin hacer ningún movimiento ni hablar durante diez minutos, en su mente pasaban todas las escenas posibles. “Estaba embarazada de una persona que había conocido en marzo y estábamos en junio. Ahí me largué a llorar y lo empecé a llamar”, recuerda María.
Francisco no atendía el teléfono porque estaba en la ruta, pero cuando frenó y vio las llamadas perdidas devolvió el llamado. María sin titubear lo dijo todo al hilo: “Estoy embarazada, yo lo voy a tener. Si no querés hacerte cargo lo tengo sola, si querés tenerlo, pero no seguir conmigo podemos ser padres juntos, pero de cualquier manera lo voy a tener”.
“Esto puede salir muy mal”

Para sorpresa de María, él respondió con las primeras palabras que salieron de su corazón y que la terminaron de enamorar: “¿Por qué lloras? Me estás dando la noticia más linda que me dieron en mi vida, ¡vamos a ser papás!”
Por supuesto que los miedos no desparecieron mágicamente, ella estaba en shock: una relación reciente, 24 años de edad, cursando dos carreras universitarias. “En mi mente había un cartel rojo fosforescente que decía: Esto puede salir muy mal”, cuenta María.
Pasado el shock inicial comenzó la etapa de estrategia y organización. ¿Dónde iban a vivir? María estaba a punto de recibirse, con la llegada del bebé en febrero debía rendir todas las materias en diciembre. Recién para el séptimo mes de embarazo Francisco pudo organizar su vida laborar y económica para comenzar su nueva vida de familia en Mar del Plata.
“Todo podía salir muy mal pero salió bien. No voy a mentir, no es un cuento de hadas, tenemos nuestros problemas, discusiones como cualquier pareja. Pero llamale suerte o destino que casi nueve años después seguimos acá juntos”, concluye María enamorada.
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