Desde la capital provincial, San Fernando del Valle de Catamarca, unas tres horas alcanzan para llegar a Tinogasta. Allí comienzan los hitos de la Ruta del Adobe, declarada patrimonio histórico y cultural de la provincia en 2011. Comenzando este 2021, diez años después, un grupo de empresarios pone en marcha un plan estratégico para dar a conocer sus productos de alta gama y empezar a generar una nueva ruta turística en Catmarca: la del vino.
En el paraje La Aguadita, sobre la Ruta Nacional 60, muy cerca de la ruta 40 se encuentra la Bodega Veralma, donde la idea de sumar más y más bodegas capaces de recibir a los turistas y mostrarles las bondades de la vid empezó a tomar forma. La bodega forma parte del Altos de Tinogasta, un emprendimiento que empezó hace diez años, cuando un grupo de empresarios inmobiliarios descubrió que Tinogasta es una zona con todas las condiciones naturales para despegar como polo vitivinícola. Basados en el concepto de desarrollo de "real estate productivo", un modelo de negocio inédito para la industria del vino en Argentina, compraron una finca de 300 hectáreas, de las cuales 54 plantaron con viñedos. Como explica Juan Ruedín, gerente general de la bodega: "Creamos en la provincia de Catamarca un desarrollo inmobiliario productivo buscando unir a un grupo de inversores con un mismo sueño: tener una parcela productiva de vino y, o, de aceite de oliva en un lugar especial en el mundo".
La cadena montañosa los Seismiles
Los viñedos están plantados a una altura de 1.300 metros sobre el nivel del mar, en el nacimiento de una ladera oeste orientada a las montañas de la precordillera de Los Andes, en el extremo sur de los Valles Calchaquíes. Sobre la cordillera está ubicada la cadena montañosa de los Seismiles, con picos de 6.000 metros de altura, que llega al límite con Chile, un desafío para andinistas y un atractivo para viajeros de todo el mundo quienes se asombran por los colores de la tierra y los animales silvestres, vicuñas mayormente, que recorren los valles en su andar regio, lento, soberano.
A la región ya se la conocía por ser una zona de producción de aceites de oliva y ellos detectaron que existían grandes oportunidades de ir por más. Así fue como este grupo, confiando en una visión de desarrollo que iba más allá de la propia producción sino que se ampliaba a potenciar una región poco explorada del norte argentino, empezó una aventura comercial y productiva que atrajo a los doscientos inversores románticos que apostaron al sueño que hoy es una realidad y que, en 2020, en pleno contexto de pandemia sumó un nuevo desafío: el de ganar un lugar en el mercado de vinos de alta gama, con una nueva línea propia.
Cuenta Juan Ruedín que los primeros socios, los que iniciaron este proyecto, son empresarios apasionados y aficionados al vino, que los unía el buen comer, los viajes y la entrega al deleite de las experiencias gourmet. Una noche, en una charla informal diseñaron un proyecto que pudiera utilizar la figura de fideicomiso para llevarla al modelo productivo; atrayendo a otros pequeños inversores y permitiéndoles la oportunidad de participar del ambicioso proyecto. A fin de cuentas, dice Juan: "¿Quién no soñó alguna vez con tener una finca, convertirse en bodeguero o tener un vino propio?". Y agrega: "Para que esos sueños no queden solo en la imaginación, fue que creamos Altos de Tinogasta. De esta manera brindamos a los socios la posibilidad de tener una finca propia, sin tener que ocuparse del día a día en la parte productiva, y pudiendo participar del negocio general".
Por este diseño productivo comercial, la Academia Internacional de Casos de Estudio, de Allied Academies, en el año 2014, les otorgó el "Distinguished Case Awards" al mejor modelo de negocio del mundo, caso, que fue tomado como estudio por varias universidades desde diferentes perspectivas.
Llegar al vino propio
Pero, yendo al comienzo, Ruedín cuenta que los primeros pasos fueron lentos y planificados estudiando el suelo y sus propiedades, asesorados por ingenieros industriales y agrónomos. En esa exploración asistieron a un hallazgo asombroso: la Laguna subterránea, una fuente termal que fluye a 34 grados centígrados que hoy abastece de agua a las vides y los olivares. Luego plantaron los viñedos, incorporaron sistemas de riego por goteo con alta tecnología israelí e incorporaron un parque solar que genera energía renovable. Pero, sobre todo, fueron aprendiendo, pasando de ser amantes del buen vino a elaboradores, para lo cual tuvieron que abrirse camino en una industria con mucha tradición hasta llegar a sentirse jugadores de local.
El esfuerzo valió la pena y hoy comparten con orgullo un gran hallazgo: vinos con personalidad, intensos, aromáticos, algo salvajes y honestos. Su exponente es la línea de vinos Seismiles, nombrada así en honor al hito geográfico que configura el paisaje de la provincia. "La altitud de nuestra zona y la gran amplitud térmica, favorecen la madurez y concentración de las uvas. Por eso, nuestros vinos tintos son de mucho color y de una concentración polifenólica intensa y persistente", cuenta Santiago Palero, enólogo. "Son vinos con mucho cuerpo, que expresan de una manera franca las características de nuestro terroir. Con nuestro enólogo, trabajamos para elaborar y obtener vinos que sean auténticos, agradables al beber y que puedan trasmitir todos los atributos de una nueva zona vitivinícola emergente en el país", detalla.
Es una línea de vinos jóvenes compuesta por Malbec (reconocido como una de las novedades del año por Vinómanos), Cabernet Sauvignon, Syrah (que fue calificado por Decanter entre los vinos altamente recomendados) y Chardonnay.
Hacia la ruta del vino de Catamarca
Constantemente en diálogo con autoridades provinciales, representantes de la comunidad local y particularmente, apostando a un producto de alta calidad que empiece a posicionarse en el mapa del vino argentino, se pusieron este desafío emulando lo que fue hace diez años el nacimiento de la ruta del vino en Cafayate. Cuentan para eso con el asesoramiento de Juan Manzioni y Mayra Maioli, especialistas en el desarrollo estratégico, comercialización, comunicación y posicionamiento de la bodega
"Para nosotros Bodega Veralma tendrá como objetivo llevar al frente un nuevo origen, una región, dar a conocer la diversidad y el potencial productivo de nuestro hermoso país", expresa Maioli. "Tenemos el sueño que esta bodega protegida por las montañas, dé a conocer las bondades de ese paisaje único, despojado e inmenso, para compartir con el mundo los tesoros de este terruño con origen en Catamarca", comparte.
Manzioni, quien tuvo a cargo el desarrollo de El Esteco en Cafayate y de Costa y Pampa, en Chapadmal, posee a su cargo a todo el equipo comercial y a lo largo de estos primeros meses de gestión está logrando un gran desembarco de la marca. "Cuando me convocaron para sumarme a este proyecto me resultó altamente atractivo. En primer lugar porque se trataba de un origen desconocido, algo inhóspito, me hizo recordar a mis primeros años en Bodega El Esteco, había que dar a conocer algo diferente, posicionar una zona, hacerle su lugar frente ante las grandes y reconocidas regiones como Mendoza o San Juan. Particularmente me atrajo eso, el desafío de explorar, dar a conocer la gran diversidad y la riqueza que tiene nuestro país. Y terminé de convencerme que este proyecto tenía mucho para compartir con el mundo, cuando viajamos a la bodega".
Cuenta que cuando llegó a Tinogasta lo sorprendió lo imponente de su paisaje, los colores de las montañas, la altura y las características del terroir, pero también lo entusiasmó la magnitud del emprendimiento. "Me encontré con una bodega que tenía toda la tecnología para convertirse en un gran proyecto, se podía palpar el nivel de profesionalismo con el que se comenzó diez años atrás , con las primeras plantaciones, los sistemas de riego, el equipamiento, con un parque fotovoltaico que no se ve en ninguno de los proyecto en los que estuve inmerso. Todo ello, era único. Sin duda detrás de ello había ingenieros, profesionales que quizás entendían poco de vitivinicultura pero sí de fierros y de saber hacer bien las cosas", comenta.
El desafío del año pandémico, tampoco redujo el entusiasmo. Pese a las dificultades para visitar con mayor frecuencia la zona, hacer presentaciones como es habitual en el mundo del vino, reinventarse a un sistema de catas por videoconferencias, los vinos empezaron a darse a conocer entre las vinotecas, y los canales de distribución que apuntan a los consumidores curiosos, los que siempre buscan las buenas novedades.
Como estos vinos de Catamarca, acaso el primer paso de un camino que se hace al andar. Hacia una nueva ruta del vino.
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