Dos símbolos del nazismo

Helene Bertar Amalie Riefenstahl nació en Berlín el 22 de agosto de 1902. Leni, como le decían, se transformó en la cineasta favorita del régimen nazi. Entre 1934 y 1935, por encargo de los altos mandos del Tercer Reich, filmó El triunfo de la voluntad, un extenso testimonio audiovisual sobre la convención del Partido Nacional Socialista celebrada en Nüremberg. En él, Leni hizo especial énfasis en el regreso de una Alemania todopoderosa con Adolf Hitler al mando.

Luego trabajó en Olympia, una película de casi siete horas dividida en dos partes (Fiesta de los pueblos y Fiesta de la belleza). Más allá del repudio que produce el nazismo, es considerada una de las grandes piezas deportivas de la historia del cine, que retrató los Juegos Olímpicos de Berlín 1936. Por su obra obtuvo no solamente un gran reconocimiento del gobierno y el pueblo alemán, sino que además recibió un premio León de Oro en el Festival de Venecia. Olympia se estrenó el día del cumpleaños de Hitler en una función privada.

Antes de dedicarse de lleno al cine, Leni fue bailarina y actriz. Una lesión de meniscos la alejó temporalmente de la escena. En 1924 se contactó con el realizador Arnold Fanck, con quien, además de protagonizar varias películas, colaboró durante muchos años y aprendió el uso de la cámara y los planos. Pero fue la película de Serguéi Eisenstein El acorazado

Potemkin la que la hizo abrazar definitivamente la profesión, que le dio fama y reconocimiento mundial.

Al final de la Segunda Guerra Mundial, Riefenstahl fue detenida por los aliados. Si bien no se comprobó su complicidad con los crímenes de guerra nazi, le confiscaron posesiones y bienes, y le cerraron absolutamente todas las puertas para realizar nuevas películas. Llegó a vivir en la miseria. Viajó a África, donde fotografió y filmó a varias tribus que nunca habían tenido contacto con el mundo occidental. Falleció en 2003, a los 101 años.

Por Damián Cáceres

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