El “Popeye” ruso enfrentó una peligrosa cirugía para que no le amputen el brazo
Kirill Tereshin debió operarse para retirar la vaselina que se había inyectado. “Mi sistema inmunológico está lidiando con esta inflamación”, dijo
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Kirill Tereshin, conocido como el “Popeye ruso”, debió someterse a una delicada cirugía en su brazo derecho, que había sido hinchado artificialmente al igual que el izquierdo mediante una serie de inyecciones de vaselina para lucir músculos tan grandes como la caricatura del dibujo animado.
Pero la “estupidez” de inyectarse ambos miembros superiores con 6 litros de vaselina, como Kirill la describió, está siendo ahora remediada por un equipo de médicos, quienes tuvieron la compleja tarea de operar su brazo derecho y retirar el tejido muerto para no tener que amputárselo en el futuro. O, lo que sería peor: que muera.
Si bien la cirugía estaba programada para el año pasado, la pandemia la retrasó, con todo el peligro que implicó la demora, y ahora Kirill debe enfrentar más operaciones para extraer el “músculo muerto” de su otro brazo.

“Solo tengo 24 años y mi sistema inmunológico está lidiando con esta inflamación, pero realmente no sé qué pasará después. Por eso comencé las cirugías para deshacerme de esta pesadilla”, dijo Kirill, citado por el sitio inglés Lad Bible. “Aumenté los brazos cuando tenía 20 años debido a mi propia estupidez. No pensé en las consecuencias”.
Dmitry Melnikov, el cirujano, le dijo a Kirill que corría el riesgo no solo de perder sus brazos, sino de morir, si no se quitaba cuanto antes la vaselina del cuerpo. “Tengo mucha suerte de que haya médicos que me atendieron. La cirugía más difícil será en mi bíceps, el nervio responsable de la sensibilidad de los brazos está ahí adentro. Dios no permita que algo le pase a este nervio y no pueda mover el brazo”, pidió el joven.

“Realmente me preocupo por esto. Tengo mucho miedo. Debería haber pensado en esto antes, lo sé. Me culpo a mí mismo, sé que soy culpable”, reconoció.
El médico Melnikov sostuvo que “la vaselina satura los músculos, debajo de los tejidos de la piel y la piel misma”. “Todo eso tiene que ser eliminado, pero necesitamos mantener la vena, los nervios y otras funciones de la extremidad”, detalló.
“La vaselina no está diseñada para inyección, solo para aplicación externa”, remarcó el cirujano. “Kirill inyectó unos tres litros en cada brazo. Saturó los tejidos musculares, bloqueó el flujo sanguíneo. Como resultado, el tejido muere y es reemplazado por una cicatriz que es tan dura como un árbol, incluso puedes golpearla y escuchar el sonido habitual. Hemos eliminado todo esto”, dijo el médico, y agregó que, antes de operarlo, el paciente “tenía fiebre alta, fuertes dolores y debilidad”.
Kirill está listo para volver al quirófano a fin de año. El cirujano Melnikov deberá completar el mismo trabajo en su otro brazo.
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