¿Cómo era el primer semáforo eléctrico que ordenó el cruce de dos calles?
El 5 de agosto de 1914, pocos días después de comenzada la Primera Guerra Mundial, comenzaba a funcionar el primer semáforo eléctrico de la historia. El -por entonces- novedoso dispositivo fue colocado entre las calles 105 y Euclid, en la ciudad estadounidense de Cleveland, Ohio.
La instalación se produjo debido a que se había incrementado de forma ostensible la cantidad de automóviles por las calles. La producción de Henry Ford, el padre de la producción en serie, ya había llegado a 250 mil unidades. En ese contexto, surgió la necesidad de utilizar un elemento para organizar el tránsito.
Aquel semáforo eléctrico tenía dos luces: una de color rojo y otra verde. Además, contaba con un emisor de zumbidos. Sin embargo, ese componente no era nuevo, ni tampoco el semáforo. De hecho, el primero de la historia se colocó en 1868 en Londres, frente al parlamento de Westminster. Aunque no era eléctrico, si no que funcionaba a vapor, cuyas luces se encendían en simultáneo con las emisiones sonoras: un pitido para que el tráfico parara y dos para que continuara.
Con el correr de los años, el semáforo incorporó la luz amarilla, modificó sus formas y, entre otras tantas cosas, cambió sus lámparas incandescentes por tecnología LED. Y desde aquel primero de Estados Unidos, el resto de los países del mundo incorporaron el sistema.
En la Argentina, por ejemplo, el primer semáforo eléctrico empezó a funcionar recién el 31 de diciembre de 1958. Se instaló en la ciudad de Buenos Aires, en la intersección de las avenidas Leandro N. Alem y Córdoba.
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