La pandemia cambió el modo de celebrar y el pueblo de Roque Pérez organizó una verdadera fiesta virtual para celebrar los 86 años de su cine club Colón, el centro de la vida social y una de las principales atracciones turísticas de la localidad ubicada a 135 kilómetros de .
El streaming que se realizó por Facebook el 20 de septiembre y al que acudieron más de 400 usuarios conectados tuvo varios de los componentes tradicionales de las fiestas rurales que se realizan en el cine club desde antaño, la música, la animación, el espectáculo de tango. Claro está, faltaron los abrazos, la gente llenando el gran salón y los vermuts de campo, que suelen ser parte de cada evento social.
Pero quizá eso no sea lo importante, en estos tiempos en los que ya se sabe que el abrazo tendrá que esperar. En cambio, la emoción, la historia increíble de un hombre que, en la década del '30, tuvo la idea de construir un cine en el medio del campo, llevar el arte, la cultura internacional a un apartado pueblo rural en el que la vida se regulaba por los ritmos de la naturaleza, donde nadie parecía interesarse por lo que pasaba más allá de las vías del tren.
En 1933 Jerónimo Coltrinari, visionario, para algunos y un rebelde que malgastaba la fortuna familiar, para otros, mandó a consruir el edificio de El Cine Club Colón en el paraje La Paz Chica del cuartel II de Roque Pérez, a pocos metros de los almacenes La Paz Chica y el San Francisco.
Coltrinari convocó a Rómulo Mazagliari para que plasmara sus ideas y fue un solo hombre, llamado "el Tano" Mangalardo, el encargado de levantar la construcción de ladrillos a la vista asentados en cal. El cine fue inaugurado finalmente el 20 de septiembre de 1934, para ocupar un lugar que se encontraba vacío dentro de la actividad social de ese momento y se convirtió en el centro de atracción que tuvo el paraje La Paz Chica.
Dentro de la edificación pronto comenzó a funcionar también una cantina, lo que lo convirtió en un cine club. También funcionó como teatro y salón de baile. En sus predios aledaños se realizaban domas, carreras de sortijas, carreras cuadreras y todo tipo de acontecimientos sociales como casamientos, compromisos, despedidas de solteros, banquetes y las fiestas de la escuela N° 19.
"A Jerónimo lo veían como el familiar que hacía cosas locas"
César Coltrinari es sobrino nieto de de Jerónimo y es hoy su único descendiente, ya que este no tuvo hijos. Pero César que vive en Adrogué y prepandemia viajaba cada fin de semana a Roque Pérez donde está su casa materna y adonde trabaja como "cantinero itinerante" en todos los eventos culturales que se hacen en el cine club, no conocía esta parte de la historia familiar. Se enteró de la existencia del cine como la mayoría de los lugareños por un artículo en el diario local en 2013 que anunciaba el comienzo de las obras de recuperación y puesta en valor de este edificio icónico de la comunidad. Resultó ser que ese gran galpón derruido y desvencijado donde los vecinos guardaban sus productos de campo, desde alimento para animales y granos y donde también criaban a sus chanchos y gallinas, era algo más. Había sido un cine con pantalla y todo, con telón, con un piso de baldosas en damero, con paredes de ladrillo, un verdadero centro de reunión que había lucido mucho mejor en otras épocas.
"Jerónimo hizo el cine y después lo donó. Entonces se hizo una comisión para formar un club y ese club cuando la comisión se disolvió pasó a formar parte de la escuela número 19 del paraje La Paz chica. Se usó para eventos escolares, para recaudación de fondos y cuando no se pudo solventar más, quedó abandonado", cuenta César, según lo que pudo reconstruir y reconoce que el espíritu innovador de su tío abuelo no se veía con buenos ojos en la familia, más abocada a las labores de la tierra. "El quiso construir canchas de pelota paleta techadas y tuvo muchos proyectos que eran ambiciosos para la época", relata.
"Cuando sacaron a los chanchos recuperamos el piso original"
Las autoridades de Turismo de Roque Pérez, decididas a convertir a Roque Pérez en un polo de turismo rural, habían reparado en ese lugar y estaban encarando las obras para su reconstrucción. El cine club Colón volvería a tener sus galas de antaño y se convertiría en un gran centro de actividades sociales, culturales y económicas para los habitantes del pueblo y sus parajes aledaños.
Martín Parzianello quien estuvo a cargo del proyecto de recuperación recuerda que la tarea parecía imposible por las malas condiciones de conservación del lugar. Ya no parecía un cine,era más bien un granero. Sin embargo, al empezar a limpiar descubrieron que bajo un metro de piso de barro estaban intactas las baldosas originales y las pudieron renovar por completo. La tarea fue un gran desafío lleno de sorpresas. "Cuando dijimos que queríamos atraer al turismo se nos mataban de risa: ¿en una ciudad en la que no tenés río ni mar qué turismo vas a hacer? me decían. Pero encontramos el atractivo del cine club y el de los almacenes de campo. Creamos la Noche de los almacenes que es un boom". Para recuperar el "monstruo abandonado" la primera tarea fue la de convencer a los vecinos para que sacaran los chanchos, las gallinas y el alimento balanceado. De a poco fueron vaciando el lugar y empezaron la reconstrucción, sin saber demasiado acerca de cómo conservar el patrimonio histórico.
"Nosotros pensabamos pintar las paredes de cualquier color, hacer todo de nuevo, pero al conversar con Patrimonio de la Provincia de Buenos Aires nos explicaron que había que hacer otro tipo de tratamiento y así en ocho meses pudimos recuperar el piso original y reconstruir el estilo del cine como fue en su época", recuerda Martín. Después le agregaron una pantalla, un telón para volver a proyectar películas allí, pusieron las butacas de madera similares a las originales y recuperaron las anécdotas que les contó un vecino histórico del Cine Colón, Pepe Guidobono. Cuenta Martín que Pepe era "un bohemio rural que vivió hasta el día de su muerte, hace tres años, en un campo cercano al cine sin luz, sin nada, solamente con una radio a pilas. Era un fanático de Juan Moreira. Hubo un año en que se hizo en la cuenca del Salado un circuito llamado Los caminos de Juan Moreira y yo traje la película de Leonardo Favio, pero a Pepe no le gustaba cómo estaba retratado ahí así que tuve que ir a buscar la película de Fernando Ochoa que, según él, era más fiel a la historia".
"Me vine a Roque Pérez porque es la antítesis de capital"
Entre los recuerdos de antaño, contaban también los vecinos que no eran las películas las únicas razones para ir al cine club. La cultura era a veces la excusa para dar paso a la parte más interesante de las veladas: el baile. En los pueblos rurales los bailes eran la única ocasión social para que los jóvenes se conocieran y se "cortejaran". Las chicas iban con sus madres, sus tías o sus hermanas mayores en función "chaperonas" y antes de las 12 había que volver porque se terminaba el suministro de luz eléctrica. Las que ya estaban en pareja aprovechaban cierto momento de la proyección de la película, antes de que comenzara el baile, cuando se apagaban los faroles, o las sombras de luz de ciertos rincones del salón, para prodigarse besos y abrazos fuera de la vista de los demás.
Enamorada del lugar
Shirly Goldenberg se mudó de capital a Roque Pérez hace dos años y es una de las vecinas enamoradas del lugar. "Es la antítesis de capital, es otro aire, la naturaleza en su máximo esplendor. Nos enamoramos de la gente del lugar, de todo", cuenta. "Se dio todo para que nos quedáramos acá: ya teníamos el lugar y la salida laboral.".Primero fue su pareja, chef, quien se sumó a La noche de los almacenes para cocinar en el campo. "Yo tenía un amigo conocido acá que nos invitó con mi pareja, que es chef, a cocinar en su campo para la Noche. Esto fue hace dos veranos; esa semana estuvimos viniendo al pueblo a hacer compras y, como era tiempo de vacaciones, nos quedamos otra semana más. En febrero ya estábamos viviendo acá", recuerda Shirly. En el Mercado Bien Auténtico, un movimiento de microemprendedores y artesanos de Roque Pérez, encontró un lugar para trabajar: fabrica esencias naturales y sahumerios artesanales. El Mercado hace ferias una vez por mes y se traslada a todos los eventos culturales: el Carnaval de antaño, la fiesta de la empanada, la exposición rural o eventos en pueblos linderos.
Un cine, un pueblo, sus vecinos y miles de historias. Por el momento podemos conocerlo en forma virtual, cuando se pueda volver a viajar, seguramente el Cine Club Colón, en Roque Pérez, estará en los radares de los turistas.
Más notas de Historias para conocer
Más leídas de Lifestyle
De bajo costo. Estos son los elementos infalibles para ahuyentar a los mosquitos de casa
Solo dos ingredientes. El licuado que ayuda a reducir el colesterol malo y destapa las arterias
Nutritiva. Qué es la moringa, la planta poco conocida que ayuda a prevenir el envejecimiento prematuro
A tener en cuenta. Cómo funciona la memoria de un gato