
La hoy mítica revista Expreso Imaginario fue símbolo de todo lo que pasaba en los márgenes culturales de una época. Un libro recorre su historia.
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Por Gustavo Grazioli
Cuando se habla de contracultura aparecen referencias de muchos pensadores del siglo XX, pero en este caso no se mencionará a ninguno en particular. Esta palabra, contracultura, que constituye una simbología por fuera de los mercados, será el eje de acción y la que empujó al nacimiento de una de las revistas más contestatarias que tuvo este país: Expreso Imaginario. En estos meses, se publicó un libro destinado a revisitar el papel que llevó adelante esta publicación que se extendió entre 1976 y 1983; que puso su escala de importancia en su correo de lectores, en el ecologismo, en la filosofía oriental y en los aborígenes. Estación Imposible. Expreso Imaginario y el periodismo contracultural (Gourmet Musical Ediciones, 2016), así se llama el libro de los periodistas Martín Graziano y Sebastián Benedetti. Originalmente, surgió como una tesis de grado para la facultad de Periodismo de La Plata y se ha vuelto de lectura imprescindible para curiosos, nostálgicos y fanáticos de publicaciones míticas.
Estación Imposible pone el acento en contar las tres etapas que tuvo la revista Expreso Imaginario, bajo tres direcciones distintas. El “primer período” –como lo llaman los autores– es el que va a ocupar el lugar central del libro, y está comprendido entre agosto de 1976 y septiembre de 1979. A cargo de Pipo Lernoud y Jorge Pistocchi, fue ahí donde empezó todo, al calor de la furia por el rock y la psicodelia. Desde sus editoriales, notas, temas (rock, cine, literatura, ciencia, historietas) se marcó una agenda diferente de lo que se venía leyendo hasta el momento. El discurso periodístico cambió por completo y aparecieron plumas que después serían referentes del llamado periodismo especializado de música como Alfredo Rosso, Claudio Kleiman, Roberto Pettinato y Fernando Basabru. “Los redactores escogían los discos que por alguna razón les interesaban, y de esa manera, fueron perfilándose especialistas. Basabru abarcaba generalmente a los artistas identificados con el jazz rock, la fusión y el rock sinfónico. Kleiman se encargaba de las músicas latinoamericanas, y de los artistas más emparentados con las raíces y las tradiciones –por ejemplo, los bluesmen–. Para Rosso quedaban reservados los artistas británicos menos celebrados por el mainstream argentino, así como las vanguardias de cada momento (krautrock, punk, new wave)”, cuentan Graziano y Benedetti, en uno de los apartados que se titula “Hablemos de música: reseñas y coberturas”.

Este libro acerca la lupa hacia lo que generó aquel semillero que aglomeró a una parte de la mayoría de los periodistas que hoy se leen y se escuchan hablando de rock y de política. Ese confluir de tantas personas en el medio de una experiencia tan radical a nivel comunicacional logró fomentar una vanguardia que a fuerza de trabajo marcó un camino. Esta forma de trabajar los ubicó en el terreno de lo alternativo. Esta revista, también, se llevó el reconocimiento de un destacado personaje del folklore como fue Atahualpa Yupanqui. “La anécdota es conocida. Sucedió en una conferencia de prensa durante el Festival Nacional de Folklore de Cosquín, cuando el “payador perseguido” fue consultado por la mejor entrevista que le habían hecho en su vida. Yupanqui, ante la incredulidad de los presentes, dijo: “Para el Expreso Imaginario”, esa revista hippie que, durante los días aciagos de la dictadura, guardó en sus páginas una liberación íntima”, resaltan los autores en otro de los apartados titulado “Antes del Expreso”.
ESTACIÓN IMPOSIBLE. EXPRESO IMAGINARIO Y EL PERIODISMO CONTRACULTURAL
Sebastián Benedetti y Martín Graziano Gourmet Musical






