
Juan Taratuto. "Uno pasa de la mamá a la esposa sin transición"
El director estrena Papeles en el viento y afirma que "creérsela" un poco es fundamental para lograr ciertos objetivos
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Juan Taratuto dice que cierta dosis de locura es necesaria para ser cineasta. Quizá sea por su osadía o por ese ocasional corrimiento de la realidad -incentivado por una idishe mame y luego su esposa (la actriz Cecilia Dopazo)- que este director logró comenzar su camino "solista" en la industria del cine con el pie derecho. Se ganó al público con No sos vos, soy yo y Un novio para mi mujer (ambas comedias)y, el año pasado, recibió elogios de críticos e invitaciones para festivales prestigiosos (esos rituales de pasaje que parecen indicar algún tipo de posicionamiento) por La reconstrucción, un film introspectivo que nada tiene que ver con los anteriores y que, en un momento especial de su vida, le permitió bucear en el fantasma más universal de todos: la muerte. Desde otro lugar, en su más reciente película, volvió a meterse de lleno con las pérdidas, esta vez, poniendo su mirada al servicio de Papeles en el viento, la novela de Eduardo Sacheri que, en su versión cinematográfica, protagonizan Diego Peretti (un actor que atraviesa toda la filmografía de Taratuto), Pablo Echarri, Pablo Rago y Diego Torres, y que llega a las salas el próximo jueves.
-Ya en La reconstrucción se notaba un cambio de dirección en vos, como que tu cine empezaba a hablar de algunas de las cosas que te preocupaban o te ocupaban. ¿Lo registrás así?
-Todas las pelis han sido la consecuencia de temas que me ocupaban o temas que me habitaban o me habitan. Veo cada una de las películas que hice y son completamente honestas con mis fantasmas, por más de que sean comedias. Si bien algunas de ellas, como Un novio para mi mujer, son proyectos que me llegaron, decidí subirme porque me interesaron. Evidentemente tanto La reconstrucción, más profundamente, y Papeles en el viento, de una manera más cercana a la comedia, son películas donde las pérdidas ocupan un lugar o son disparadores. Tiene que ver con el crecimiento, con la maduración personal, con ir viviendo situaciones de pérdidas. Hay una época de la vida donde uno no presta atención y las pérdidas le parecen algo muy lejano y muy ajeno, y hay otro momento en el que uno empieza a ver más de cerca y comienza a ser consciente de los propios límites. Vivir sin ese peso me parece un poco estúpido.
-¿Viviste alguna pérdida puntual que te haya marcado?
La reconstrucción es una peli que empecé a escribir, y surgió cuando mi papá estaba internado. El día que muere yo había llevado la compu a la clínica para empezar a redactar. Igual, creo que son etapas. Y creo que es una etapa transitada ya. Lo próximo que quiero hacer no tiene que ver con la muerte, casi por prescripción médica [ríe].
-¿Te analizás?
-Sí [ríe]. La introspección que necesita la escritura te lleva a lugares de una profundidad y de una soledad que necesitás en algún momento conversar con alguien. No hay manera de hacer algo honesto si uno no bucea en sus fantasmas. Yo siento que puedo bucear en esos fantasmas, reconvertirlos en una película, representarlos, filmarlos y que cuando otro lo vea se sienta identificado.
-¿Cuál es la importancia de Cecilia [Dopazo] en el devenir de tu carrera?
-Creo que Ceci fue la primera persona que confió en mí más que yo. Yo cuando la conocí tenía la idea de hacer una película, pero ella empezó a leer lo que yo iba escribiendo y colaboraba. En un momento, ella mantenía la casa mientras yo escribía, confiando en que en algún momento iba a hacer una película, antes de que tengamos hijos. Después, en No sos vos, soy yo fue parte del guión y en las otras o actuó o me acercó la novela, como en esta última peli. Siempre es la primera persona a la que me gusta mostrarle un corte de la película. Su mirada es muy importante para mí, más allá de nuestra relación.
-¿Cómo usás las redes sociales?
-Tengo Facebook y Twitter. Las uso con amigos, o con una película, para postear cosas. Jamás pondría una foto de mis hijos en Facebook con la frase: "¡Qué linda tarde pasamos!", porque prefiero pasar la tarde con ellos y decirles eso a mis hijos directamente. No me interesa que lo lea nadie, no pongo nada privado en Twitter y Facebook.
-¿La creación de Concreto, tu productora, tiene que ver con una necesidad de resguardar tu libertad creativa?
-Sí, yo tenía otro socio con el que hicimos No sos voy, soy yo y Quién dice que es fácil, hasta que hice Un novio para mi mujer. Esa película fue una bisagra para mi carrera y me permitió hacer muchas cosas, pero a la vez los proyectos que me llegaban eran proyectos que venían de productores y los proyectos que a mí me interesaban me costaba más levantarlos y me di cuenta de que tenía que hacerlo desde una productora propia. Lo que me permitió Concreto es unificar el cine y la publicidad, hasta ediliciamente. Es lograr buscar el control absoluto de los procesos.
-Ya que mencionás esto de querer tener el control absoluto, ¿sentís que hay algo de omnipotencia en la figura del director?
-Sí, hay algo de omnipotencia. También hay locura, soberbia pero creo que no hay otra manera. Es como si dijeras: "Voy a la guerra". Tenés que pensar que vas a poder derrotar al otro, porque, si no, no vas. Esto lo hablaba alguna vez con Suar. Yo había leído que en una nota él, cuando estaba armando Pol-ka, había atravesado por un momento que era muy cercano a la locura y una película tiene mucho de eso. No es un proceso normal, si no, habría mil quinientos directores de cine. Yo hablaba mucho con Adrián de la idishe mame. Hay alguien que te tuvo que haber dicho de chico que vos podés hacerlo. Vos no tenés más capacidades que tu vecino o que un compañero de la facultad de cine, pero es solamente creérsela. Te salga mejor o peor, vos sentís que hay un alguien que te apoyó y te dijo: "Vos vas a poder hacerlo".
-¿En tu caso primero fue tu mamá y tu esposa luego?
-Sí, uno pasa de la mamá a la esposa sin transición [ríe]. Eso te permite creértela, porque no es natural pararse delante de un equipo, decir "acá va la cámara", llevar el guión. Más allá del resultado, es pararse en un lugar de mucha responsabilidad y de mucha irresponsabilidad, sobre todo en una primera película. Ahí, si sos consciente de lo que estás haciendo, no lo hacés. Solamente corrido de la realidad lo podés hacer.
-¿Te pesa la expectativa que hay respecto de la taquilla?
-Sí, me pesa la expectativa. Hay dos filtros: uno que sucede antes del estreno de la película, que tiene que ver con lo que yo esperaba de la película y con si cumplí o no con eso. Ése es el más tormentoso, y en general logro pasarlo. Y después sí el del público, porque que la película meta mucha gente no sólo significa que gustó y que a la gente la atraviesa emocionalmente el camino que uno propone, sino que permite seguir filmando. Yo quiero que mis productores recuperen y ganen plata, que sean mis próximos productores.
-¿Hay alguna mirada que te importe particularmente?
-Ceci, por un lado, y mi grupo de amigos al que está dedicada esta película. Siempre hago unas proyecciones previas antes del estreno de la película, del material todavía sin terminar y son un público común mis amigos y me interesa que les guste y ver qué les pasa a ellos con la película.
-¿Cuál sentís que es tu mayor fortaleza y tu mayor debilidad como contador de historias?
-Mi fortaleza creo que es captar ciertas cosas del comportamiento humano medio intangibles. Siento que tengo sensibilidad para entender lo que sucede y para transmitírselo a un actor y plasmarlo, en cuanto a los comportamientos humanos. Mi parte más fallida como director por ahí tiene que ver con no confiar muchas veces en que ciertas cosas se van a entender sin necesidad de especificarlas, que es lo interesante de este laburo. Ojalá pueda hacer películas o tele hasta los ochenta años. Lo interesante es que uno va aprendiendo y va entendiendo que se necesita menos para contar y ése es el camino. Yo siento que estoy empezando a entender el lenguaje cinematográfico.






