Los primeros caminos del cantante en la música fueron en 2006 como parte de la banda de rap Agorazein y poco a poco se volvió reconocido por todo el mundo
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El español Antón Álvarez Alfaro, mejor conocido como C. Tangana, admite que tiene una obsesión: busca que sus composiciones trasciendan y sean recordadas como parte de la cultura popular de su tierra.
Como ocurre con algunas coplas flamencas, quiere que sus temas sean cantados por el público sin que necesariamente se conozca quién fue el autor. Que su música les “pertenezca a todos”, dice el madrileño de 32 años.
Y para lograrlo, agrega el artista de música urbana en entrevista con BBC Mundo, procura romper con los moldes del mercado mainstream. Trata de “buscar algo más”, componer “más profundo” y alejarse de la música vacía que “en seis meses queda en el olvido”.
La tarea la comenzó en 2006, cuando respondía al seudónimo Crema y formaba parte del grupo de hip hop Agorazein, que destacó en la escena de festivales independientes de España. Pero como C. Tangana, nombre que comenzó a utilizar en 2011, este ganador del Grammy Latino mostró su enorme poder de transformación.
En sus dos álbumes de estudio, “Ídolo” (2017) y “El Madrileño” (2021), y en las producciones a menor escala que realizó entre medio, su música comenzó a transitar más allá del rap. Incursionó también con el reguetón y el pop, pero con una fórmula diferente: fusiona sonidos folclóricos de España y otros lugares con ritmos modernos.
También se convirtió en un maestro de las colaboraciones.
Obtuvo un enorme reconocimiento internacional gracias al tema “Antes de morirme” (2016), junto a la cantante Rosalía, de quien fue pareja y a quien ayudó a componer varias canciones de su exitoso disco “El mar querer” (2018).
Y en su producción “El Madrileño” (2021), que fue ovacionada por la crítica y el público, el intérprete de hits como “Los Tontos” y “Demasiadas mujeres” canta junto a figuras de la talla de Jorge Drexler, Omara Portundo y José Feliciano.
Este julio, el rapero, como se autodenomina, lanzó el nuevo himno del Celta, el equipo de fútbol de la ciudad española de Vigo, donde nació su padre. El sencillo está enmarcado en los 100 años del club deportivo.
Titulado Oliveira Dos Cen Anos (“Olivo de los 100 años”), se estrenó acompañado de un dramático video repleto de elementos de la cultura de Galicia, la región en el noroeste de España donde se ubica Vigo.
De sus intenciones con la música, sus inspiraciones y su insistencia con el folclore hablamos en esta entrevista.
– Cuando uno compone un himno se tiene que ceñir a muchas expectativas, como las del equipo o las de los aficionados. No es meramente componer una canción por componer una canción. ¿Cuán complejo se te hizo esto?
Ha sido muy complejo. Yo normalmente hago lo que me da la gana. No me preocupa mucho el público y, de hecho, siempre me gusta incordiar a alguien. Todo lo que hago trato de que sea un desplazamiento. Incordiar a los puristas o a la gente que solo escucha música urbana y tratar de colarles algo.
Es la primera vez que quería complacer y no estoy acostumbrado a estar en esa posición. Y al final ha salido muy bien porque he podido desarrollar ideas que a mí me gustaban, pero sí que ha sido un proceso complicado.
Hay mucha diplomacia dentro de los clubes. Tienes que considerar a los aficionados, nuevos y antiguos, a la gente que está cerca de los jugadores, que está arraigada en la zona del club, que tiene intereses en la ciudad. Es un proceso complejo. Pero al final, para los artistas lo más fácil es aludir a las emociones directas, ser un “sensiblón”, eso siempre va bien.
– Igual el himno está impregnado de tu estilo. Hiciste lo que te dio la gana al final. Pero hay poco de ti en términos de presencia. En el video casi no se ve tu imagen, la canción no tiene tu voz y cedés el espacio a grupos locales como la Coral Casablanca y el grupo vocal femenino de panderetas Lagharteiras.
Ahí hay dos cosas. Es un himno, así que cuanto más sea de ellos mejor. Y luego, yo tengo una obsesión con la trascendencia cultural que me hace no querer ser solamente un intérprete o cantante. Y aquí tenía una oportunidad de ser un creador de verdad y hacer de todo, por ejemplo pensar en las imágenes, la composición, todo esto sin aprovecharme de la figura pública que soy.
Me gusta el cine y estoy obsesionado con eso también.
Para mí, la trascendencia cultural pasa cuando se llega a la cultura popular, que es lo que a mí más me preocupa. En la medida en la que el autor desaparece, si la música y la obra permanecen, se convierte en cultura popular.
En algunos tipos de música de España, sobre todo la música flamenca, pero también en el folclore gallego, nadie sabe quién escribió muchas de las coplas que se cantan. Las canta todo el mundo, así que son de todo el mundo.
Es un himno, una canción en otro idioma para celebrar un centenario. Todo me indicaba que si yo no cantaba, la obra subía de nivel.
– Estamos casi a punto de cumplir una semana de que haya comenzado el mundial femenino de fútbol. La selección española de féminas es de las mejores del mundo. ¿Pensaste al escribir el himno en cómo hacer para que un espacio que ha sido ocupado mayoritariamente por hombres por mucho tiempo sea más inclusivo?
Surgió de forma natural, porque en Galicia el matriarcado es muy fuerte. En las familias las mujeres siempre han trabajado; mariscaban y trabajaban el campo. Son mujeres acostumbradas a mantener a la familia y esto se expresa en el folclore. Son ellas las que cantan y tocan la percusión en la música gallega. Esto ya formaba parte del rasgo cultural que yo quería rescatar para mi producción.
Son voces que tienen una bravura especial porque los instrumentos que tocan son objetos de diario, algunos de la labranza del campo y los tocan con piedras, con las manos. Tienen que cantar muy alto, al unísono, por encima los instrumentos de percusión que tienen el volumen muy fuerte.
Respecto a las atletas, traté de no hacer alusiones directas al fútbol y de llevarlo más por las emociones que genera el deporte y su sentimiento de comunidad. En ese sentido de comunidad hay chicos, chicas, niños, personas mayores, hay todo tipo de personas que forman parte de la comunidad, que es lo que queremos representar.
– Has dicho que la música urbana tiene varios disfraces de los que es complicado salir. ¿Es por eso que insistís en la inclusión del folclore español en tu música? ¿Quizás para romper con esos paradigmas?
Yo me siento parte del género urbano. Sí es verdad que como artista conseguí trascender eso, pero empecé rapeando. Me sigo considerando un rapero que trata de indagar en otros lados.
Sí creo que ahora mismo la música en español y el género urbano tienen una oportunidad de trascender y de producir cultura que dure más tiempo y que cale más hondo.
Si pensamos en el hip hip y cómo el hip hop transformó la cultura global, bueno pues el reguetón es como el hijo del hip hop y creo que de la misma forma la música latina, o la música hecha en nuestro idioma, tiene oportunidades muy fuertes para hacer cambios e impactar el mundo.
Cuando se habla de la cultura parece que se habla de negocios. Yo no veo nada cultural en canciones de las que nadie se acuerda a los seis meses o al año. Creo que canciones o música con menos impacto mainstream, pero con más profundidad, son las que ahora tienen más valor.
Hay mucha gente que está en esa búsqueda. Hay otra que no y que quiere repetir una fórmula, y están en su pleno derecho y está bien competir a nivel comercial, porque eso nos abre puertas al resto. Pero creo que es el momento de impactar con el español ahora que todo el mundo lo escucha. Dentro de poco será un idioma asiático y tendrán su oportunidad, ahora nos está tocando a nosotros, ahora que nos escuchan necesitamos algo que merezca la pena.
– ¿Qué ritmos de América Latina, paisajes o artistas te inspiran?
Todo el disco “El Madrileño” está impregnado de los viajes que he hecho por América Latina. Yo no estoy expuesto al ambiente contemporáneo de lo que está pasando en lo urbano. Te puedo decir que me interesa mucho la escena del reguetón de Chile, que me parece que ha vuelto al origen del reguetón boricua más duro.
Me gustan mucho las transformaciones que ha tenido la cumbia argentina que ahora se ha mezclado con el reguetón, el RKT, todo lo que tiene que ver con la cumbia moderna o la cumbia más urbana, más “reguetonizada”.
Pero sobre todo me gusta la música tradicional. Soy fanático del son cubano, que es el origen la salsa, soy fanático de la bachata más tradicional, la de antes de la guitarra eléctrica, que se unía al bolero, con bongó y guitarra de nylon.
– ¿Qué buscas cuando unís generaciones y colaboras con astros de la canción que quizás están fuera de lo que es mainstream hoy? Como, por ejemplo, los Gypsy Kings, Calamaro, Drexler, Toquinho, José Feliciano…
Pues, precisamente, en ese tipo de colaboraciones que son de gente muy consagrada lo que he buscado es aprender.
Juntarme con los maestros y tratar de aprender. He tratado de hacer muchas sesiones en el estudio con ellos. Me acuerdo de que cuando grabamos con Eliades Ochoa, nos fuimos a Cuba a grabar con él. Con Omara [Portuondo], fuimos al estudio para cantar con ella, para aprender de ella y escuchar lo que tenía que decir sobre las composiciones. Con Jorge [Drexler] he estado en el estudio, con Andrés [Calamaro] he estado en el estudio…
Ellos son para mí grandes maestros y referentes de la cultura popular, que es la más alta cultura de todas.
– ¿Con quién te falta colaborar?
No sabría decirte…
– Tenemos una editora que se pregunta cuándo colaboras con Bizarrap…
¡Hombre! Con Biza he estado en el estudio, no hemos terminado nunca ninguna canción, pero hemos empezado algunas. Con Biza estaría bien, Peso Pluma también me gusta. Me gusta el corrido tumbado en general. Natanael me encanta, Eslabón Armado también me gusta.
Estoy muy en contacto con la música mexicana porque tengo muchos amigos allí, porque tengo muchos fans. Pero sí, me gusta también Tokischa, Villano Antillano también me gusta.
*Por Ronald Ávila-Claudio y Laura García
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