La palta en remeras, aros y fundas de celulares
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LA NACION
No se sabe bien en qué momento pasó, pero la palta (o avocado, aguacate u oro verde, como quieran llamarla) traspasó la frontera gastronómica y se convirtió en un objeto de culto que se reproduce en remeras, accesorios como anillos y collares y hasta tiene su emoji en redes sociales. En Estados Unidos, por ejemplo, es considerado uno de los alimentos básicos. La tostada de palta, de hecho, ha sido utilizada como medida de cambio: varios economistas se tomaron el trabajo de calcular cuántas de ellas habría que resignar para acceder al anticipo necesario par una hipoteca. Una especie de índice "Big Mac" pero con más onda.
Lo cierto es que la palta es uno de los alimentos a los que se le rinden más culto en el mundo. Hace poco, en Australia se popularizó el avolatte (un café servido en cáscara de palta), que comenzó como un chiste en las redes sociales y pronto se transformó en tendencia, aunque las críticas tampoco tardaron en llegar: muchos lo calificaron de ridículo. También hay quien sirve helado en palta y otros que, impedidos de cortar al medio el fruto sin rebanarse un dedo, lograron que una cadena de supermercados empezara a ofrecer la palta en mitades y en bandeja. ¿El colmo de la pereza?
Pero lo que realmente marca que la palta, que hace 20 años casi era un alimento desconocido para buena parte del planeta, se transformó en algo más que un simple fruto es su presencia en remeras y otros objetos de moda. Acá, en la Argentina, Grana Accesorios tiene desde anillos hasta colgantes con la palta y su carozo, que se venden a 100 pesos a través de su página. Otros, como Milley Cyrus, lo llevan en la piel. Sí, también están los que se tatúan este popular fruto.
Lo cierto es que la palta se ha transformado en uno de los objetos que los millennials hicieron propios. Entre las razones, más allá de las propiedades alimenticias que tiene, es que es fotogénica. Sí, la palta es una de esas cosas que dan bien en Instagram, por su color y esa cremosidad que es posible imaginar con sólo mirarla.
Claro, el sabor no traspasa las pantallas, dicen los detractores de esta fruta, que también los hay por miles.
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