Esta construcción centenaria se fue actualizando con las corrientes de cada época hasta convertirse en un moderno hogar que guarda la historia de una familia de arquitectos. Mirá el plano y las fotos del antes y después
Año 1993, la revista Summa+ da cuenta del fenómeno de los lofts con la obra del arquitecto Claudio Btesh: una construcción industrial de 1920 reciclada en un edificio de vivienda. Sus rasgos distintivos son plantas libres, divisiones mínimas, síntesis material, la exaltación del espacio y cierto clima de informalidad. Tres décadas después, la arquitecta Camila Btesh, hija de Claudio y creadora de Noma Estudio, actualizó esa misma propiedad unificando unidades contiguas en un solo departamento. Ahora, los clientes son una pareja que recibe nietos y amigos y, la premisa, la versatilidad.

"Aunque no había entrado nunca, conocía el edificio, y claro que tiene un toque sentimental: lo tuve a mi alrededor toda la vida. Pasó por varias remodelaciones antes de que me llegara esta sorpresa"
Arq. Camila Btesh, de Noma Estudio
En plano: de dos lofts a un departamento

El área donde se desarrollaba el viejo comedor se redujo para ampliar la cocina y ahora funciona como zona de paso. La puerta de vidrio repartido marca la conexión entre las dos propiedades.
El concepto de loft se popularizó en los 90. Estas unidades frente a la Plaza Armenia son uno de los pocos ejemplos fieles de esa tipología nacida de la intervención de viejas fábricas

Una pared reemplazó el antiguo panel corredizo que cerraba el dormitorio. Del lado social, el muro da apoyo al mueble de TV y, en el cuarto, a un importante placard.

Acorde a la escala de la mesa y del espacio, el dúo de luminarias también refleja el look fabril con su diseño de encastres y remaches. El sugestivo contraste con el diseño clásico de las sillas, agrega interés.

Señas de identidad
Para la arquitecta Camila Btesh el planteo estético estaba dado por la construcción original, fabril y espaciosa. Cualidades bien aprovechadas con las tablas del piso de 11 pulgadas de ancho (detalle que se luce en grandes superficies) y el despliegue de la colección de arte contemporáneo de los dueños.

Aunque se trata de un primer piso, la luminosidad es total gracias a las nuevas dimensiones del ambiente principal, así como a la altura original, de casi cuatro metros, que se recuperó con la reforma.

Una cocina flexible

“Mi primer impulso fue integrar la cocina”, dice la arquitecta, pero sus clientes necesitaban flexibilidad. “Poder ocultar el desorden y, también, comer en la barra cuando están los dos solos”.

El plano actual: independencia y amplitud

La barra está ubicada en lo que antes era la segunda entrada a la cocina. Mantuvo las puertas originales recicladas que permiten bloquear la vista.

Más grande y con desayunador, la nueva cocina tiene muebles en melamina símil madera. Engamados, los paneles recuperados que antes eran negros, suman un dejo de dorado.

El lujo es el espacio
La necesidad de agrandar el dormitorio fue el puntapié de la reforma: de ahí la decisión de no separar el vestidor e incorporar los placares.

"El edificio está lleno de columnas y vigas y sabíamos que, al integrar los ambientes, iban a quedar expuestas. El mayor desafío fue lograr que esa estructura dialogara con los espacios sin interrumpirlos."


Las cortinas larguísimas de piso a techo en todas las ventanas, acentúan la altura excepcional que caracteriza los ambientes.

El juego de formas en el trío de ventanas remite a la gran biblioteca del living, en contraste con la regularidad de las carpinterías exteriores. Del otro lado está el baño de la suite.
