Días antes de que se decretara la cuarentena obligatoria, Laura Novoa (50) tenía la agenda 2020 completa. A los ensayos de la película que iba a protagonizar en abril se sumaba la obra de Woody Allen Si la cosa funciona, y una ficción que iba a comenzar a grabarse a mediados de septiembre. "Sentía una felicidad absoluta. Por primera vez en mucho tiempo tenía la posibilidad de hacer cine, televisión y teatro comercial en el mismo año… ¡Una locura! Y pasé de tener todos esos proyectos a no tener nada", explica la actriz, quien durante el aislamiento se mudó a una casa nueva con sus hijos, Mora (19) y Franco (13), frutos de su matrimonio con el guionista Mario Segade (están separados desde 2011).
–Muchos logran sacar afuera su capacidad de reinventarse en tiempos de crisis. ¿Te pasó?
–Claramente. Hay una frase que me encanta y que repito mucho: "Uno no es lo que le pasa, sino lo que hace con lo que le pasa". Y creo que ahí está la diferencia, en cómo nos reconstruimos. Entonces aproveché el tiempo para nutrirme, hacer yoga todos los días, estudiar guiones, hasta que mi representante me acercó la propuesta de participar en el Cantando 2020.
–¿Fue difícil decir que sí?
–En realidad, yo estudio canto desde hace tiempo porque siempre me gustó darle color a mi identidad de actriz. Es cierto que la madurez en algún punto suele ponerte en lugares cómodos y esta propuesta me corría de ahí. Estaba muerta de miedo de entrar en el programa, pero lo hice igual y por eso, me reconozco una valiente. [Se ríe]. Esta es la realidad que me toca, tengo que hacer cosas nuevas que me vuelvan a poner en lugares desconocidos.
–También dijiste que estabas en el certamen porque necesitabas trabajar…
–Es que es así. El 99 por ciento de los actores está sin trabajo. Tengo dos hijos y necesito trabajar. Creo que mi respuesta tuvo mucha repercusión porque al final puse en palabras lo que era necesario decir. En el programa puedo meter la pata mil veces, pero está bien que sea así. Para mí, una equivocación es una gran oportunidad para mejorar.
–¿Cómo ves la situación de los actores y actrices en este momento?
–Es muy crítica. Hay muchos actores que la están pasando muy mal. Y con esto no quiero decir: "Uy, pobrecitos los artistas". No, yo digo: "Pobrecitos todos". Hay un montón de pymes, restaurantes, negocios que también la están pasando mal…. El problema con los actores es que la gran mayoría no tiene ahorros para estar seis meses parados. A mí me pasó, cuando comenzó la cuarentena no tenía resto para quedarme más de dos meses sin trabajar.
–Hace un par de semanas le hiciste un homenaje a tu papá, Pepe Novoa, al cantar "Y dale alegría a mi corazón". ¿Qué te enseñó él?
–De chica yo no decía que era su hija para poder ganarme un lugar por mí misma y hoy, en mi madurez, estoy orgullosa de decir que es mi padre y que, gracias a él, heredé esta profesión. Crecí rodeada de artistas, el living de mi casa siempre estaba lleno de actores.
–¿Qué les transmitís a tus hijos?
–A mis hijos les digo que luchen por su felicidad más allá de que les signifique salir de un lugar de comodidad. Deseo que elijan la profesión que les dé placer, sin pensar en el rédito económico. Es muy importante poder descubrir la propia vocación.
–Hace unas semanas, frente a ciertas devoluciones del jurado, contaste que sos disléxica.
–Era algo que yo no quería contar, pero mi coach y mi compañero, Pato Arellano, me decían que podía estar bueno decirlo. Y bueno, se dio. Aceptar, trabajar y abrazar las capacidades especiales o las imperfecciones de cada uno nos ayudan a descubrir quiénes somos. Yo lo tomo como una gran oportunidad para desarrollar otras áreas o aspectos de mi cuerpo y mi personalidad. Tener dislexia me abrió la puerta para comprender más profundamente el sufrimiento del otro.
LA BELLEZA REPENSADA
–¿Qué mujer encontrás cuando te mirás al espejo?
–Soy feminista y uno de los aspectos que más me gusta del feminismo tiene que ver con el derecho a madurar con dignidad. A mí me gusta correrme de ciertos cánones de belleza establecidos: ser flaca, ser joven, tener las lolas enormes. Poder deconstruir esa imagen me resulta interesantísimo y un gran desafío. La sabiduría que una va adquiriendo con los años también se refleja en el cuerpo. Desde muy chica algunos productores me decían que me hiciera las lolas y nunca me las hice. Incluso ya de grande me seguían insistiendo. El deseo de cambiar algo de nuestro cuerpo tiene que nacer de uno, no de la necesidad del otro.
–Durante la producción de fotos, se te vio disfrutando en un rol más sensual.
–Amo esos momentos en los que te convertís en una bomba. Creo que me decidí a ser actriz –no sólo por vocación–, sino también porque me gusta jugar a ser otra. Tenía 6 años cuando mis papás me llevaron con ellos a ver un teatro de revista porque no tenían con quién dejarme. Me acuerdo como si fuera hoy, el telón abriéndose y de unas escaleras bajaba Nélida Lobato con sus plumas. Yo pensé: "Quiero ese vestido, quiero jugar a ser ella". Y eso me pasa con las producciones de fotos y cuando pienso cosas para sumar a mi participación en el Cantando. Son instantes de felicidad.
–Te separaste de tu novio durante la cuarentena. ¿Cómo venís con el duelo?
–Es lo que me tocó y seguramente tengo algo que aprender de este momento. ¿Ganas de volver a enamorarme? No sé. En algún momento llegará alguien nuevo, sólo tengo que estar atenta al universo para ver las señales que me va mandando. Yo creo mucho en el amor, aunque con mis parejas no me haya ido tan bien. [Se ríe]. Igualmente hay algo de la estructura que los adultos armamos en las relaciones que ya está vieja y tal vez sea momento de cambiarla. Me parece que hay muchas clases de amor y son los jóvenes los que vienen a contarnos de qué se trata, ellos tienen la posta con respecto al amor de pareja.
Producción: Laura Fernández. Maquillaje: Bárbara Majnemer para Lorena Urcelay. Peinado: Damián Parra para Sergio Lamensa. Agradecimientos: NH Collection Lancaster Buenos Aires, Vero Alfie, Diseta, Redondo Frydman, Adrián Brown, Flâneur, Swarovski, Carmen Steffens, Elisabeth Remes y Rocío Díaz para Brema PR