Le dolía la cadera, fue al médico y le dijeron lo peor que podía escuchar

Tras regresar de un viaje de Francia, Margaret Adcock, una joven de tan solo 17 años, empezó a sentir dolores lumbares que la aquejaban en su rutina diaria. Luego de persistir estas molestias, decidió acudir a un médico para que le revisaran la zona y le dieran un diagnóstico más certero sobre el caso. Pero, lo que presentía que era un simple dolor, terminó decantando en una enfermedad terminal.

Oriunda de South Derbyshire, Inglaterra, Maggie sintió un fuerte cimbronazo que le cambió radicalmente su vida: los estudios arrojaron un rabdomiosarcoma alveolar, un tipo raro de cáncer que se forma en el tejido blando, específicamente en el tejido muscular del esqueleto o, a veces, en órganos huecos, como la vejiga o el útero y se da especialmente en menores de edad.

Unos días después de recibir esta dura noticia, Maggie volvió a hacerse unos nuevos estudios de rutina y las malas noticias continuaron ya que el cáncer realizó el proceso de metástasis a tal punto de extenderse hasta su médula ósea y sus ovarios.

Inmersa en la quimioterapia, una técnica terapéutica para el encogimiento de distintas afecciones, la protagonista de esta historia desarrolló un fuerte dolor de cabeza, lo que decantó, estudios mediante, en un daño en su cerebro. A partir de ese diagnóstico, los médicos le diagnosticaron semanas o meses de vida.

A pesar de ello, Maggie mostró una entereza envidiable ante un duro revés que podría costarle la vida y explicó a The Mirror cómo atraviesa estos días que son una gran incógnita en cuanto a la evolución de una enfermedad degenerativa.

“Creo firmemente en las perspectivas positivas que dan resultados positivos. Le debo gran parte de mi fuerza de voluntad a mis padres y a cómo me criaron, especialmente a mi madre, a quien le gusta mucho la atención plena. Ambos son personas muy tranquilas y me han recordado que mantenga la esperanza durante este viaje y que nunca deje de luchar”, destacó la joven, quien, a pesar de las circunstancias, adversas, manifestó que “sigue sonriendo”.

Y agregó: “Mi grupo de amigos también me brinda un apoyo increíble y ha estado allí desde el principio, siempre asegurándose de que esté bien, pero nunca tratándome de manera diferente, que es exactamente lo que quería para la normalidad del caso”.

Lyn, su mamá, tomó con mucho dolor la noticia y explicó qué significó para su familia: “Cambió nuestras vidas para siempre, es horrible, no hay palabras para explicarlo. Estamos devastados y Maggie es mi única hija, así que es realmente difícil”.

Con una acción solidaria que busca juntar fondos para un medicamento especial, la familia de Maggie se encuentra en vilo de su evolución y de lo que pueda suceder en el futuro inmediato. Mientras tanto, con su alegría como estandarte, la joven buscará seguir viajando por el mundo y entre sus planes inmediatos está un viaje pendiente, junto a su novio, a París, Francia y también a Islandia e Italia, un país que ocupa un lugar muy especial en su corazón por una conexión familiar.

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